martes, 27 de febrero de 2024

Algunas notas sobre Ghostbusters (1984) Primera Parte


 


Por Mazzu


Ghostbusters (Ivan Reitman, 1984), o Los Cazafantasmas en este lado del mundo, es una de mis películas favoritas desde mi infancia. ¿Quién, que fuera niño en aquellos tiempos, no jugó alguna vez con una manguera o un Bombero Loco a que el chorro de agua era el rayo del disparador de protones del equipo de los Cazafantasmas y que su amigo/hermano/perro o gato – o quien fuese el blanco del disparo – era el fantasma Pegajoso (Slimer) de la peli? Los Cazafantasmas, en principio un proyecto arriesgado (una comedia sobrenatural) en el que no muchos productores confiaban, acabó siendo un éxito de taquilla y todo un fenómeno cultural. La cuestión es que cada tanto la vuelvo a ver y, a lo largo de tantos años de revisiones, he ido notando detalles muy interesantes – al menos para mí – que me gustaría compartir aquí en el blog.

En la última revisión varias cosas me llamaron mucho la atención: la relación de la película con historia de la parapsicología, la cuestión de las estatuas animadas, la psicogeografía, y la orientación política del film. Los tres primeros ítems ya los venía viendo desde hace rato, y acaso lo nuevo de este último visionado fue descubrir el sesgo político de Ghostbusters, que no es superficial sino fundamental en gran parte de su entramado argumental. Iré de a poco intentando desglosar estas ideas, dejando la cuestión política – que tiene, al menos para mí, mucho que ver con la ideología libertaria que ahora gobierna en Argentina – para el final de esta serie de notitas.

Primero, vienen MUCHOS SPOILERS: si no viste nunca esta peli, no es culpa mía. Salió hace cuarenta años, andá y mirala. ¿No es un tanto infantil esto de ofenderse porque te spoilean una película y tener que poner ALERTA DE SPOILERS para bebés llorones? Vamos, gente, crezcan un poco.

Segundo, podemos comenzar con una breve ficha técnica y un repaso a la sinopsis del argumento antes de ir a los bifes:

 


Ghostbusters (1984)

Los Cazafantasmas, The Ghostbusters, es una película estadounidense de 1984 del género comedia con toques de ciencia ficción y horror, y temática paranormal, producida y dirigida por Ivan Reitman, y escrita por Dan Aykroyd, y Harold Ramis; protagonizada por Bill Murray, Dan Aykroyd, Sigourney Weaver, Harold Ramis, Rick Moranis, Annie Potts, William Atherton y Ernie Hudson. La película fue un éxito de taquilla y se registró como la comedia más taquillera de la década.

Sinopsis

Tres profesores – algo marginales – de investigación parapsicológica, el Dr. Egon Spengler (Harold Ramis), Dr. Raymond Stantz (Dan Aykroyd) y el Dr. Peter Venkman (Bill Murray) se encuentran buscando trabajo después de que la Universidad de Columbia (en New York) cancelara su beca. La primera escena muestra una estatua, la estatua de la Alma Mater de la Universidad de Columbia. Ahora no escribiré sobre ello, pero volveremos al tema de las estatuas más adelante – un tropo muy presente en esta película y en su secuela Ghostbusters II (1989).



En la segunda escena vemos al doctor Venkman (Bill Murray) en el Weaver Hall, el Departamento de Psicología de la Universidad de Columbia, realizando una prueba de percepción extrasensorial (ESP) con cartas Zener. Venkman utiliza un método de la psicología conductista que en vez de premiar los aciertos (refuerzo positivo), castiga los errores, y aquí lo hace mediante leves descargas eléctricas. Estas son suministradas a un joven estudiante nerd cuando erra. Sin embargo, Venkman no castiga a una joven y bella estudiante que realiza el test en paralelo al joven nerd, mostrando así su lado pícaro y tramposo (Venkman es un Bribón, un Trickster, una característica que George P. Hansen asocia fuertemente al mundo de lo “paranormal” en su muy recomendado libro The Trickster and the Paranormal).

 


Ghostbusters nos acerca a la investigación académica de lo paranormal, y a la realidad que esta vivía a principios de la década de 1980. La parapsicología, básicamente, es el estudio de dos fenómenos: la percepción extrasensorial (ESP por sus siglas en inglés extra-sensorial perception) y la psicokinesis (PK). La ESP es la obtención de información del mundo externo sin el uso de ningún proceso físico conocido; de igual manera, la PK es influenciar algo del mundo exterior sin utilizar ningún método físico conocido.

