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miércoles, 27 de mayo de 2015

Fragmento de "The Real Frank Zappa Book" (VII Parte)

Nuevo fragmento del libro "The Real Frank Zappa Book" (de F.Z. y Peter Occhiogrosso). Acá pueden leer la PRIMERA, SEGUNDA, TERCERA, CUARTA, QUINTA, y SEXTA PARTE

Traducción: Mazzu



Un Mero Descuido

Finalmente, MGM cometió un ‘error inocente’: se olvidaron de enviarnos un pequeño pedazo de papel diciendo: “ustedes todavía están bajo contrato con nosotros - todavía queremos que hagan discos para nosotros”.

Con eso como palanca, negociamos un “acuerdo de logo”. Bizarre Productions fue creado: un sello dentro de la estructura empresarial de MGM - una entidad semi-independiente - y así Cruising with Ruben & the Jets y Mothermania fueron lanzados por el sello Bizarre/Verve, y distribuidos por MGM.

Se dijeron un montón de tonterías en la prensa cuando salió Cruising with Ruben & the Jets, acerca de cómo había ‘engañado a la gente’. Escuché la historia que un DJ de Filadelfia que lo pasaba como loco hasta que se enteró de que era de the Mothers, momento en el que dejó de pasarlo. El hecho es que todo el mundo sabía que era de the Mothers of Invention porque lo decía en la portada: “Is this the Mothers of Invention recording under a different name in a last ditch attempt to get their cruddy music on the radio?(¿Son estos los Mothers of Invention grabando bajo un nombre diferente en un último intento de hacer llegar su sucia música a la radio?)

Concebí ese álbum en la misma línea que las composiciones del período neoclásico de Stravinsky. Si él pudo tomar las formas y los clichés de la época clásica y pervertirlos, ¿por qué no hacer lo mismo con las normas y las regulaciones que se aplicaban al doo-wop de los años cincuenta?

El oyente no iba a pensar que una canción como “Stuff Up the Cracks” era realmente una verdadera canción de los 50s. En términos de timbre, está justo en el límite (debido a las partes vocales) - pero esos acordes nunca habrían sido usados en el doo-wop original.

Las canciones de ese período estaban encerradas en una selección de tres fórmulas/sabores: I-VI-IV-V (“Earth Angel”), o I-II-I-II (“Nite Owl”), o I-IV-V (“Louie Louie”). Muy rara vez se oye un acorde III o un acorde VII bemol - o se escucha a alguien que va de I a un VII bemol. Hay sólo unos pocos ejemplos de ese tipo de desviación armónica durante los años cincuenta – siendo el mejor “This Paradise” de Donald Woods y the Bel-Aires, de Flip – por lo tanto nuestras progresiones de acordes no eran exactamente parte de esa tradición.

Lo que sí es coherente con la tradición en ese álbum fue el enfoque en la armonía, el tipo de estilo vocal y el timbre utilizado, y la simplicidad de la mayoría de los ritmos. Por supuesto, algunas de las letras estaban a un nivel sub-mongoloide, pero eso sólo era otra norma, llevada al extremo.

We made a wish and threw in a coin
And since that day
Our hearts have been joined
So all you young lovers,
Wherever you are
The Fountain of Love
Is not very far[1]

Frank Zappa & Mothers of Invention - Fountain of Love


¡Déjense de joder! ¿Qué es eso? ¿Una canción sobre una ducha vaginal, o qué? ¡Algunas personas toman ese tipo de letras en serio!

Hay algunos guiños en ese álbum, también. Por ejemplo, en el fadeout de “Fountain of Love” se pueden oír las primeras notas de La Consagración de la Primavera. Una canción tiene el coro de fondo de “Earth Angel” superpuesto sobre el coro de otra canción, y así sucesivamente.

La sátira en Ruben funcionaba en dos o tres niveles. Detesto las letras de amor. Creo que una de las causas de los problemas de salud mental en los Estados Unidos es que las personas crecen escuchando esas ‘letras de amor’.

Eres un chico joven y oyes todas esas ‘letras de amor’, ¿no? Tus padres no te están diciendo la verdad sobre el amor, y no puedes aprender realmente acerca de él en la escuela. Estás recibiendo la mayor parte de tus “normas de conducta” trazadas en la letra de una estúpida canción de amor de mierda. Es un entrenamiento subconsciente que crea el deseo de una situación imaginaria que nunca existirá para ti. Las personas que compran esa mitología van por la vida sintiendo que los dejaron afuera de algo.

Lo que me parece muy cínico en algunas canciones de rock and roll - especialmente hoy en día - es la forma en que dicen: “Vamos a hacer el amor”. ¿Qué clase de mamón dice mierdas como esa en el mundo real? Uno debería poder decir “vamos a coger”, o al menos “vamos a (rellene el espacio en blanco)-, pero tiene que decir “vamos a hacer el amor” para lograr que te pasen en la radio. Esto crea una corrupción semántica, cambiando el contexto en el cual la palabra ‘Amor’ es utilizada en la canción.

Cuando se ponen a babear sobre el amor como un “concepto romántico” - especialmente en las letras sensibles al estilo cantautor - es otro empujón en la dirección de los problemas de salud mental.

