Los
Eones Crowleyanos según Peter Levenda
Por
Mazzu
Hace
poco emprendí la relectura del muy recomendable The Dark Lord de Peter Levenda (2013). Lo había leído en 2018 y me
había causado muy buena impresión. El subtítulo da una idea de que va el libro:
H.P. Lovecraft, Kenneth Grant, and the
Typhonian Tradition in Magic. En efecto, Peter Levenda traza una
comparación entre los Mitos de Cthulhu y el sistema thelémico de Aleister
Crowley y el tifoniano de su discípulo y continuador Kenneth Grant.
Todo/a
lector/a interesado/a en temas ocultistas, aunque no sea precisamente
thelemita, probablemente haya leído u oído hablar del Eón de Horus. Entre marzo
y abril de 1904, en El Cairo, el mago inglés Aleister Crowley junto a su
primera esposa Rose Kelly afirmó haberse puesto en contacto con una entidad
llamada Aiwass que le dictó el ahora afamado Libro de la Ley, el Liber AL
vel Legis, donde Crowley estableció el concepto de que el mundo estaba
entrando en una nueva fase de evolución espiritual, el Eón de Horus. La era previa
había sido el Eón de Osiris: la era patriarcal del dios asesinado y resucitado;
y la era anterior al Eón de Osiris había sido el Eón de Isis: la era matriarcal
de la reverencia a la Diosa Madre. El presente Eón de Horus, dice Crowley, será
la era del Niño Conquistador, una era de crecimiento espiritual.
Si,
como decíamos, han leído bastante sobre temas ocultistas, el concepto de Eón
como era o ciclo cósmico tampoco les resultará extraño. El tópico de la Era de
Acuario es harto conocido y popular incluso fuera del mundillo esotérico desde
hace más de medio siglo. Para los más especializados, les resonará también con
los Yugas del hinduismo o con las diferentes “razas” y etapas evolutivas de la
Teosofía de Mme. Blavatsky.
Si
bien soy un enamorado de la escritura de Crowley y he leído muchas de sus
obras, no me considero Thelemita. Siempre me ha interesado más la agudeza y la
profundidad de Crowley como intérprete de los sistemas mágicos y como pensador
y filósofo del esoterismo, que su propio sistema per se. No quiere esto decir que desprecie su sistema ni nada por
el estilo; simplemente que no es lo que más me atrae de él como autor y
pensador, ya que me siento más inclinado hacia otras formas de ocultismo
occidental – que sin embargo están bastante emparentadas a Thelema.
Hecha
la aclaración, vale decir que a pesar de que he leído copiosas cantidades de
literatura crowleyana, nunca he podido encontrar una explicación cabal y
abarcadora de su sistema de Eones. Por ejemplo, en The Vision and the Voice Crowley escribió largo y tendido sobre los
eones, pero no hay allí ninguna explicación ni justificación. Otros autores
thelemitas replican el sistema eónico pero no dan mayores precisiones sobre él
que las que el propio Crowley ofreció en sus escritos. Una gran pregunta es
¿cuánto dura un eón crowleyano?
Al
verlos como eras cósmicas, solemos relacionarlos con el ciclo astronómico
conocido como la precesión de los equinoccios, que nos brinda las famosas “eras
zodiacales”. Una era zodiacal
corresponde al tiempo que tarda el paso del Sol a través del punto equinoccial
vernal en uno de los signos zodiacales, proceso conocido como la precesión de
los equinoccios. El ciclo de precesión equinoccial completo dura un total de
25.800 años; por lo tanto, el período de tiempo de cada era, correspondiente a cada
uno de los 12 signos zodiacales, es de aproximadamente 2.150 años.
Aquí
surge la primera paradoja: si tomamos a los eones crowleyanos como ciclos de 2.150
años, no nos darían los cálculos; pero dejemos que Levenda nos lo explique a su
manera:
Crowley
postuló que el Eón de Horus comenzó en 1904, el año en que recibió El Libro de la Ley. El problema con esta
fecha es que no es consistente con el cálculo científico de algunos astrónomos
con respecto a la Era de Acuario. Declaran que en realidad no comenzará hasta
aproximadamente 2600 e.c. Por otro lado, muchos astrólogos y ocultistas creen
lo contrario, proponiendo fechas de inicio que van desde el siglo XV e.c. hasta
dentro de mil años. En este campo abarrotado, el “Eón de Horus” de Crowley es
solo uno de los muchos aspirantes al título de “Era Actual” y, como tal, es
quizás tan válido como cualquier otro.
Pero,
¿cuánto dura un eón crowleyano?