La ESP, a su vez, generalmente se divide en telepatía (comunicación directa de mente a mente), clarividencia (la percepción mental directa de un objeto o evento) y precognición (conocimiento del futuro). Por su parte, la PK se divide en micro y macro. La micro-PK se refiere a eventos que requieren estadísticas para determinar si ocurrió PK (por ejemplo, alguien que intenta influir en la caída de dados). Los efectos poltergeist son ejemplos de macro-PK; las estadísticas no son necesarias si uno puede ver que el objeto “se mueve solo”. En conjunto, ESP y PK se conocen como fenómenos psíquicos o fenómenos psi.

Hay ramas de la parapsicología que estudian la hipotética supervivencia del espíritu tras la muerte corporal investigando la mediumnidad, las experiencias cercanas a la muerte, la reencarnación y los fantasmas. Esos fenómenos pueden involucrar ESP.



El desarrollo de la parapsicología comenzó como una rama de la psicología dentro del ambiente universitario. Si volvemos a Ghostbusters, veremos que esto está bien retratado, ya que los protagonistas realizan sus estudios parapsicológicos en el Weaver Hall, el Departamento de Psicología de la Universidad de Columbia. George P. Hansen en The Trickster and the Paranormal, escribe sobre la historia de esta ciencia menospreciada:

Las investigaciones científicas serias sobre los fenómenos psíquicos comenzaron en 1882, con la fundación de la Sociedad para la Investigación Psíquica en Inglaterra. Pero no fue hasta el trabajo de J. B. Rhine en la Universidad de Duke a principios de la década de 1930 que se institucionalizó un enfoque sistemático de laboratorio de manera efectiva. La historia de la parapsicología no puede entenderse sin considerar a Rhine, y desde la década de 1930 hasta al menos la de 1960, fue el líder indiscutible del campo. Rhine era un experimentador incondicional que valoraba mucho la recopilación de datos de calidad, pero tenía poco interés en las teorías. Creía que los experimentos, guiados por hipótesis simples, eventualmente señalarían el camino hacia una teoría.

El trabajo de Rhine y el de sus seguidores se realizó de lleno en el laboratorio. El Journal of Parapsychology, que fundó, publicó muy poco sobre casos espontáneos, mediumnidad o vida después de la muerte (también denominada investigación de “supervivencia”), y esa política continúa hasta el día de hoy. Rhine no menospreciaba ese trabajo, pero creía que con recursos limitados lo mejor era investigar la capacidad psíquica de los vivos. Era necesario delinear los límites de las capacidades humanas antes de explorar los conceptos relacionados con la supervivencia. Esta fue una decisión pragmática por parte de Rhine. Respecto a las ideas espiritualistas, Rhine adoptó una perspectiva psicológica. Si se recibieran mensajes precisos de un médium que supuestamente se comunica con personas fallecidas, la percepción extrasensorial del médium podría explicar los mensajes, y los espíritus comunicantes podrían interpretarse como aspectos inconscientes de la personalidad del médium. Incluso si en última instancia se descubre que los espíritus son la causa de algunos fenómenos, la ESP y la PK, por definición, los subsumen. Muchos comentaristas no han logrado comprender este punto. La ESP es simplemente la obtención de información sin el uso de los sentidos conocidos. Si los espíritus proporcionan información, el proceso aún se realiza sin el uso de los sentidos y, por lo tanto, se clasifica como ESP.

Rhine se hizo internacionalmente famoso por sus pruebas de ESP con cartas conteniendo los todavía famosos símbolos: círculo, cruz, líneas onduladas, cuadrado y estrella. Esos símbolos fueron diseñados por Karl Zener, psicólogo de Duke. Estaban impresos en cartas y dispuestos en mazos de 25, con cinco de cada uno de los cinco símbolos. Los sujetos de Rhine normalmente realizaban series de 25 ensayos. Para los experimentos de telepatía, un remitente barajaba un mazo de cartas Zener, sacaba una, la miraba e intentaba transmitirla mentalmente a un receptor. Luego registraba el orden de las tarjetas en una hoja. El receptor, que estaba en otra habitación o en otro edificio, anotaba sus conjeturas en una hoja similar. Después del experimento, se comparaban las dos hojas para determinar cuántas conjeturas eran correctas. Con las pruebas de clarividencia, el procedimiento era similar, excepto que la persona que hacía el papel del remitente barajaba las cartas, pero no las miraba hasta que el receptor terminaba de adivinar. En los experimentos de precognición, las cartas no se barajaban ni se registraban hasta que el receptor había adivinado. En una serie de 25 intentos, se esperaban cinco aciertos azarosos estadísticos. Si un sujeto era consistentemente capaz de anotar más de cinco aciertos por intento, era evidencia de ESP, y las probabilidades generales contra el azar se calculaban usando estadísticas matemáticas.