Afortunadamente, las letras de los últimos cinco o seis años han llegado a ser cada vez menos importantes, con grupos de ‘art rock’ y new wavers especializándose en letras ‘no sentenciosas’ o ‘intencionalmente intrascendentes’. La gente ha dejado de escuchar las letras - ahora son sólo ‘ruidos bucales en tono’.

Yendo hacia la Última Redada



En 1966 y ‘67, el L.A.P.D. y el Departamento del Sheriff estaban en guerra con los freaks de Hollywood. Cada fin de semana la gente era detenida (sin órdenes presentadas o cargos declarados) mientras caminaba en Sunset Boulevard, forzada a subir a autobuses policiales, llevada al centro, mantenida en prisión por la noche, y luego liberada - todo por tener el pelo largo.

Los lugares donde solían comer (Ben Frank’s en Sunset y Canter’s Deli en Fairfax) estaban bajo vigilancia constante. El gobierno de la ciudad amenazó con quitarle la licencia de licor a Elmer Valentine (del Whisky-A-Go-Go) si no dejaba de contratar bandas de pelilargos en su club. Ya no quedaba ningún lugar para trabajar en Hollywood.

Nuestro Nuevo Hogar

Gail y yo nos mudamos a Nueva York en 1967 para tocar en el Teatro Garrick en Bleecker Street. El primer lugar en donde paramos, antes de que pudiéramos encontrar un apartamento, fue el Hotel Van Rensselaer en la Eleventh Street. Estábamos en una pequeña habitación de los pisos superiores. Yo estaba trabajando en la ilustración de la portada del álbum Absolutely Free en un escritorio junto a la ventana. Recuerdo que el lugar estaba tan sucio que no pude evitar que el hollín manchara la ilustración.

Vivíamos a base de sándwiches y café del Smiler’s Deli que estaba a la vuelta de la esquina. Hacía tanto frío que si ponías un envase de leche en el alféizar de la ventana no se ponía feo durante días (pero cuando lo volvías a entrar estaba cubierto de hollín). Los Fugs, que también estaban trabajando en el Village por entonces, trataron de impulsar una protesta contra Con Ed (el presunto origen de este mal), instando a los ciudadanos preocupados ​​a enviar sus mocos por correo a la oficina central.

Nos sorprendió mucho esta mugre porque acabábamos de venir de California, donde teníamos una casa bastante agradable en Laurel Canyon (por doscientos dólares al mes) con una chimenea, dos dormitorios, una cocina, un garaje y nuestro propio pedazo de tierra en el patio trasero. Había árboles alrededor. Era bastante bonita, y teníamos privacidad.

Gail salió a buscar un apartamento cerca del Garrick y finalmente encontró un lugar en el 180 de la Thompson Street (Apartamento 3-C), a la vuelta del teatro. Hice una pausa en los ensayos y fui con ella a mirarlo. Cuando llegamos a la puerta encontramos a un borracho que se había desmayado allí, se había meado encima, y estaba encajado, bloqueando la entrada. En 1967, esto era lo que se conseguía en la ciudad de Nueva York por doscientos dólares al mes. Nuestro nuevo hogar tenía un dormitorio, un living/cocina y un cuarto de baño - con vista a una pared de ladrillo contra la ventana. Vivimos allí durante varios meses antes de encontrar un subarriendo cerca de la Séptima Avenida en Charles Street, la planta baja de un edificio de piedra marrón.

Fue todo un privilegio ocupar ese espacio durante la huelga de los basureros. La basura se amontonaba justo delante de la ventana de nuestro dormitorio. Escuchábamos a las ratas por la noche.

Durante el tiempo que vivimos en el cajón de Thompson Street, mi hermano vino a visitarnos desde Los Angeles junto a Dick Barber, su amigo de la escuela secundaria (que más tarde se convertiría en nuestro road manager) y otro amigo, Bill Harris (ahora un prominente crítico de cine). Los tres dormían en el piso del living.

En esa época tuve la idea para el álbum We're Only In It for the Money, y estaba buscando un artista capaz de crear la mejor parodia de la tapa del Sgt. Pepper. Me enteré de Cal Schenkel porque era el ex novio de la chica que fue nuestro acto soporte en el Garrick. Vino desde Filadelfia y me mostró su portfolio. Su material era genial, pero la única manera de contratarlo era encontrar un lugar para hospedarlo en Nueva York. (¿Y adivinen dónde fue?) Así que allí estaban Bobby, Bill, Calvin y Dick, en el suelo, en bolsas de dormir.




Durante ese verano, el ambiente en Greenwich Village era absurdo. Cualquier rumor, no importa cuán estúpido fuese, podía llegar a ser verdad - por lo que, en un punto, se rumoreaba que un hippie había matado a un infante de marina.

Circulaban historias de que los marines iban a venir al Village para matar a todos los hippies. Todas las personas con aspecto hippie vigilaban a todas las personas con aspecto de infante de marina. Todo el mundo pensó que en realidad no vendrían vestidos como Marines, por lo que también vigilaban a cualquier persona con el pelo demasiado corto, o con las uñas limpias.

En medio de todo esto estábamos trabajando el Garrick seis noches a la semana (dos shows por noche), y ensayando en la tarde.

El clima de Nueva York en verano es bastante molesto. En cierto momento, alrededor del primero de junio, el aire acondicionador murió y el dueño del teatro (el papá de David Lee Roth, me han dicho) decidió que arreglarlo costaba demasiado.