En
su esquema eónico, Crowley refleja una teoría antropológica de su época: que hubo
una sociedad matriarcal que precedió a la sociedad patriarcal. Este concepto fue
planteado por el antropólogo suizo Johann Jakob Bachofen en su obra El Derecho Materno (1861); Sir James
George Frazer hace eco del tema del matriarcado en la sección de linajes
matriarcales y Diosas Madres de su obra más famosa, La Rama Dorada (1890), obra que Crowley ciertamente admiraba y
recomendaba. A pesar de que muchas teorías que Frazer postuló en La Rama Dorada han sido refutadas por la
antropología moderna, me sigue pareciendo una lectura genial y “thought provoking” e influyente; sobre
todo para otro “refutado” favorito de mi biblioteca y al que siempre necesito
volver, el gran Robert Graves, quien junto a otros autores como Marija Gimbutas
fueron los postulantes en el siglo XX de la idea de la supuesta sociedad
matriarcal prehistórica.
Hagamos
suspensión de “refutaciones” por un rato y supongamos que dicha cronología
matriarcal-patriarcal fue un hecho. Decíamos, entonces, que Crowley plantea un
Eón matriarcal de Isis precedente al Eón más patriarcal de Osiris; el período
matriarcal – según los teóricos del tema – abarcaría desde la prehistoria de
nuestros ancestros cazadores-recolectores hasta los albores de la civilización
agricultora, el período patriarcal iría desde bien entrada la civilización
agricultora en adelante (a grandes rasgos y sin profundizar demasiado). Aquí
surge un dilema: si tomamos el eón crowleyano como una era zodiacal de 2.150 años, teniendo en
cuenta que el mago inglés afirmó que el Eón de Horus comenzó en 1904, y hacemos
un rápido cálculo, el Eón de Osiris debió comenzar en el año 96 a.C.; sigamos
con Levenda:
Es
obvio incluso para el examen más superficial que dos mil años antes de 1904, es
decir, el año 96 a.C. no pudo haber sido el comienzo de la era patriarcal de
Osiris. La adoración a Osiris ha precedido a este período por miles de años; además,
los dos mil años anteriores a 96 a.C. no podían considerarse, por más que
forcemos a la imaginación, una era matriarcal.
Además,
1904 no coincide con ningún evento astronómico ni astrológico significativo. Parece
obvio que Crowley, entonces, no estaba basándose en las eras zodiacales y que
el Eón de Horus no es la Era de Acuario con otro nombre.
Para
sumarle complejidad al asunto, Charles Stansfeld Jones, más conocido por su
seudónimo esotérico Frater Achad, un discípulo de master Therion a quien el
mismo Crowley una vez llamara su “hijo mágico” (aunque luego rompieran
relaciones), declaró que un nuevo eón había comenzado el 2 de abril de 1948 al
que llamó el Eón de Maat. Esto fue apenas unos meses después de la muerte de
Crowley (el 1 de diciembre de 1947) y a solo 44 años del inicio del famoso Eón
de Horus. Dice Levenda:
Achad
es considerado un hereje en el mundo crowleyano (...) Obviamente, el desafío
más evidente al sistema de Crowley fue la inauguración del Eón de Maat en 1948,
solo cinco meses después de la muerte de Crowley y dos años antes de la propia
desaparición de Achad. Para un observador de mentalidad literal, la insistencia
de Achad en un nuevo Eón tan pronto después del nacimiento del anterior parece
una locura. Sin embargo, la naturaleza de los Eones es tal que existe un
precedente de Eones que suceden simultáneamente y la prueba de esto está en las
tradiciones gnósticas, hindúes y cabalísticas, tan queridas por el mismo
Crowley.
En
el budismo, por ejemplo, se habla de kalpas
– del sánscrito eón o largo período de tiempo. De wikipedia:
En
budismo existen cuatro tipos diferentes de kalpas: El kalpa de uso más común
dura unos 16 millones de años. Un kalpa de corta duración mide unos 1.000 kalpa
comunes o 16.000 millones de años. Un kalpa de tamaño medio dura unos 320.000
millones de años, equivalente a unos 20 kalpas cortos. Un gran kalpa dura unos
4 kalpas de tamaño medio, unos 1,28 billones de años.
Según
Levenda en The Dark Lord:
Los
cuatro kalpas básicos son Vivartakalpa (el Eón de la evolución en el cual
ocurre la creación), Vivartasthayikalpa (el Eón de la duración de la
evolución), Samvartakalpa (el Eón de la disolución) y finalmente
Samvartast-hayikalpa (el Eón de la duración de la disolución). Estos son
similares en concepto al sistema hindú de yugas.
