Por Mazzu
Ghostbusters
(Ivan Reitman, 1984), o Los Cazafantasmas en este lado del mundo, es una
de mis películas favoritas desde mi infancia. ¿Quién, que fuera niño en
aquellos tiempos, no jugó alguna vez con una manguera o un Bombero Loco a que
el chorro de agua era el rayo del disparador de protones del equipo de los
Cazafantasmas y que su amigo/hermano/perro o gato – o quien fuese el blanco del
disparo – era el fantasma Pegajoso (Slimer) de la peli? Los
Cazafantasmas, en principio un proyecto arriesgado (una comedia
sobrenatural) en el que no muchos productores confiaban, acabó siendo un éxito
de taquilla y todo un fenómeno cultural. La cuestión es que cada tanto la
vuelvo a ver y, a lo largo de tantos años de revisiones, he ido notando
detalles muy interesantes – al menos para mí – que me gustaría compartir aquí
en el blog.
En la última revisión
varias cosas me llamaron mucho la atención: la relación de la película con
historia de la parapsicología, la cuestión de las estatuas animadas, la
psicogeografía, y la orientación política del film. Los tres primeros ítems ya
los venía viendo desde hace rato, y acaso lo nuevo de este último visionado fue
descubrir el sesgo político de Ghostbusters, que no es superficial sino
fundamental en gran parte de su entramado argumental. Iré de a poco intentando
desglosar estas ideas, dejando la cuestión política – que tiene, al menos para
mí, mucho que ver con la ideología libertaria que ahora gobierna en Argentina –
para el final de esta serie de notitas.
Primero, vienen MUCHOS
SPOILERS: si no viste nunca esta peli, no es culpa mía. Salió hace cuarenta
años, andá y mirala. ¿No es un tanto infantil esto de ofenderse porque te
spoilean una película y tener que poner ALERTA DE SPOILERS para bebés llorones?
Vamos, gente, crezcan un poco.
Segundo, podemos comenzar
con una breve ficha técnica y un repaso a la sinopsis del argumento antes de ir
a los bifes:
Los Cazafantasmas,
The Ghostbusters, es una película estadounidense de 1984 del género
comedia con toques de ciencia ficción y horror, y temática paranormal,
producida y dirigida por Ivan Reitman, y escrita por Dan Aykroyd, y Harold
Ramis; protagonizada por Bill Murray, Dan Aykroyd, Sigourney Weaver, Harold
Ramis, Rick Moranis, Annie Potts, William Atherton y Ernie Hudson. La película
fue un éxito de taquilla y se registró como la comedia más taquillera de la
década.
Sinopsis
Tres profesores – algo
marginales – de investigación parapsicológica, el Dr. Egon Spengler (Harold
Ramis), Dr. Raymond Stantz (Dan Aykroyd) y el Dr. Peter Venkman (Bill Murray) se encuentran buscando trabajo después de
que la Universidad de Columbia (en New York) cancelara su beca. La primera escena muestra una
estatua, la estatua de la Alma Mater de la Universidad de Columbia. Ahora no
escribiré sobre ello, pero volveremos al tema de las estatuas más adelante – un
tropo muy presente en esta película y en su secuela Ghostbusters II (1989).
En la segunda escena
vemos al doctor Venkman (Bill Murray) en el Weaver Hall, el Departamento de
Psicología de la Universidad de Columbia, realizando una prueba de percepción
extrasensorial (ESP) con cartas Zener. Venkman utiliza un método de la
psicología conductista que en vez de premiar los aciertos (refuerzo positivo),
castiga los errores, y aquí lo hace mediante leves descargas eléctricas. Estas
son suministradas a un joven estudiante nerd cuando erra. Sin embargo, Venkman
no castiga a una joven y bella estudiante que realiza el test en paralelo al
joven nerd, mostrando así su lado pícaro y tramposo (Venkman es un
Bribón, un Trickster, una característica que George P. Hansen asocia
fuertemente al mundo de lo “paranormal” en su muy recomendado libro The Trickster and the Paranormal).
Ghostbusters
nos acerca a la investigación académica de lo paranormal, y a la realidad que
esta vivía a principios de la década de 1980. La parapsicología, básicamente,
es el estudio de dos fenómenos: la percepción extrasensorial (ESP por sus
siglas en inglés extra-sensorial perception) y la psicokinesis (PK). La
ESP es la obtención de información del mundo externo sin el uso de ningún
proceso físico conocido; de igual manera, la PK es influenciar algo del mundo
exterior sin utilizar ningún método físico conocido.