Imagínense una habitación como un largo y estrecho túnel (en realidad, un ex cine de “películas artísticas”) para unas trescientas personas; con unos 38º grados en todo momento, totalmente húmedo y sin circulación de aire.

El suelo del escenario tenía una alfombra verde. Cuando filmamos el vídeo de “Mr. Green Genes”, la gente en escena había pisoteado un montón de verduras y crema batida sobre él, y nunca lo limpiaron.

La jirafa de peluche y otros juguetes que usábamos en el show estaban en una caja al lado del escenario, junto con trozos de vegetales muertos. Toda la materia orgánica dentro del teatro había comenzado a reproducirse, y estaba produciendo ‘un mal olor’.

¿Dónde está la carne?

Las verduras podridas eran sólo una parte de la temprana ‘declaración de entretenimiento’ de los M.O.I.  Una vez propuse la construcción de un aparato que iba a ser una cruza entre una horca y una ducha antigua. La cortina de la ducha sería una bandera de Estados Unidos, y detrás de ella, colgando de la horca, habría una media res (a temperatura ambiente). Propuse ingresar esto al final de cada show, tocar una fanfarria y abrir la cortina, liberando las moscas sobre la audiencia.

Nuestros Muchachos Uniformados

De todos modos estábamos allí todas las tardes, ensayando. Un día, tres infantes de marina, en uniforme de gala, entraron por la puerta, se sentaron en la primera fila - y se quedaron allí, callados. Les pregunté cómo estaban y, por supuesto, si querían pasar.

Les pregunté si conocían alguna de las canciones. Uno de ellos dijo que sí, que conocía “House of the Rising Sun” y “Everybody Must Get Stoned”. Le dije: “eso es genial. ¿Les gustaría cantar con nosotros esta noche? Nos encantaría tener a unos Marines cantando en el escenario con nosotros”. Ellos dijeron que sí, lo harían. Les dije: “cruzando la calle está el Tin Angel, vayan a tomarse unos tragos y vuelvan cuando empiece el show”. Cuando regresaron, los hice subir al escenario - a pesar de que debía haber regulaciones que les prohibían hacer ese tipo de cosas vistiendo uniforme - y los hice cantar “Everybody Must Get Stoned”. Para ese momento estaban bastante borrachos, así que les sugerí: “¿Por qué no le muestran a la gente de la audiencia lo que hacen para ganarse la vida?”.

Yo les entregué un enorme bebé muñeco y les dije: “supongan que este es un bebé ‘amarillo’”. Ellos procedieron a desgarrar y mutilar al muñeco mientras tocábamos. Fue realmente horrible. Cuando terminaron, les di gracias y, con un acompañamiento musical tranquilo, le mostraré a la audiencia los pedazos destrozados del muñeco.

Nadie se reía.

La Nueva Costurera de Jimi



En otra ocasión, Jimi Hendrix vino a casa. Nunca nos habían presentado antes de eso, y no puedo recordar cómo nos conocimos - probablemente nos encontramos en el Tin Angel. Unos días más tarde vino a visitar nuestro cubículo en Charles Street con su amigo, el baterista Buddy Miles. Jimi llevaba pantalones de terciopelo verde – con muchos adornos – e iban de parranda. (Lo único que dijo Buddy fue “hola, Frank” luego de lo cual se sentó en el sofá, se echó hacia atrás y se desmayó, roncando.) Estuvieron allí por espacio de una hora y media. Buddy se echó una buena siesta, y Hendrix se rasgó los pantalones en la entrepierna mientras demostraba un paso de baile. Gail se los cosió. Cuando llegó la hora de partir, dijo: “Vamos, Buddy”. Los ronquidos se detuvieron, y se fueron.

Sal Lombardo

Un día, de camino a almorzar en el T.A., un hombre vestido con un traje de piel de ante - en julio - con una barba negra desaliñada y pelo sobresaliendo por todos lados, se acercó a mí y me dijo: “Quiero estar en tu banda”. “¿Qué tocas?” le pregunté. “Nada”, respondió. “Está bien”, le dije, “tienes el trabajo”. El tipo se llamaba Sal Lombardo.

Más tarde esa noche, le di unas maracas y una pandereta - él no cobraba, pero estaba de pie en el escenario y ‘estaba en la banda’.

Parte de nuestro show incluía el concepto de noche de ‘recreación obligatoria’ - una especie de participación de la audiencia, pero más peligrosa.

Mientras tocábamos, yo me agachaba y decía, “Sal, ¿ves a ese tipo de allá? Ve a buscarlo”. Sal entonces iba a buscar al tipo de la audiencia y lo arrastraba al escenario. Entonces era mi privilegio el de inventar “actividades recreativas” para estos individuos desafortunados, induciéndolos a ‘participar’. Se puede ver a Sal en el video de Uncle Meat. Él es el hombre acostado con una mazorca de maíz en la boca, que recibe crema batida a chorros en su cara durante “Mr. Green Genes”. Esa noche todo su traje de piel de ante quedó cubierto de verdadera crema batida. Nunca lo hizo limpiar. ¿Saben cómo huele la verdadera crema batida sobre un traje de ante a más de 38º? Estamos hablando de bestialismo aquí.