Los
yugas, o ciclos cósmicos de la cosmología hindú, por su parte, también son
cuatro, y cada uno dura un cuarto menos que el ciclo inmediatamente anterior: Satya Yuga (la Era de la Verdad), Dvapara Yuga (la Segunda Era), Treta Yuga (la Tercera Era), y la famosa
Kali Yuga (la Era de Kali, la Era
Actual), siendo Satya Yuga la era más larga, de 1.728.000 años terrestres o
4.800 años divinos, y Kali Yuga la más corta, habiendo comenzado en 3102 a.C. y
con una duración de 432.000 años terrestres o 1.200 años divinos. A 2020 van 5.122
años de Kali Yuga, por lo tanto aún faltan 426.878 para que finalice, cosa que
hará en el año 428.898 e.c.
Como
vemos, los eones crowleyanos no cuadran con ninguno de estos sistemas de eras
cósmicas: las eras zodiacales son demasiado cortas para coincidir con los
períodos matriarcales y patriarcales que suponen el Eón de Isis y el Eón de
Osiris – amén de que tampoco coincide el comienzo del Eón de Horus con el inicio
de la Era de Acuario. Los kalpas budistas se cuentan en millones de años, así
que tampoco son compatibles. Los yugas, si bien parecen ser más extensos que
los eones crowleyanos, no se alejan tanto; pero tampoco coinciden, ya que
todavía estamos en la Kali Yuga que, según los hindúes, empezó en 3102 a.C. y, lejos de terminar en
1904 para dar paso a una Nueva Era, finalizará recién dentro de 426.878 años.
Entonces,
¿Crowley utilizó su propio criterio “al voleo” para establecer la duración de
sus Eones? Bueno, podría ser, ¿no? Después de todo, esto proviene en parte de
un texto “canalizado”; sin embargo, leyendo de sus textos de recopilación
meticulosa como 777 o viendo sus cálculos
en el manejo de la gematría qabalística, el criterio de “al voleo” no parece su
estilo, que podríamos tachar casi de minucioso y obsesivo. Pero si no fue “al
voleo”, ¿qué sistema utilizó Crowley para ordenar su idea de los Eones? Aquí
creo que es donde Peter Levenda realizó un gran aporte al tema.
Traduzco
una parte sustanciosa de The Dark Lord
donde Levenda se explaya en su hallazgo:
El
enfoque final que podría adoptarse con respecto a los Eones es puramente qabalístico,
pero parece que Crowley no era consciente de ello. Este sistema se elabora en
el Sefer ha-Temunah o el Libro de la Imagen, un texto que
generalmente se data en el siglo XIII. La “imagen” del título se refiere a la
forma de las letras hebreas de las que se creía que contenían ciertos secretos.
Para nuestros propósitos, sin embargo, el otro valor del libro está en la
discusión de los shemitot (sing. Shemita) los “ciclos cósmicos” codificados en la
Torá.
Los
años se contaban en múltiplos de siete, que se multiplicaban por siete, de modo
que un ciclo consistía en 7x7 años o 49 años en total. El año siguiente, el
quincuagésimo año, era un año de “jubileo”, un año en el que los pecados y
errores de los 49 años anteriores se borraban, la pizarra se limpiaba y el
ciclo comenzaba de nuevo. Este era un ciclo o shemita.
Usando
este marco como punto de partida, los estudiosos de la Biblia y la Qabaláh han
tratado de determinar la edad del universo. Cada ciclo de 7,000 (7x20x50) años
se considera una “edad” cabalística y se relaciona con una de las siete sefirot
inferiores del Árbol de la Vida. El número 7,000 proviene de una línea en el
Talmud que establece que el mundo existirá durante 6,000 años y que durante los
1,000 años posteriores será “desolado”. Según algunos cabalistas, estamos
viviendo en la segunda edad, la de Gevurah o “Severidad”. Usando la fórmula del
Jubileo, entonces, 7,000 años multiplicado por 7 equivaldría a 49,000 años, que
sería la edad del universo. Si vivimos en el segundo ciclo, eso implicaría que
Adán fue creado en algún lugar hace unos 7,000 años (dependiendo de dónde nos
encontremos en el segundo ciclo, el comienzo, el medio o el final).
Sin
embargo, utilizando una cita del Midrash,
“mil años en tu vista son como un día” se indica que mil años humanos equivalen
a un solo día divino, por lo que los cálculos posteriores revelarían una edad
del universo como algo más cercano a 15 mil millones de años (si vivimos en la
última era qabalística) que, por coincidencia, concuerda con las últimas
estimaciones científicas de la edad del universo.