J. B. Rhine en su laboratorio

La parapsicología no es un terreno muy transitado hoy en día, pero sí era un área de interés en los 80s – aunque visto con desdén por gran parte del mundo académico. Continúa George P. Hansen en The Trickster and the Paranormal:

La parapsicología es un campo pequeño; En Estados Unidos se podría decir que menos de 50 personas están profesionalmente familiarizadas con los hallazgos científicos. Sólo dos laboratorios en Estados Unidos emplean a más de dos investigadores a tiempo completo, y probablemente no haya más de 10 parapsicólogos profesionales a tiempo completo en Estados Unidos que realicen investigaciones y las informen en revistas arbitradas. Además, algunos profesores y académicos independientes realizan investigaciones. A pesar de su pequeño tamaño, ha habido más de un siglo de investigaciones continuas, profesionales y publicadas sobre estos temas. Dos revistas llevan más de 60 años publicándose y una más de cien. La revista de mayor calidad es la Journal of Parapsychology. La investigación y las teorías se resumen en la serie técnica Advances in Parapsychological Research editada por Stanley Krippner (la última es el Volumen 8, 1997). Otro libro útil y magníficamente documentado es The Future of the Body (1992) de Michael Murphy.

Este es el background de los doctores Spengler, Stantz y Venkman en plena década de 1980, y creo que la peli se ocupa muy bien de retratar el estado de los estudios parapsicológicos en ese momento: vilipendiados por los pares y desfinanciados por las instituciones.

Si bien la universidad de Columbia no ha tenido laboratorio de Parapsicología – como en la película –, varias universidades estadounidenses, como la universidad de Virginia, la ya mencionada Duke, la de California, la Atlantic University y la University of Philosophical Research. En Inglaterra hay unas cuantas: la universidad West of England (Bristol), la universidad de Derby, la de Lancaster, la Manchester Metropolitan, la de Northampton, y la de York.



Antes de ser expulsados ​​ de Columbia, Spengler, Stantz y Venkman investigaban un caso en la Biblioteca Pública de la ciudad de Nueva York de la cual huyen despavoridos después de un encontronazo con el fantasma. Allí, a Spengler – el más “técnico” de los tres – se le ocurre la idea de “atrapar” a los fantasmas y encerrarlos en una red de contención laser.

Aquí me gustaría hacer otro paréntesis.

Dan Aykroyd, guionista del film – amén de ser uno de los protagonistas, Ray Stantz –, proviene de una familia de espiritistas, una tradición familiar iniciada por su bisabuelo. Samuel Augustus Aykroyd, nacido en 1855, era doctor en cirugía dental e, investigando sobre anestesias y otras formas analgésicas de calmar el dolor de los pacientes, descubrió el hipnotismo, y esto lo llevó al terreno adyacente del espiritismo, muy de moda en la última mitad del siglo XIX. Fascinado por el tema, comenzó a estudiarlo; mantuvo correspondencia con figuras reconocidas de fines del siglo XIX y comienzos del siglo XX que compartían sus inquietudes sobrenaturales, como Sir Arthur Conan Doyle, y pronto su granja en Sydenham (Ontario, Canadá) se convirtió en sede de las sesiones espiritistas semanales que organizara junto al médium Walter Ashurst. Al igual que harían 90 años más tarde los Cazafantasmas, Samuel quería capturar evidencia espectral – como el hipotético ectoplasma – para demostrar científicamente la existencia de los espíritus. Durante años registró en diarios los resultados de las sesiones espiritistas celebradas en su casa, y recolectó cientos de cartas y artículos periodísticos sobre espiritismo y fenómenos psíquicos.