Cuando dejamos de trabajar en el Garrick, Sal se fue a América del Sur para encontrar una Ciudad Prohibida. Volví a verlo unos diez o doce años más tarde, cuando apareció en un concierto en Sacramento. Manejaba una pizzería por entonces. Juró que había encontrado la Ciudad Secreta de (llene el espacio con una palabra de nueve sílabas) en América del Sur – que albergaba incalculables riquezas - pero que no había tenido ninguna manera de sacar y traerse todos esos tesoros.

Loeb & Leopold

Había dos chicos judíos provincianos que tenían asistencia perfecta a los shows del Garrick. Se presentaban como ‘Loeb & Leopold’ (no eran los verdaderos ‘Loeb & Leopold’, pero sí eran una copia muy realista). Fueron como mínimo a treinta shows.

Al final de nuestra serie de conciertos vinieron detrás del escenario, abrieron sus billeteras y, con lágrimas en los ojos, me mostraron todos sus boletos de entrada. Realmente amaban aquellos shows del Garrick.

A uno de ellos - estoy bastante seguro de que su nombre era Mark Trottiner - le gustaba correr por el pasillo, saltar al escenario, quitarme el micrófono de la mano y gritar en él lo más fuerte posible. Luego se tiraba al suelo, daba vueltas como a un perro y me instaba a escupirle Pepsi-Cola en todo el cuerpo. Aquello apasionaba a la audiencia.

Diez años más tarde, yo estaba tocando en un show de Halloween en el Palladium, y miré hacia el público y creí verlo. Tenía que ser él. Le dije: “¿No eres el tipo que solía...?”  Era él. Ahora era distribuidor de discos en Queens.

Louie el Pavo

Otro habitué era un tipo al que llamábamos “Louie el Pavo” - a causa de su risa. Su verdadero nombre era Louis Cuneo. Terminó en el álbum Lumpy Gravy como una de las personas que hablan de cosas incomprensibles dentro de un piano.

Siempre sabíamos cuando Louie estaba en el teatro porque lo podíamos escuchar desde el fondo del salón. Yo lo invitaba al escenario, le daba un taburete para sentarse, le entregaba el micrófono y detenía la música. Él simplemente estaba allí sentado y se reía - de nada - y todo el público se reía con él durante cinco minutos. Luego le agradecíamos, y se iba.

Función Privada



Abrimos la serie de shows en el Garrick durante las vacaciones de Pascua de 1967. La cola daba la vuelta de la manzana, en la nieve. Sin embargo, tan pronto como volvieron a empezar las clases, la concurrencia se desplomó. En nuestra peor noche el público eran tres personas. Les dijimos que íbamos a darles una función privada, de entretenimiento personalizado.

Había un pasillo en la parte trasera del Garrick que llevaba a la cocina del Cafe au-Go-Go. Toda la banda bajó y conseguimos sidra caliente y montones de bocadillos. Pusimos toallas sobre nuestra brazos, como camareros, volvimos, servimos a nuestro público sus refrescos y charlamos con ellos durante una hora y media.

En otra ocasión tuvimos sólo diez o quince personas. Les preguntamos si les gustaría ser la banda esa noche. Ellos pensaron que era una buena idea, así que les dimos nuestros instrumentos, nos sentamos en las butacas durante una hora y media y los escuchamos tocar a ellos.

Tom & Jerry

Yo me encontraba en la tienda de instrumentos musicales de Manny en Nueva York en algún momento de 1967, y afuera estaba lloviendo. Entró un tipo bajito, bastante mojado, y se presentó como Paul Simon. Dijo que quería que yo fuera a cenar a su casa esa noche, y me dio la dirección. Yo dije que sí y fui.

Cuando entré en su casa, Paul estaba en cuatro patas frente a lo que parecía ser un estéreo Magnavox - el mismo modelo preferido por el “Stumbler” de Sun Village. Tenía la oreja derecha contra el altavoz, escuchando un disco de Django Reinhardt.

En cuestión de segundos - sin razón aparente - anunció que estaba molesto porque tenía que pagar seiscientos mil dólares de impuestos a la ganancia ese año. Esta fue información totalmente gratuita, y yo me dije a mí mismo “si tan solo pudiera ganar seiscientos mil dólares...” ¿Cuánto tienes que ganar para tener que pagar tanto impuesto? Luego entró Art Garfunkel, y charlamos y charlamos.

Hacía rato que no salían de gira, y estaban recordando los “viejos buenos tiempos”. Yo no sabía que antes se habían llamado Tom & Jerry, y que una vez tuvieron un hit llamado “Hey, Schoolgirl in the Second Row”.

Les dije: “Bueno, puedo entender su deseo de experimentar los placeres de estar nuevamente de gira, así que voy a hacerles esta oferta... estaremos tocando en Buffalo mañana por la noche. ¿Por qué no vienen y abren para nosotros como Tom & Jerry? No se lo diré a nadie. Simplemente agarran sus cosas, suben al escenario y cantan “Hey, Schoolgirl in the Second Row” -. Toquen solamente sus temas viejos, no canciones de Simon & Garfunkel”. Les encantó la idea y dijeron que lo harían.