Hay
dos implicaciones pertinentes a este estudio que se pueden encontrar en el Sefer ha-Temunah. La primera es que las
edades qabalísticas pueden identificarse mediante una serie de referencias
sefiróticas. Por lo tanto, el primer año del ciclo lleva el nombre de Chesed,
la primera de las siete sefirot debajo del Abismo en el Árbol de la Vida y las
únicas que los rabinos usan para estos cálculos, lo que también da su nombre a
todo el primer ciclo de 7,000 años, y que el segundo año sería Gevurah, luego
Tiferet, etc. Por lo tanto, el año dos es el año Gevurah del año del ciclo
mayor de Chesed. Pero, por supuesto, las edades entrelazadas no terminan allí y
pueden continuar indefinidamente hasta la unidad de tiempo más pequeña.
Este
sistema se refleja en la tabla de horas astrológicas utilizadas por los magos
ceremoniales, en la que la primera hora del domingo, por ejemplo, sería la hora
del Sol, la primera hora del lunes sería la hora de la Luna, etc. para los
siete días y los siete planetas filosóficos. Estas horas planetarias son
equivalentes a los atributos sefiróticos, ya que Chesed se considera la esfera
de Júpiter (y, por lo tanto, del jueves), Gevurah de Marte (y martes), Tiferet
del Sol (y domingo), etc. Uno podría entonces con la misma facilidad tomar las
horas astrológicas mágicas y ampliarlas para incluir años, múltiplos de años,
etc. hasta llegar a los eones planetarios correspondientes.
El
objetivo de este ejercicio es que los períodos de tiempo tienen subconjuntos, y
que estos subconjuntos tienen las mismas cualidades que los diversos períodos
de tiempo, aunque con modificaciones. Por ejemplo, el período del Sol en el período
mayor de Saturno (verbigracia) no tendría la misma calidad de acción que el
período de Saturno en el período mayor de Saturno, o el período de Saturno en el período
mayor del Sol. Este sistema es utilizado en realidad por los astrólogos védicos
(indios) en su método de cálculo conocido como antardasas.
Usando
esto como teoría, ¿podría haber un Eón de Maat dentro del gran Eón de Horus,
como un subconjunto de Horus?
(...)
Una segunda implicación contenida en el Sefer
ha-Temunah y en las deliberaciones de sus sabios: la idea de que el mundo
ya ha sido creado y destruido varias veces. El séptimo período de 1.000 años de
cada ciclo es un tiempo de “desolación” en el cual toda la vida de los 6.000
años anteriores es eliminada. Dependiendo de dónde nos encontremos en el gran
esquema de las cosas, con expertos que ofrecen opiniones desde el segundo ciclo
hasta el séptimo, el mundo puede haber sido destruido al menos una vez, y hasta
seis veces. Esto da lugar a la posibilidad de que el ciclo de 2.000 años
conocido por los astrólogos pueda ser reemplazado por el ciclo de 7.000 años
conocido por los qabalistas, lo que significa que el Eón de Osiris (que
terminó, según Crowley, en 1904) en realidad comenzó en 5.096 a.C., y que el Eón
de Isis comenzó en 12,096 a.C. El uso de estos valores algo mayores nos da la
coordinación histórica que necesitamos, ya que 5.096 a.C. nos ubica mucho antes
que el Egipto pre-dinástico y permite la posibilidad de que un Eón de Osiris
comenzara en ese momento, y que hubiera una edad matriarcal prehistórica
comenzando en 12.096 a.C. para la cual no hay un registro escrito pero de la
que se puede ofrecer evidencia circunstancial en forma de estatuas de diosas y artefactos
similares para respaldarla.
Usando
este esquema, el Eón de Horus comenzó en 1904 y el primer subperíodo de Horus
duró 42 años antes de entrar en la fase de “desolación” de 1946 a 1952, tiempo
durante el cual Frater Achad proclamó el Eón de Maat. Este habría sido el
subperíodo de Maat del período mayor de Horus. Curiosamente, 1946 más 49 años nos
dan el año 2001, el año en que todos dicen que “el mundo cambió”.
No
digo que Levenda haya “resuelto” definitivamente el tema de los eones
crowleyanos, pero echa una buena luz sobre el asunto y da material para
reflexionar y estudiar – eso, por supuesto, si uno es afecto a esta temática. Cosas
como estas, entre muchas otras buenas cualidades, hacen de The Dark Lord: H.P. Lovecraft, Kenneth Grant, and the Typhonian
Tradition in Magic de Peter Levenda (2013), un libro verdaderamente
disfrutable y recomendable.