La ESP, a su vez, generalmente se
divide en telepatía (comunicación directa de mente a mente), clarividencia
(la percepción mental directa de un objeto o evento) y precognición (conocimiento
del futuro). Por su parte, la PK se divide en micro y macro. La micro-PK
se refiere a eventos que requieren estadísticas para determinar si ocurrió PK
(por ejemplo, alguien que intenta influir en la caída de dados). Los efectos
poltergeist son ejemplos de macro-PK; las estadísticas no son necesarias si uno
puede ver que el objeto “se mueve solo”. En conjunto, ESP y PK se conocen como
fenómenos psíquicos o fenómenos psi.
Hay ramas de la
parapsicología que estudian la hipotética supervivencia del espíritu tras la
muerte corporal investigando la mediumnidad, las experiencias cercanas a la
muerte, la reencarnación y los fantasmas. Esos fenómenos pueden involucrar ESP.
El desarrollo de la parapsicología
comenzó como una rama de la psicología dentro del ambiente universitario. Si
volvemos a Ghostbusters, veremos que esto está bien retratado, ya que
los protagonistas realizan sus estudios parapsicológicos en el Weaver Hall, el
Departamento de Psicología de la Universidad de Columbia. George P. Hansen en The
Trickster and the Paranormal, escribe sobre la historia de esta ciencia
menospreciada:
Las
investigaciones científicas serias sobre los fenómenos psíquicos comenzaron en 1882,
con la fundación de la Sociedad para la Investigación Psíquica en Inglaterra.
Pero no fue hasta el trabajo de J. B. Rhine en la Universidad de Duke a
principios de la década de 1930 que se institucionalizó un enfoque sistemático
de laboratorio de manera efectiva. La historia de la parapsicología no puede
entenderse sin considerar a Rhine, y desde la década de 1930 hasta al menos la
de 1960, fue el líder indiscutible del campo. Rhine era un experimentador
incondicional que valoraba mucho la recopilación de datos de calidad, pero
tenía poco interés en las teorías. Creía que los experimentos, guiados por
hipótesis simples, eventualmente señalarían el camino hacia una teoría.
El
trabajo de Rhine y el de sus seguidores se realizó de lleno en el
laboratorio. El Journal of Parapsychology, que fundó, publicó muy poco
sobre casos espontáneos, mediumnidad o vida después de la muerte (también
denominada investigación de “supervivencia”), y esa política continúa hasta el
día de hoy. Rhine no menospreciaba ese trabajo, pero creía que con recursos
limitados lo mejor era investigar la capacidad psíquica de los vivos. Era
necesario delinear los límites de las capacidades humanas antes de explorar los
conceptos relacionados con la supervivencia. Esta fue una decisión pragmática
por parte de Rhine. Respecto a las ideas espiritualistas, Rhine adoptó una
perspectiva psicológica. Si se recibieran mensajes precisos de un médium que
supuestamente se comunica con personas fallecidas, la percepción extrasensorial
del médium podría explicar los mensajes, y los espíritus comunicantes podrían
interpretarse como aspectos inconscientes de la personalidad del médium.
Incluso si en última instancia se descubre que los espíritus son la causa de
algunos fenómenos, la ESP y la PK, por definición, los subsumen. Muchos
comentaristas no han logrado comprender este punto. La ESP es simplemente la
obtención de información sin el uso de los sentidos conocidos. Si los espíritus
proporcionan información, el proceso aún se realiza sin el uso de los sentidos
y, por lo tanto, se clasifica como ESP.
Rhine
se hizo internacionalmente famoso por sus pruebas de ESP con cartas conteniendo
los todavía famosos símbolos: círculo, cruz, líneas onduladas, cuadrado y
estrella. Esos símbolos fueron diseñados por Karl Zener, psicólogo de Duke.
Estaban impresos en cartas y dispuestos en mazos de 25, con cinco de cada uno
de los cinco símbolos. Los sujetos de Rhine normalmente realizaban series de 25
ensayos. Para los experimentos de telepatía, un remitente barajaba un mazo de
cartas Zener, sacaba una, la miraba e intentaba transmitirla mentalmente a un
receptor. Luego registraba el orden de las tarjetas en una hoja. El receptor,
que estaba en otra habitación o en otro edificio, anotaba sus conjeturas en una
hoja similar. Después del experimento, se comparaban las dos hojas para
determinar cuántas conjeturas eran correctas. Con las pruebas de clarividencia,
el procedimiento era similar, excepto que la persona que hacía el papel del
remitente barajaba las cartas, pero no las miraba hasta que el receptor terminaba
de adivinar. En los experimentos de precognición, las cartas no se barajaban ni
se registraban hasta que el receptor había adivinado. En una serie de 25 intentos,
se esperaban cinco aciertos azarosos estadísticos. Si un sujeto era consistentemente
capaz de anotar más de cinco aciertos por intento, era evidencia de ESP, y las
probabilidades generales contra el azar se calculaban usando estadísticas
matemáticas.