Ellos abrieron como Tom & Jerry; nosotros hicimos nuestro show, y en los bises le dije a la audiencia, “me gustaría traer de vuelta a nuestros amigos para que hagan otra canción”. Ellos salieron y tocaron “Sounds of Silence”. En ese punto todo el mundo se dio cuenta de que eran los únicos y magníficos Simon & Garfunkel. A la salida, después de la función, una mujer con educación universitaria se me acercó y me dijo, “¿Por qué hiciste eso? ¿Por qué te burlas de Simon & Garfunkel?” - como si yo les hubiera gastado una especie de broma cruel a ellos. ¿Qué carajo se creía que acababa de pasar? ¿Que estas dos superestrellas habían caído de la nada y que los habíamos obligado a cantar “OOO-boppa-loochy-bah, she's mine!”?







[1] Pedimos un deseo y tiramos una moneda/ Y desde ese día/ Nuestros corazones se han unido/ Así que jóvenes amantes,/ Donde quiera que estén/ La Fuente del Amor/ No queda lejos

viernes, 23 de enero de 2015

Fragmento de "The Real Frank Zappa Book" (VI Parte)

Nuevo fragmento del libro "The Real Frank Zappa Book" (de F.Z. y Peter Occhiogrosso). Acá pueden leer la PRIMERASEGUNDATERCERACUARTA PARTE, y QUINTA PARTE

Traducción: Mazzu




Who Are the Brain Police?


Tom Wilson regresó a Los Ángeles para las sesiones. Ya estaba en la cabina de control cuando empezamos la grabación de la primera canción, “Any Way the Wind Blows”. Él estaba siguiendo el ritmo con su pie y asintiendo con la cabeza (al igual que los productores de discos en las películas). La segunda canción fue “Who Are the Brain Police?”...

“Who Are the Brain Police?”


What will you do if we
Let you go home, And the plastic's all melted
And so is the chrome --
WHO ARE THE BRAIN POLICE?

What will you do when the
Label comes off,
And the plastic's all melted
And the chrome is too soft --
WHO ARE THE BRAIN POLICE?

What will you do if the
People you knew
Were the plastic that melted
(And the chromium too?)
WHO ARE THE BRAIN POLICE?

“Who Are the Brain Police?” del álbum Freak Out!, 1966

Pude ver por la ventana que él estaba al teléfono para llamar a su jefe - probablemente para decirle: “Bueno, eh, no son exactamente una ‘banda blanca de blues’, pero... algo así”.

Freak Out! era un álbum doble, y todas las canciones trataban sobre algo. No era como si hubiéramos tenido un solo hit y necesitábamos construir algún relleno para completar el disco. Cada canción tenía una función dentro de un concepto satírico general.

You're probably wondering
Why I'm here,
And so am I! So am I!
Just as much as you wonder,
'Bout me bein' in this place,
That's just how much I marvel
At the lameness on your face --
You rise each day the same old way,
And join your friends out on the street,
Spray your hair
And think you're neat,
I think your life is incomplete,
But maybe that's not for me to say --
They only pay me here to play.

“You're probably wondering Why I'm here” del álbum Freak Out !, 1966



Cuanto más avanzaban las sesiones, más entusiasta se ponía Wilson. A mitad de la semana le dije, “Me gustaría alquilar un equipo de percusión por quinientos dólares (recordemos que era 1965) para la sesión de la medianoche del viernes, y quiero llevar a todos los freaks (loquitos) de Sunset Boulevard al estudio para hacer algo especial”. Él estuvo de acuerdo.

Teníamos el equipo y a los freaks y, a partir de la medianoche, grabamos lo que resultó ser el lado cuatro del álbum. Wilson estaba en ácido esa noche. Yo no lo sabía - me lo dijo después. He tratado de imaginar lo que debe haber estado pensando, sentado en esa sala de control, escuchando toda esa mierda extraña que salía por los altavoces, y siendo responsable de decirle al ingeniero, Ami Hadani (que no estaba en ácido), lo que debía hacer.

¿Qué importa el nombre?

Para cuando Freak Out! fue editado y puesto en forma de álbum, Wilson había gastado veinticinco o treinta mil dólares del dinero de MGM - una suma grotesca en aquellos días, incluso para un LP doble. (De hecho, creo que Freak Out! fue el primer LP doble de rock)

Nos informaron que no podrían lanzar el disco – los ejecutivos de MGM estaban convencidos de que ningún DJ pondría en el aire un disco hecho por un grupo llamado “Las Madres” (como si nuestro nombre fuera a ser el Gran Problema).

Insistieron en que lo cambiáramos, por lo que la línea es:

“Por necesidad, nos convertimos en los Mothers of Invention”[1].

Freak Out! de “The Mothers of Invention” finalmente llegó a las calles. Los oyentes de la época estaban convencidos de que yo estaba hasta las cejas con productos químicos. De ninguna manera. De hecho, tuve varias discusiones con los chicos de la banda, que sí consumían “productos de entretenimiento que alteran la conciencia”. El asunto estalló en una reunión de la banda cuando Herb Cohen quiso deshacerse de Mark Cheka. Cohen dijo que podíamos seguir dándole un porcentaje a Mark, pero que él quería hacerse cargo, ya que, básicamente, Mark no sabía nada sobre cuestiones de managers.

“Bueno, ya que estamos limpiando la casa aquí”, pensaron algunos de los Mothers, “vamos a deshacernos del pelotudo de Zappa también”. Sí, amigos, algunos miembros de la banda querían que yo me fuera y los dejara tranquilos porque (no se rían) yo no tomaba drogas.