Samuel Aykroyd falleció en 1933, pero la antorcha espiritualista no se extinguió: su hijo Maurice (el abuelo de Dan) se encargaría de mantenerla encendida. Maurice Aykroyd (nacido en 1891) continuó con las sesiones y, trabajando como ingeniero en la Bell Telephone Company, intentó crear un transmisor de radiofrecuencia que pudiera comunicar a los vivos con los muertos; de hecho, consultó con sus colegas sobre la posibilidad de construir una radio de cristales de alta vibración como método mecánico para contactar con el mundo espiritual. Aquí se puede ver otro paralelismo con los Cazafantasmas: además de inspirarse en el intento de “capturar” fantasmas (o evidencia de ellos) de su bisabuelo Samuel, Aykroyd toma de su abuelo Maurice la idea de fabricar un dispositivo tecnológico para hacerlo.



El padre de Dan, Peter, escribió un libro, A History of Ghosts (2009), basado en los diarios que heredó de Samuel Aykroyd. En el prólogo, Peter Aykroyd escribe:

En las familias, a menudo encontramos ejemplos de generaciones sucesivas de maestros de escuela, personal militar y abogados. Las tradiciones son como dinastías, a menudo la sombra alargada de una sola persona.

En nuestra familia, esta persona era mi abuelo, Samuel Augustus Aykroyd, doctor en cirugía dental, y la tradición que nos legó fue la experimentación con fenómenos psíquicos. Hace cien años, comenzó a escribir diarios, cartas, reseñas y artículos de opinión sobre temas de espiritismo y fenómenos psíquicos, basados principalmente en las sesiones de espiritismo celebradas en su casa utilizando un médium de trance completo.

Todo esto era un territorio familiar para su hijo, mi padre, Maurice J. Aykroyd, que era un experimentador y, como el Dr. Aykroyd, un humanista ético.

Mi hermano Maurice Jr. y yo asistimos a muchas de las sesiones y, en silencio, sentimos que teníamos el privilegio de ser parte de algo más grande que nosotros mismos, pero debido a que el espiritismo tiene pocos dogmas, ninguna liturgia, público poco consistente y es de fácil acceso, nadie sabía de esta influencia en nuestras vidas. No fue hasta que fuimos adultos jóvenes que otras influencias surgieron y resolvieron algunas de las grandes cuestiones de la vida. Mi hermana, Judy Harvie, tuvo la misma tranquila seguridad, y los tres podríamos caracterizarnos como humanistas éticos.

En mis hijos, Dan y Peter Johnathan, la sombra se alargó dramáticamente y en la era electrónica se extendió a todos los rincones del planeta.

En la quinta generación, la sombra está ahí, pero mucho más débil. Todas las dinastías acaban desapareciendo, y lo mismo ocurre con las tradiciones familiares. Eso me lleva a este libro. Cuando los diarios del Dr. Aykroyd cayeron en mis manos, pidieron a gritos que los pusieran en un libro y los difundieran.



Dan Aykroyd escribió el prólogo en el libro de su padre, allí dice:

La gente me pregunta a menudo cómo hice para escribir Los Cazafantasmas. La verdad es que a principios del siglo XX mi familia era parte de un fenómeno cultural y social mundial impulsado por el deseo de establecer contacto con los espíritus de los muertos, lo quisieran o no los muertos.

Mi bisabuelo, Samuel Augustus Aykroyd, doctor en cirugía dental, presidía su propio círculo familiar, y los asistentes tenían su propio médium, Walter Ashurst, quien creían que actuaba como conducto de muchas y variadas personalidades del más allá. Ya sea que uno crea o no en este tipo de cosas, mi familia no estaba – ni está – sola en este tipo de actividades. Miles de personas en la sociedad occidental realizan periódicamente sesiones de espiritismo y apoyan a los médiums.

A principios del siglo XX, los médiums y sus posteriores investigadores se convirtieron en grandes estrellas y el espiritismo adquirió un carácter claramente de espectáculo. ¿Hubo falsificaciones? ¿Engaños? Muchos, sin duda, y algunos dirían que todos fueron trucos. Pero el barón Albert von Schrenk-Notzing, el cazador de ectoplasma alemán, Sir Arthur Conan Doyle, escritor de la serie de detectives Sherlock Holmes y Sir Oliver Lodge, eminente científico y filósofo, eran hombres que tenían la esperanza de que algún día la ciencia natural podría abarcar racionalmente lo sobrenatural como un hecho probado.