La parapsicología no es
un terreno muy transitado hoy en día, pero sí era un área de interés en los 80s
– aunque visto con desdén por gran parte del mundo académico. Continúa George P. Hansen en The Trickster and the
Paranormal:
La
parapsicología es un campo pequeño; En Estados Unidos se podría decir que menos
de 50 personas están profesionalmente familiarizadas con los hallazgos
científicos. Sólo dos laboratorios en Estados Unidos emplean a más de dos
investigadores a tiempo completo, y probablemente no haya más de 10
parapsicólogos profesionales a tiempo completo en Estados Unidos que realicen
investigaciones y las informen en revistas arbitradas. Además, algunos
profesores y académicos independientes realizan investigaciones. A pesar de su
pequeño tamaño, ha habido más de un siglo de investigaciones continuas,
profesionales y publicadas sobre estos temas. Dos revistas llevan más de 60
años publicándose y una más de cien. La revista de mayor calidad es la Journal
of Parapsychology. La investigación y las teorías se resumen en la serie
técnica Advances in Parapsychological Research editada por Stanley
Krippner (la última es el Volumen 8, 1997). Otro libro útil y magníficamente
documentado es The Future of the Body (1992) de Michael Murphy.
Este es el background de
los doctores Spengler, Stantz y Venkman en plena década de 1980, y creo que la
peli se ocupa muy bien de retratar el estado de los estudios parapsicológicos
en ese momento: vilipendiados por los pares y desfinanciados por las
instituciones.
Si bien la universidad de
Columbia no ha tenido laboratorio de Parapsicología – como en la película –, varias
universidades estadounidenses, como la universidad de Virginia, la ya
mencionada Duke, la de California, la Atlantic University y la University of
Philosophical Research. En Inglaterra hay unas cuantas: la universidad West of
England (Bristol), la universidad de Derby, la de Lancaster, la Manchester
Metropolitan, la de Northampton, y la de York.
Antes de ser expulsados
de Columbia, Spengler, Stantz y Venkman investigaban un caso en la Biblioteca
Pública de la ciudad de Nueva York de la cual huyen despavoridos después de un
encontronazo con el fantasma. Allí, a Spengler – el más “técnico” de los tres –
se le ocurre la idea de “atrapar” a los fantasmas y encerrarlos en una red de
contención laser.
Aquí me gustaría hacer
otro paréntesis.
Dan Aykroyd, guionista
del film – amén de ser uno de los protagonistas, Ray Stantz –, proviene de una
familia de espiritistas, una tradición familiar iniciada por su bisabuelo.
Samuel Augustus Aykroyd, nacido en 1855, era doctor en cirugía
dental e, investigando sobre anestesias y otras formas analgésicas de calmar el
dolor de los pacientes, descubrió el hipnotismo, y esto lo llevó al terreno
adyacente del espiritismo, muy de moda en la última mitad del siglo XIX.
Fascinado por el tema, comenzó a estudiarlo; mantuvo correspondencia con
figuras reconocidas de fines del siglo XIX y comienzos del siglo XX que
compartían sus inquietudes sobrenaturales, como Sir Arthur Conan Doyle, y
pronto su granja en Sydenham (Ontario, Canadá) se convirtió en sede de las
sesiones espiritistas semanales que organizara junto al médium Walter Ashurst.
Al igual que harían 90 años más tarde los Cazafantasmas, Samuel quería capturar
evidencia espectral – como el hipotético ectoplasma – para demostrar
científicamente la existencia de los espíritus. Durante años registró en
diarios los resultados de las sesiones espiritistas celebradas en su casa, y
recolectó cientos de cartas y artículos periodísticos sobre espiritismo y
fenómenos psíquicos.