La línea clásica de la reunión estuvo a cargo de Ray Collins: “¡Tienes que ir a Big Sur y tomar ácido con alguien que crea en Dios!”. Fiiiiiiuuuuuu.

Nuestra primera gira






Sin dejarme intimidar por esta fascinante sugerencia, continué mis deberes como el “pelotudo residente”. La primera gira de The Mothers of Invention se llevó a cabo en 1966, en momentos en que casi nadie fuera de L. A. y San Francisco tenía el pelo largo. Nosotros éramos tipos feos con ropa rara y pelo largo: justo lo que el mundo del espectáculo necesitaba. A la mierda todos aquellos grupos de chicos lindos.

Era una gira de promoción de bajo presupuesto, organizada por MGM, que nos llevaba primero a Washington DC para un show de TV llamado Swingin’ Time en el canal 20 - un espectáculo televisivo de baile para los hijos e hijas de los líderes de nuestra nación.

El show había preparado un “Freak Out Dance Contest” (concurso de baile loco), e invitaba a los participantes a vestirse “locamente” para el evento. ¿Cuán locos estaban? El tipo más raro en la sala llevaba dos calcetines de diferente color.

En Detroit, hicimos un programa de televisión donde se nos pidió hacer algo perverso: “hacer un playback de nuestro hit”. No teníamos un ‘hit’, pero el productor dijo: “hagan un playback de su hit - o de lo contrario...”. Así que le pregunté: “¿Tienen un departamento de utilería aquí?” Afortunadamente sí lo tenían.

Allí junté un surtido de objetos al azar y construí un escenario. Nos habían pedido que fingiéramos tocar o bien “How Could I Be Such a Fool?” o “Who Are the Brain Police?” así que sugerí que cada miembro del grupo eligiera una acción física repetible, no necesariamente en sincronía (o ni siquiera relacionada) con la letra, y la hiciera una y otra vez hasta que finalizara nuestra actuación en el show – la primera bocanada de dadaísmo casero en horario estelar que hubo en Detroit.

Siguiente parada: Dallas. Volamos a Love Field y nos encontramos caminando por un pasillo largo, lleno de soldados y marineros – que se quedaron tiesos, mirándonos con incredulidad. No dijeron nada. No nos arrojaron nada. No nos balearon como en Easy Rider - simplemente se quedaron allí, mirándonos.

Entonces fuimos llevados a un centro comercial, un lugar en la planta baja donde otro espectáculo de baile de TV para adolescentes estaba en marcha. Tocamos en vivo en ese.

El punto culminante de la actuación fue Carl Franzoni, nuestro “chico go-go”. Llevaba calzas de ballet, y bailaba el twist violentamente. Los testículos de Carl son enormes. Tiene un bulto mucho más grande que una panera. Las expresiones en los rostros de las adolescentes bautistas que observaban su grandeza es un recuerdo atesorado.


Mi Fabulosa Esposa
  



Al final de esta agotadora gira por tres ciudades, me presentaron a una zorrita fascinante que trabajaba como secretaria en el Whisky-a-Go-Go: Adelaide Gail Sloatman. Luego de un par de minutos (no se rían) me enamoré, y nos fuimos a vivir juntos – para finalmente conmemorar la unión en una ceremonia civil realmente ridícula en 1967.

Nos casamos un par de días antes de que yo saliera para nuestra primera gira europea. Ella estaba embarazada de nueve meses, a punto de parir. Fuimos a la Alcaldía de Nueva York, y llegamos justo antes de la hora de cierre. Yo no tenía anillo de bodas - de hecho, Gail aún no tiene anillo de bodas.

Había una máquina expendedora de bolígrafos que llevaban la inscripción “Felicitaciones del alcalde Lindsay” a diez centavos cada uno. Tuve que comprar uno con el fin de llenar el formulario.

Luego nos metieron en uno de los pequeños “cubículos de casamiento”. Adentro era verde, y me recordó a una mesa de billar. En el medio de la habitación había una réplica barata de púlpito hecha con fórmica. Sobre ella había un reloj del tipo que uno marca cuando entra a trabajar. El hombre a cargo marcó nuestra tarjeta, recitó La Fórmula, y pidió El Anillo. Yo le dije que tenía un bolígrafo, y lo apunté al abultamiento del vestido maternal de Gail.

Sí, amigos, tengo algo en común con mi hermano-en-Cristo, Pat Robertson - excepto que yo nunca he mentido al respecto.


Brown Shoes Don’t Make It

En su lanzamiento inicial, MGM nos informó que las ventas de Freak Out! alcanzaron unas míseras treinta mil unidades - no fue un éxito precisamente. Nuestras regalías eran de sesenta o setenta centavos por copia, que no era tan estupendo tampoco. En los números, al menos, era un fracaso. Los estados contables indicaban que le debíamos dinero a MGM.

Cuando llegó el momento de hacer nuestro segundo álbum, Absolutely Free, MGM proclamó que no podíamos gastar más de once mil dólares en él.

A world of secret hungers,
Perverting the men who make your laws
Every desire is hidden away,
In a drawer, in a desk,
By a Naugahyde chair,
On a rug where they walk and drool,
Past the girls in the office.

