Nuevo fragmento del libro "The Real Frank Zappa Book" (de F.Z. y Peter Occhiogrosso). Acá pueden leer la PRIMERA, SEGUNDA, TERCERA, CUARTA PARTE, y QUINTA PARTE
Traducción: Mazzu
Who Are the Brain Police?
Tom
Wilson regresó a Los Ángeles para las sesiones. Ya estaba en la cabina de
control cuando empezamos la grabación de la primera canción, “Any Way the Wind
Blows”. Él estaba siguiendo el ritmo con su pie y asintiendo con la cabeza (al
igual que los productores de discos en las películas). La segunda canción fue “Who Are the Brain Police?”...
“Who Are the Brain Police?”
What will you do if we
Let you go home, And the plastic's all melted
And so is the chrome --
WHO ARE THE BRAIN POLICE?
What will you do when the
Label comes off,
And the plastic's all melted
And the chrome is too soft --
WHO ARE THE BRAIN POLICE?
What will you do if the
People you knew
Were the plastic that melted
(And the chromium too?)
WHO ARE THE BRAIN POLICE?
“Who Are the
Brain Police?” del álbum Freak Out!,
1966
Pude
ver por la ventana que él estaba al teléfono para llamar a su jefe -
probablemente para decirle: “Bueno, eh, no
son exactamente una ‘banda blanca de
blues’, pero... algo así”.
Freak Out! era un álbum
doble, y todas las canciones trataban sobre
algo. No era como si hubiéramos tenido un solo hit y necesitábamos construir
algún relleno para completar el disco. Cada canción tenía una función dentro de
un concepto satírico general.
You're probably wondering
Why I'm here,
And so am I! So am I!
Just as much as you wonder,
'Bout me bein' in this place,
That's just how much I marvel
At the lameness on your face --
You rise each day the same old way,
And join your friends out on the street,
Spray your hair
And think you're neat,
I think your life is incomplete,
But maybe that's not for me to say --
They only pay me here to play.
“You're probably
wondering Why I'm here” del álbum Freak
Out !, 1966
Cuanto
más avanzaban las sesiones, más entusiasta se ponía Wilson. A mitad de la semana
le dije, “Me gustaría alquilar un equipo
de percusión por quinientos dólares (recordemos que era 1965) para la sesión de
la medianoche del viernes, y quiero llevar a todos los freaks (loquitos) de
Sunset Boulevard al estudio para hacer algo especial”. Él estuvo de
acuerdo.
Teníamos
el equipo y a los freaks y, a partir
de la medianoche, grabamos lo que resultó ser el lado cuatro del álbum. Wilson
estaba en ácido esa noche. Yo no lo sabía - me lo dijo después. He tratado de
imaginar lo que debe haber estado pensando, sentado en esa sala de control,
escuchando toda esa mierda extraña que salía por los altavoces, y siendo
responsable de decirle al ingeniero, Ami Hadani (que no estaba en ácido), lo
que debía hacer.
¿Qué importa el
nombre?
Para
cuando Freak Out! fue editado y puesto
en forma de álbum, Wilson había gastado veinticinco o treinta mil dólares del
dinero de MGM - una suma grotesca en aquellos días, incluso para un LP doble. (De
hecho, creo que Freak Out! fue el primer LP doble de rock)
Nos
informaron que no podrían lanzar el disco – los ejecutivos de MGM estaban
convencidos de que ningún DJ pondría en el aire un disco hecho por un grupo
llamado “Las Madres” (como si nuestro nombre fuera a ser el Gran Problema).
Insistieron
en que lo cambiáramos, por lo que la línea es:
“Por necesidad,
nos convertimos en los Mothers of Invention”[1].