Samuel Aykroyd falleció
en 1933, pero la antorcha espiritualista no se extinguió: su hijo Maurice (el
abuelo de Dan) se encargaría de mantenerla encendida. Maurice Aykroyd (nacido
en 1891) continuó con las sesiones y, trabajando como ingeniero en la Bell
Telephone Company, intentó crear un transmisor de radiofrecuencia que pudiera
comunicar a los vivos con los muertos; de hecho, consultó con
sus colegas sobre la posibilidad de construir una radio de cristales de alta
vibración como método mecánico para contactar con el mundo espiritual. Aquí se
puede ver otro paralelismo con los Cazafantasmas: además de inspirarse en el
intento de “capturar” fantasmas (o evidencia de ellos) de su bisabuelo Samuel,
Aykroyd toma de su abuelo Maurice la idea de fabricar un dispositivo
tecnológico para hacerlo.
El padre de Dan, Peter,
escribió un libro, A History of Ghosts (2009), basado en los diarios que
heredó de Samuel Aykroyd. En el prólogo, Peter Aykroyd escribe:
En
las familias, a menudo encontramos ejemplos de generaciones sucesivas de
maestros de escuela, personal militar y abogados. Las tradiciones son como
dinastías, a menudo la sombra alargada de una sola persona.
En
nuestra familia, esta persona era mi abuelo, Samuel Augustus Aykroyd, doctor en
cirugía dental, y la tradición que nos legó fue la experimentación con
fenómenos psíquicos. Hace cien años, comenzó a escribir diarios, cartas, reseñas
y artículos de opinión sobre temas de espiritismo y fenómenos psíquicos,
basados principalmente en las sesiones de espiritismo celebradas en su casa
utilizando un médium de trance completo.
Todo
esto era un territorio familiar para su hijo, mi padre, Maurice J. Aykroyd, que
era un experimentador y, como el Dr. Aykroyd, un humanista ético.
Mi
hermano Maurice Jr. y yo asistimos a muchas de las sesiones y, en silencio,
sentimos que teníamos el privilegio de ser parte de algo más grande que
nosotros mismos, pero debido a que el espiritismo tiene pocos dogmas, ninguna
liturgia, público poco consistente y es de fácil acceso, nadie sabía de esta
influencia en nuestras vidas. No fue hasta que fuimos adultos jóvenes que otras
influencias surgieron y resolvieron algunas de las grandes cuestiones de la
vida. Mi hermana, Judy Harvie, tuvo la misma tranquila seguridad, y los tres
podríamos caracterizarnos como humanistas éticos.
En
mis hijos, Dan y Peter Johnathan, la sombra se alargó dramáticamente y en la
era electrónica se extendió a todos los rincones del planeta.
En
la quinta generación, la sombra está ahí, pero mucho más débil. Todas las
dinastías acaban desapareciendo, y lo mismo ocurre con las tradiciones
familiares. Eso me lleva a este libro. Cuando los diarios del Dr. Aykroyd
cayeron en mis manos, pidieron a gritos que los pusieran en un libro y los
difundieran.
Dan Aykroyd escribió el
prólogo en el libro de su padre, allí dice:
La
gente me pregunta a menudo cómo hice para escribir Los Cazafantasmas. La
verdad es que a principios del siglo XX mi familia era parte de un fenómeno
cultural y social mundial impulsado por el deseo de establecer contacto con los
espíritus de los muertos, lo quisieran o no los muertos.
Mi
bisabuelo, Samuel Augustus Aykroyd, doctor en cirugía dental, presidía su
propio círculo familiar, y los asistentes tenían su propio médium, Walter
Ashurst, quien creían que actuaba como conducto de muchas y variadas
personalidades del más allá. Ya sea que uno crea o no en este tipo de cosas, mi
familia no estaba – ni está – sola en este tipo de actividades. Miles de
personas en la sociedad occidental realizan periódicamente sesiones de
espiritismo y apoyan a los médiums.
A
principios del siglo XX, los médiums y sus posteriores investigadores se
convirtieron en grandes estrellas y el espiritismo adquirió un carácter
claramente de espectáculo. ¿Hubo falsificaciones? ¿Engaños? Muchos, sin duda, y
algunos dirían que todos fueron trucos. Pero el barón Albert von
Schrenk-Notzing, el cazador de ectoplasma alemán, Sir Arthur Conan Doyle,
escritor de la serie de detectives Sherlock Holmes y Sir Oliver Lodge, eminente
científico y filósofo, eran hombres que tenían la esperanza de que algún día la
ciencia natural podría abarcar racionalmente lo sobrenatural como un hecho
probado.