“Brown Soes Don’t Make It”, del álbum Absolutely Free, 1967





Cómo solían Atornillarte




Los horarios de grabación eran ridículos, haciendo imposible perfeccionar cualquier cosa en el álbum. Era la clase de mierda típica que teníamos que aguantar antes de que yo tuviera mi propio estudio. Cuando uno graba para ‘un sello’, siempre está trabajando con el presupuesto que ellos deciden - con sus horarios. Cuando el presupuesto se agota, ya está. Si el master no suena bien, ¿qué coño les importa? Se publica de todos modos – para ellos es sólo un “producto”.

Durante este período, comencé a escuchar rumores sobre problemas dentro de la MGM. Tenían uno de los discos más vendidos de todos los tiempos: la banda sonora de Dr. Zhivago - pero resultó que al menos un cuarto de millón de unidades habían desaparecido por la puerta trasera de la planta de prensado, y lo mismo parecía haber sucedido con los álbumes de otros artistas de MGM, entre ellos el nuestro.

Este truco se llama “excedente de prensado”. Era bastante simple: la planta de prensado recibía la orden de prensar, por ejemplo, dos mil unidades de Dr. Zhivago. Alguien (¿quién? todavía no sabemos) le decía al tipo que operaba la prensa que imprimiera cuatro mil unidades, entonces algún otro tipo iba en medio de la noche, abría la parte de atrás de su camioneta (o camión o lo que fuera), cargaba las cajas de discos, conducía hasta otro estado y, o bien vendía los discos a ‘distribuidores amigables’ o los cambiaba por habitaciones llenas de muebles - y los artistas involucrados recibían una declaración contable que mostraba la mitad de lo que realmente eran sus ventas. Todo el mundo la estaba pasando tan bien en ‘flower-power-landia’ que nadie se percataba de la estafa. Eso fue sólo el comienzo de mis problemas con las compañías discográficas multinacionales. Para 1984 había demandado a los dos gigantes de la industria, CBS y Warner, y había aprendido mucho más sobre estas ‘prácticas creativas de contabilidad’.

Atravesamos una importante batalla legal con MGM por las regalías de esos primeros LPs. Tardó cerca de ocho años en resolverse. Parte de su defensa en el caso se basaba en la afirmación de que habían sufrido (no se rían) un INCENDIO Y una inundación en la parte del edificio donde se almacenaban precisamente esos discos.

Un hijo de puta enfermo con una hoja de afeitar

Por lo general no escucho mis discos una vez que están terminados y son lanzados al mercado, pero en 1968, durante la segunda gira europea, We’re Only In It for the Money ganó el equivalente holandés de un Grammy.

Hubo una ceremonia de premiación, en la que me entregaron una estatuilla - con el disco sonando de fondo. Me di cuenta de que faltaban trozos enteros de algunas canciones. Alguien en MGM se sintió ofendido por las letras y las habían cortado arbitrariamente - en un caso, alrededor de ocho compases de música - lo suficiente para joder la canción hasta el puente.

La Gran Ofensora era una línea de la canción “Let's Make the Water Turn Black”:

And I still remember Mama,
With her apron and her pad[2],
Feeding all the boys at Ed's Cafe --

Yo no podía entender por qué alguien cortaría eso. Años más tarde me enteré de que un ejecutivo de MGM estaba convencido de que la palabra “pad” (cojinete) se refería a una toalla femenina. Se obsesionó con la idea de que una camarera en algún lugar estaba alimentando a las personas en un restaurante con toallas femeninas, y exigió (en violación de nuestro contrato) que fuera quitado. Ese tipo necesita ver a un médico.

Cuando me di cuenta de que el disco había sido censurado, le dije a la gente en la ceremonia: “No puedo aceptar esta estatuilla. Prefiero que el premio sea entregado a la persona que modificó el disco, porque lo que están escuchando es más un reflejo de SU trabajo que del mío”. Les entregué el premio a algunas personas de una publicación ‘contracultural’ de rock, que lo profanaron bien y lo pusieron en exhibición en su oficina.

Mocos del Infierno

“Let's Make the Water Turn Black” (Hagamos que el Agua se Ponga Negra) era una historia verdadera sobre dos hermanos, Ronnie y Kenny Williams – un par de músicos que conocí en 1962 durante la primera época de Paul Buff/Pal Records (fue Ronnie quien me presentó a Paul).

Es difícil describir a estos tipos, a su familia y sus “aficiones” – mucho sonará ficticio - Sin embargo, les aseguro que todo esto ha sido documentado en cinta, en sus propias palabras.

La familia era de Arkansas. El papá (Dink) era un vendedor de muebles en San Bernardino, pero, en sus años mozos, solía tocar ‘huesos’ o ‘cucharas’ en un espectáculo de juglar. Para revivir la época dorada de antaño él, de vez en cuando, obligaba a sus hijos a acompañarlo (Ronnie en guitarra, y Kenny en trombón) en el living en la repetición de una rutina juglar llamada “Lazy Bones”.

Los chicos a menudo veían esto como un inconveniente, ya que estaban fascinados y en constante perfeccionamiento de nuevas técnicas para El Noble Arte De Incendiar Pedos. Kenny me explicó que era algo científico – demostraba (esta es una cita real) la “compresión, ignición, combustión y el escape”.

No puedo recordar el nombre de la madre, pero era una señora agradable y trabajadora que ayudaba a pagar el alquiler trabajando de camarera en un lugar llamado Ed’s Cafe, en Ontario.