Freak Out! de “The Mothers of Invention” finalmente llegó a las calles. Los oyentes de
la época estaban convencidos de que yo estaba hasta las cejas con productos
químicos. De ninguna manera. De hecho, tuve varias discusiones con los chicos
de la banda, que sí consumían “productos
de entretenimiento que alteran la conciencia”. El asunto estalló en una
reunión de la banda cuando Herb Cohen quiso deshacerse de Mark Cheka. Cohen
dijo que podíamos seguir dándole un porcentaje a Mark, pero que él quería
hacerse cargo, ya que, básicamente, Mark no sabía nada sobre cuestiones de
managers.
“Bueno,
ya que estamos limpiando la casa aquí”, pensaron algunos de los Mothers, “vamos
a deshacernos del pelotudo de Zappa también”. Sí, amigos, algunos miembros de
la banda querían que yo me fuera y los
dejara tranquilos porque (no se rían) yo no tomaba drogas.
La
línea clásica de la reunión estuvo a cargo de Ray Collins: “¡Tienes que ir a Big Sur y tomar ácido con alguien que crea en Dios!”.
Fiiiiiiuuuuuu.
Nuestra primera
gira
Sin
dejarme intimidar por esta fascinante sugerencia, continué mis deberes como el
“pelotudo residente”. La primera gira de The Mothers of Invention se llevó a
cabo en 1966, en momentos en que casi nadie fuera de L. A. y San Francisco
tenía el pelo largo. Nosotros éramos tipos feos con ropa rara y pelo largo:
justo lo que el mundo del espectáculo necesitaba. A la mierda todos aquellos grupos
de chicos lindos.
Era
una gira de promoción de bajo presupuesto, organizada por MGM, que nos llevaba
primero a Washington DC para un show de TV llamado Swingin’ Time en el canal 20 - un espectáculo televisivo de baile
para los hijos e hijas de los líderes de nuestra nación.
El
show había preparado un “Freak Out Dance
Contest” (concurso de baile loco),
e invitaba a los participantes a vestirse “locamente”
para el evento. ¿Cuán locos estaban?
El tipo más raro en la sala llevaba dos calcetines de diferente color.
En
Detroit, hicimos un programa de televisión donde se nos pidió hacer algo perverso: “hacer un playback de nuestro
hit”. No teníamos un ‘hit’, pero el productor dijo: “hagan un playback de su hit - o de lo
contrario...”. Así que le pregunté: “¿Tienen un departamento de utilería aquí?”
Afortunadamente sí lo tenían.
Allí
junté un surtido de objetos al azar y construí un escenario. Nos habían pedido
que fingiéramos tocar o bien “How Could I Be Such a Fool?” o “Who Are the Brain
Police?” así que sugerí que cada miembro del grupo eligiera una acción física
repetible, no necesariamente en sincronía (o ni siquiera relacionada) con la letra,
y la hiciera una y otra vez hasta que finalizara nuestra actuación en el show –
la primera bocanada de dadaísmo casero en horario estelar que hubo en Detroit.
Siguiente
parada: Dallas. Volamos a Love Field y nos encontramos caminando por un pasillo
largo, lleno de soldados y marineros – que se quedaron tiesos, mirándonos con
incredulidad. No dijeron nada. No nos arrojaron nada. No nos balearon como en Easy Rider - simplemente se quedaron allí, mirándonos.
Entonces
fuimos llevados a un centro comercial, un lugar en la planta baja donde otro espectáculo
de baile de TV para adolescentes estaba en marcha. Tocamos en vivo en ese.
El
punto culminante de la actuación fue Carl Franzoni, nuestro “chico go-go”.
Llevaba calzas de ballet, y bailaba el
twist violentamente. Los testículos de Carl son enormes. Tiene un bulto mucho más grande que una panera. Las
expresiones en los rostros de las adolescentes bautistas que observaban su grandeza es un recuerdo atesorado.
Mi Fabulosa Esposa
Al
final de esta agotadora gira por tres ciudades, me presentaron a una zorrita
fascinante que trabajaba como secretaria en el Whisky-a-Go-Go: Adelaide Gail Sloatman. Luego de un par
de minutos (no se rían) me enamoré, y nos fuimos a vivir juntos – para finalmente
conmemorar la unión en una ceremonia civil realmente ridícula en 1967.