Parte del atractivo de Los Cazafantasmas se deriva del tono frío, racional y de aceptación de lo fantástico como rutina que Bill Murray, Harold Ramis, el director Ivan Reitman y yo pudimos mantener en la película.

Este elemento surgió del interés de mi bisabuelo por el tema y de los libros que coleccionaba. Se los legó a su hijo, mi abuelo, Maurice. Y su hijo, mi padre, cuando era niño presenció sesiones de espiritismo y heredó los libros familiares sobre el tema. Mi hermano Peter y yo los leímos con avidez y nos convertimos en miembros de por vida de la Sociedad Estadounidense para la Investigación Psíquica, y de todo esto se hicieron Los Cazafantasmas.

Dan y su hermano aprendieron sobre fantasmas gracias a los libros de la biblioteca heredada por su padre. Por eso no parece casual que el primer fantasma que vemos en la película aparece, justamente, entre libros, en la Biblioteca Pública de New York.



En una entrevista, el actor contó:

Mi madre me contó que cuando yo era recién nacido y me estaba amamantando, una pareja de ancianos se apareció al pie de la cama. La imagen se disipó. Sacó un álbum de fotografías y vio que era mi bisabuelo y su esposa, que venían a visitar al nuevo hijo”. 

Al parecer, su madre llamó al padre de Aykroyd, sin embargo, las apariciones se esfumaron del cuarto.

Pero el interés de Dan Aykroyd no se limita solamente a los espectros: es también un apasionado de los OVNIs, miembro vitalicio de la MUFON (Mutual UFO Network) y consultor oficial para Hollywood sobre el tema. En 2005 produjo el documental Dan Aykroyd: Unplugged on UFOs. En una entrevista para la revista Psychic News (18 de abril de 2009), declaró:

He visto cuatro (OVNIs), y no puedo decir que sean naves extraterrestres, pero tampoco que son de la Fuerza Aérea (…) Dos de ellos eran específicamente artefactos aéreos de algún tipo (…) Uno de ellos tenía una luz, y otro tenía un color gris opaco, y eran aeronaves, una de ellas volaba muy lento, y la otra estaba flotando sobre mí

El actor contó que en una ocasión también fue testigo de la aparición de dos Hombres de Negro. En 2002, Aykroyd estaba trabajando como productor en un documental llamado Out There para el canal SciFi con varios nombres reconocidos en el mundo de la ufología, incluidos Colin Andrews, Linda Moulton Howe, Steven Greer y John Mack. Habían filmado ocho episodios de la serie, que estaba pronta a emitirse.

El último día de la filmación, Aykroyd salió a fumar un cigarrillo y respondió una llamada telefónica de Britney Spears que quería hablar sobre un próximo episodio de SNL. Mientras hablaba por teléfono, se giró y miró hacia la calle 42 de Nueva York, donde notó un Sedan negro de patente borrosa con dos hombres dentro. Uno de ellos, un hombre alto vestido de negro, se bajó del vehículo y lo miró mal. Aykroyd lo vio y se giró dándole la espalda, pero cuando volvió a mirar, en cuestión de medio segundo, el vehículo y el hombre habían desaparecido.

Dos horas más tarde le fue informado a él y al elenco que el programa había sido cancelado y nunca saldría al aire. Hasta el día de hoy nunca le fue dada una razón.

En fin, cuando Janine Melnitz (Annie Potts) le lee un cuestionario a manera de entrevista de trabajo a Winston Zeddemore (Ernie Hudson) preguntándole:

¿Cree usted en los ovnis, las proyecciones astrales, la telepatía, la percepción extrasensorial, la clarividencia, la fotografía espiritual, la telekinesis, los médiums, el monstruo del lago Ness y la teoría de la Atlántida?

… en realidad parece estar leyendo una lista de los tópicos de interés de Dan Aykroyd.



Venkman, Stantz y Spengler, fuera ya del circuito académico, toman el asunto en sus propias manos. Inician un negocio llamado “Cazafantasmas”, un “servicio profesional de investigación y eliminación de fenómenos paranormales”, utilizando como base una antigua estación de bomberos, y una ambulancia Cadillac Miller-Meteor de 1959 apodada “Ecto-1”, o “Ectomóvil” para desplazarse por la ciudad y contratando a Janine Melnitz (Annie Potts) para manejar los teléfonos y el trabajo administrativo.

Continuará



No hay comentarios:

Publicar un comentario