Ronnie asistió a la escuela secundaria en Chula Vista, un suburbio de San Diego, y la abandonó en su segundo año. Mientras estaba en la escuela, ganaba dinero vendiendo ‘vino de pasas’ casero a los chicos de su clase. Era una creación diabólica, hecha de pasas, levadura, azúcar y agua – luego fermentada al sol (por lo menos durante un par de días) en jarros de conserva en el techo de la vieja casa. (Si les interesa intentarlo ustedes mismos, recuerden, como Ronnie me explicó una vez, que: “Tienes que esperar a que las pasas se hinchen hasta ser aproximadamente del tamaño de un sorete de ciervo...”) Esto eventualmente le provocó problemas cuando, en un intento de aumentar el nivel de octanaje de su producto, construyó un alambique en el patio trasero, y explotó.

Siempre profesional, llevaba un grueso libro de ‘recetas’ para hacer bebidas nuevas e inquietantes. Él lo llamaba LA MACHA. Cuando finalmente confió en mí lo suficiente como para mostrarme aquella obra maestra, le pregunté, “¿Por qué lo llamas la macha?

Tragó un poco de flema sinusal y dijo: “Porque me recuerda a ‘la mafia’ – jua, jua ...

Después de la explosión, la familia se mudó a Ontario, California. Kenny fue arrestado por algo (no sé qué) y fue a un reformatorio. En las entrevistas grabadas, se refiere a esta experiencia diciendo: “Mientras yo estaba en el internado –”

Así, mientras Kenny estaba ausente en el ‘internado’, Ronnie y su amigo Dwight Bement (quien eventualmente fuera saxofonista de Gary Puckett and the Union Gap) tenían la casa más o menos para ellos solos. Ambos padres trabajaban, así que los chicos estaban en el Paraíso del Desertor Escolar, y pasan sus días jugando al póker en el dormitorio de Ronnie.

Durante los juegos (no podemos estar seguros de cómo empezó esto), comenzaron una competición de ‘embadurnamiento de mocos’ en la ventana junto a la cama. Esta ventana eventualmente se volvió opaca. Un día, la mamá asomó la cabeza en la habitación y se puso histérica, exigiendo la remoción inmediata de aquél ‘glaseado’. Según Ronnie: “Tuvimos que usar (limpiador) Ajax y una espátula para remover esa cosa maldita”.

Finalmente, Kenny regresó del ‘internado’. Por alguna razón no quería quedarse en la casa, y por lo tanto se instaló en el garaje – junto a Motorhead (esto fue antes de que Motorhead se mudara conmigo).

Era invierno cuando estaban allí y, como no había baño en el garaje - y no deseaban luchar contra los elementos - los chicos meaban en los frascos de la madre, alineados a lo largo de la pared del garaje, a la espera de ser llenados con las frutas en conserva de la próxima temporada.

Pues bien, Ronnie no era el único jugador de cartas de la familia – a Kenny también le gustaba jugar - y durante algunas de las frías noches de invierno, Kenny y Motorhead fueron anfitriones de varias partidas junto a otros chicos divertidos del barrio. Con el tiempo, la cerveza hacía efecto, y todo el mundo empezó a mear en los jarros. Los frascos no fueron arrojados a la basura- fueron guardados como “trofeos”.

Muchas partidas más tarde, los chicos se quedaron sin frascos. La solución a este problema vino en la forma de una gran vasija de cerámica (como la que Ronnie utilizaba para fermentar las pasas).

Durante una ceremonia festiva, todos los frascos de trofeos fueron vertidos en la vasija - sólo para averiguar la cantidad de orina que había allí (“¡Guau! ¡Mira eso! ¡Realmente estamos meando mucho! ¡Jesucristo, qué cantidad de meada tenemos aquí! ¡Ja, ja, ja!).

Finalmente, Kenny se mudó de nuevo a la casa, y Motorhead se mudó conmigo. Unos pocos meses después, Motorhead visitó a Kenny y, sólo por los viejos tiempos, echó un vistazo a la vasija del garaje. Levantando la tabla que la cubría, contempló varios ‘habitantes’ nadando en la orina – ‘cosas’ desconocidas que parecían algo así como renacuajos.

Kenny pescó uno de ellos y lo dejó caer sobre un banco. Tenía cola, y una cabeza que Kenny describió como “tan grande como la uña de su dedo meñique - blanca, con un punto negro en el centro...

Motorhead lo pinchó con un clavo y “una cosa clara salió de adentro”. Orgullosos de su descubrimiento científico, informaron a Dink. Posteriormente fueron instruidos por el desconcertado vendedor de muebles a “verter toda esa maldita cosa por el inodoro”, que es lo que hicieron - y hasta la fecha, amigos, en algún lugar de las profundidades del sistema de alcantarillado de Ontario, horribles gusanos de jalea gorgotean y se multiplican – a la espera de su momento de “heavy rotation” en la MTV.



“Let's Make the Water Turn Black” del álbum We're In It Only for the Money, 1968




[1] Zappa hace un juego de palabras con el dicho ”la Necesidad es la Madre de la Invención”
[2] “Y todavía recuerdo a Mamá/ con su delantal y su cojinete/ alimentando a los chicos en el Ed’s Café”