Nos
casamos un par de días antes de que yo saliera para nuestra primera gira
europea. Ella estaba embarazada de nueve meses, a punto de parir. Fuimos a la
Alcaldía de Nueva York, y llegamos justo antes de la hora de cierre. Yo no
tenía anillo de bodas - de hecho, Gail aún
no tiene anillo de bodas.
Había
una máquina expendedora de bolígrafos que llevaban la inscripción “Felicitaciones
del alcalde Lindsay” a diez centavos cada uno. Tuve que comprar uno con el fin
de llenar el formulario.
Luego
nos metieron en uno de los pequeños “cubículos
de casamiento”. Adentro era verde, y me recordó a una mesa de billar. En el
medio de la habitación había una réplica barata de púlpito hecha con fórmica. Sobre
ella había un reloj del tipo que uno marca cuando entra a trabajar. El hombre a cargo marcó nuestra tarjeta,
recitó La Fórmula, y pidió El Anillo. Yo le dije que tenía un
bolígrafo, y lo apunté al abultamiento del vestido maternal de Gail.
Sí,
amigos, tengo algo en común con mi hermano-en-Cristo, Pat Robertson - excepto
que yo nunca he mentido al respecto.
Brown Shoes Don’t
Make It
En
su lanzamiento inicial, MGM nos informó que las ventas de Freak Out! alcanzaron unas míseras treinta mil unidades - no fue un
éxito precisamente. Nuestras regalías eran de sesenta o setenta centavos por copia,
que no era tan estupendo tampoco. En los números, al menos, era un fracaso. Los
estados contables indicaban que le
debíamos dinero a MGM.
Cuando
llegó el momento de hacer nuestro segundo álbum, Absolutely Free, MGM proclamó que no podíamos gastar más de once
mil dólares en él.
A world of secret hungers,
Perverting the men who make your laws
Every desire is hidden away,
In a drawer, in a desk,
By a Naugahyde chair,
On a rug where they walk and drool,
Past the girls in the office.
“Brown Soes Don’t
Make It”, del álbum Absolutely Free,
1967
Cómo solían Atornillarte
Los
horarios de grabación eran ridículos, haciendo imposible perfeccionar cualquier
cosa en el álbum. Era la clase de mierda típica que teníamos que aguantar antes
de que yo tuviera mi propio estudio. Cuando uno graba para ‘un sello’, siempre está trabajando con el presupuesto que ellos deciden - con sus horarios. Cuando el presupuesto se agota, ya está. Si el master
no suena bien, ¿qué coño les importa? Se publica de todos modos – para ellos es
sólo un “producto”.
Durante
este período, comencé a escuchar rumores sobre problemas dentro de la MGM.
Tenían uno de los discos más vendidos de todos los tiempos: la banda sonora de Dr. Zhivago - pero resultó que al menos
un cuarto de millón de unidades habían desaparecido por la puerta trasera de la
planta de prensado, y lo mismo parecía haber sucedido con los álbumes de otros artistas
de MGM, entre ellos el nuestro.
Este
truco se llama “excedente de prensado”.
Era bastante simple: la planta de prensado recibía la orden de prensar, por
ejemplo, dos mil unidades de Dr. Zhivago.
Alguien (¿quién? todavía no sabemos) le decía al tipo que operaba la prensa que
imprimiera cuatro mil unidades,
entonces algún otro tipo iba en medio de la noche, abría la parte de atrás de
su camioneta (o camión o lo que fuera), cargaba las cajas de discos, conducía hasta
otro estado y, o bien vendía los discos a ‘distribuidores amigables’ o los
cambiaba por habitaciones llenas de muebles - y los artistas involucrados recibían
una declaración contable que mostraba la
mitad de lo que realmente eran sus ventas. Todo el mundo la estaba pasando
tan bien en ‘flower-power-landia’
que nadie se percataba de la estafa. Eso fue sólo el comienzo de mis problemas
con las compañías discográficas multinacionales. Para 1984 había demandado a los
dos gigantes de la industria, CBS y Warner, y había aprendido mucho más sobre
estas ‘prácticas creativas de contabilidad’.