Parte
del atractivo de Los Cazafantasmas se deriva del tono frío, racional y
de aceptación de lo fantástico como rutina que Bill Murray, Harold Ramis, el
director Ivan Reitman y yo pudimos mantener en la película.
Este
elemento surgió del interés de mi bisabuelo por el tema y de los libros que
coleccionaba. Se los legó a su hijo, mi abuelo, Maurice. Y su hijo, mi padre,
cuando era niño presenció sesiones de espiritismo y heredó los libros
familiares sobre el tema. Mi hermano Peter y yo los leímos con avidez y nos
convertimos en miembros de por vida de la Sociedad Estadounidense para la
Investigación Psíquica, y de todo esto se hicieron Los Cazafantasmas.
Dan y su hermano
aprendieron sobre fantasmas gracias a los libros de la biblioteca
heredada por su padre. Por eso no parece casual que el primer fantasma que
vemos en la película aparece, justamente, entre libros, en la Biblioteca
Pública de New York.
En una entrevista, el
actor contó:
Mi
madre me contó que cuando yo era recién nacido y me estaba amamantando, una
pareja de ancianos se apareció al pie de la cama. La imagen se disipó. Sacó un
álbum de fotografías y vio que era mi bisabuelo y su esposa, que venían a
visitar al nuevo hijo”.
Al parecer, su madre
llamó al padre de Aykroyd, sin embargo, las apariciones se esfumaron del cuarto.
Pero el interés de Dan
Aykroyd no se limita solamente a los espectros: es también un apasionado de los
OVNIs, miembro vitalicio de la MUFON (Mutual UFO Network) y consultor oficial para
Hollywood sobre el tema. En 2005 produjo el documental Dan Aykroyd:
Unplugged on UFOs. En una entrevista para la revista Psychic News
(18 de abril de 2009), declaró:
He
visto cuatro (OVNIs), y no puedo decir que sean naves extraterrestres, pero
tampoco que son de la Fuerza Aérea (…) Dos de ellos eran específicamente artefactos
aéreos de algún tipo (…) Uno de ellos tenía una luz, y otro tenía un color gris
opaco, y eran aeronaves, una de ellas volaba muy lento, y la otra estaba
flotando sobre mí
El actor contó que en una
ocasión también fue testigo de la aparición de dos Hombres de Negro. En 2002,
Aykroyd estaba trabajando como productor en un documental llamado Out There
para el canal SciFi con varios nombres reconocidos en el mundo de la ufología,
incluidos Colin Andrews, Linda Moulton Howe, Steven Greer y John Mack. Habían
filmado ocho episodios de la serie, que estaba pronta a emitirse.
El último día de la
filmación, Aykroyd salió a fumar un cigarrillo y respondió una llamada
telefónica de Britney Spears que quería hablar sobre un próximo episodio de
SNL. Mientras hablaba por teléfono, se giró y miró hacia la calle 42 de Nueva
York, donde notó un Sedan negro de patente borrosa con dos hombres dentro. Uno
de ellos, un hombre alto vestido de negro, se bajó del vehículo y lo miró mal.
Aykroyd lo vio y se giró dándole la espalda, pero cuando volvió a mirar, en
cuestión de medio segundo, el vehículo y el hombre habían desaparecido.
Dos horas más tarde le
fue informado a él y al elenco que el programa había sido cancelado y nunca
saldría al aire. Hasta el día de hoy nunca le fue dada una razón.
En fin, cuando Janine
Melnitz (Annie Potts) le lee un cuestionario a manera de entrevista de trabajo
a Winston Zeddemore (Ernie Hudson) preguntándole:
¿Cree
usted en los ovnis, las proyecciones astrales, la telepatía, la percepción
extrasensorial, la clarividencia, la fotografía espiritual, la telekinesis, los
médiums, el monstruo del lago Ness y la teoría de la Atlántida?
… en realidad parece
estar leyendo una lista de los tópicos de interés de Dan Aykroyd.
Venkman, Stantz y
Spengler, fuera ya del circuito académico, toman el asunto en sus propias
manos. Inician un negocio llamado “Cazafantasmas”, un “servicio profesional de
investigación y eliminación de fenómenos paranormales”, utilizando como base
una antigua estación de bomberos, y una ambulancia Cadillac Miller-Meteor de
1959 apodada “Ecto-1”, o “Ectomóvil” para desplazarse por la ciudad y
contratando a Janine Melnitz (Annie Potts) para manejar los teléfonos y el
trabajo administrativo.
Continuará…
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