Atravesamos
una importante batalla legal con MGM por las regalías de esos primeros LPs.
Tardó cerca de ocho años en resolverse. Parte de su defensa en el caso se basaba
en la afirmación de que habían sufrido (no se rían) un INCENDIO Y una inundación en la parte del edificio
donde se almacenaban precisamente esos discos.
Un hijo de puta
enfermo con una hoja de afeitar
Por
lo general no escucho mis discos una vez que están terminados y son lanzados al
mercado, pero en 1968, durante la segunda gira europea, We’re Only In It for the Money ganó el equivalente holandés de un
Grammy.
Hubo
una ceremonia de premiación, en la que me entregaron una estatuilla - con el
disco sonando de fondo. Me di cuenta de que faltaban trozos enteros de algunas canciones.
Alguien en MGM se sintió ofendido por las letras y las habían cortado arbitrariamente
- en un caso, alrededor de ocho compases de música - lo suficiente para joder
la canción hasta el puente.
La
Gran Ofensora era una línea de la canción “Let's Make the Water Turn Black”:
And I still remember Mama,
With her apron and her pad[2],
Feeding all the boys at Ed's Cafe --
Yo
no podía entender por qué alguien cortaría eso. Años más tarde me enteré de que
un ejecutivo de MGM estaba convencido
de que la palabra “pad” (cojinete) se
refería a una toalla femenina. Se
obsesionó con la idea de que una camarera en algún lugar estaba alimentando a las personas en un restaurante
con toallas femeninas, y exigió (en violación de nuestro contrato) que fuera
quitado. Ese tipo necesita ver a un médico.
Cuando
me di cuenta de que el disco había sido censurado, le dije a la gente en la
ceremonia: “No puedo aceptar esta estatuilla.
Prefiero que el premio sea entregado a la persona que modificó el disco, porque
lo que están escuchando es más un reflejo de SU trabajo que del mío”. Les
entregué el premio a algunas personas de una publicación ‘contracultural’ de
rock, que lo profanaron bien y lo pusieron en exhibición en su oficina.
Mocos del
Infierno
“Let's
Make the Water Turn Black” (Hagamos que
el Agua se Ponga Negra) era una historia verdadera sobre dos hermanos,
Ronnie y Kenny Williams – un par de músicos que conocí en 1962 durante la
primera época de Paul Buff/Pal Records (fue Ronnie quien me presentó a Paul).
Es
difícil describir a estos tipos, a su familia y sus “aficiones” – mucho sonará ficticio
- Sin embargo, les aseguro que todo esto ha sido documentado en cinta, en sus
propias palabras.
La
familia era de Arkansas. El papá (Dink) era un vendedor de muebles en San
Bernardino, pero, en sus años mozos, solía tocar ‘huesos’ o ‘cucharas’ en un
espectáculo de juglar. Para revivir la época dorada de antaño él, de vez en
cuando, obligaba a sus hijos a acompañarlo (Ronnie en guitarra, y Kenny en trombón)
en el living en la repetición de una rutina juglar llamada “Lazy Bones”.
Los
chicos a menudo veían esto como un inconveniente, ya que estaban fascinados y
en constante perfeccionamiento de nuevas técnicas para El Noble Arte De Incendiar
Pedos. Kenny me explicó que era algo científico – demostraba (esta es una cita
real) la “compresión, ignición, combustión
y el escape”.
No
puedo recordar el nombre de la madre, pero era una señora agradable y trabajadora
que ayudaba a pagar el alquiler trabajando de camarera en un lugar llamado Ed’s
Cafe, en Ontario.
Ronnie
asistió a la escuela secundaria en Chula Vista, un suburbio de San Diego, y la
abandonó en su segundo año. Mientras estaba en la escuela, ganaba dinero vendiendo
‘vino de pasas’ casero a los chicos
de su clase. Era una creación diabólica, hecha de pasas, levadura, azúcar y agua
– luego fermentada al sol (por lo menos durante un par de días) en jarros de
conserva en el techo de la vieja casa. (Si les interesa intentarlo ustedes
mismos, recuerden, como Ronnie me explicó una vez, que: “Tienes que esperar a que las pasas se hinchen hasta ser aproximadamente
del tamaño de un sorete de ciervo...”) Esto eventualmente le provocó problemas
cuando, en un intento de aumentar el nivel de octanaje de su producto, construyó
un alambique en el patio trasero, y explotó.
Siempre
profesional, llevaba un grueso libro de ‘recetas’ para hacer bebidas nuevas e inquietantes.
Él lo llamaba LA MACHA. Cuando
finalmente confió en mí lo suficiente como para mostrarme aquella obra maestra,
le pregunté, “¿Por qué lo llamas ‘la macha’?
Tragó
un poco de flema sinusal y dijo: “Porque
me recuerda a ‘la mafia’ – jua,
jua ...”
Después
de la explosión, la familia se mudó a Ontario, California. Kenny fue arrestado por
algo (no sé qué) y fue a un reformatorio. En las entrevistas grabadas, se
refiere a esta experiencia diciendo: “Mientras
yo estaba en el internado –”
Así,
mientras Kenny estaba ausente en el ‘internado’, Ronnie y su amigo Dwight
Bement (quien eventualmente fuera saxofonista de Gary Puckett and the Union
Gap) tenían la casa más o menos para ellos solos. Ambos padres trabajaban, así
que los chicos estaban en el Paraíso del Desertor
Escolar, y pasan sus días jugando al póker en el dormitorio de Ronnie.
Durante
los juegos (no podemos estar seguros de cómo empezó esto), comenzaron una
competición de ‘embadurnamiento de mocos’
en la ventana junto a la cama. Esta ventana eventualmente se volvió opaca. Un
día, la mamá asomó la cabeza en la habitación y se puso histérica, exigiendo la
remoción inmediata de aquél ‘glaseado’. Según Ronnie: “Tuvimos que usar (limpiador) Ajax y una espátula para remover esa cosa
maldita”.
Finalmente,
Kenny regresó del ‘internado’. Por alguna razón no quería quedarse en la casa, y
por lo tanto se instaló en el garaje – junto a Motorhead (esto fue antes de que
Motorhead se mudara conmigo).
Era
invierno cuando estaban allí y, como no había baño en el garaje - y no deseaban
luchar contra los elementos - los chicos meaban en los frascos de la madre,
alineados a lo largo de la pared del garaje, a la espera de ser llenados con las
frutas en conserva de la próxima temporada.
Pues
bien, Ronnie no era el único jugador de cartas de la familia – a Kenny también
le gustaba jugar - y durante algunas de las frías noches de invierno, Kenny y
Motorhead fueron anfitriones de varias partidas junto a otros chicos divertidos
del barrio. Con el tiempo, la cerveza hacía efecto, y todo el mundo empezó a
mear en los jarros. Los frascos no fueron arrojados a la basura- fueron
guardados como “trofeos”.
Muchas
partidas más tarde, los chicos se quedaron sin frascos. La solución a este
problema vino en la forma de una gran vasija de cerámica (como la que Ronnie
utilizaba para fermentar las pasas).
Durante
una ceremonia festiva, todos los frascos de trofeos fueron vertidos en la
vasija - sólo para averiguar la cantidad de orina que había allí (“¡Guau! ¡Mira eso! ¡Realmente estamos meando mucho!
¡Jesucristo, qué cantidad de meada tenemos aquí! ¡Ja, ja, ja!).
Finalmente,
Kenny se mudó de nuevo a la casa, y Motorhead se mudó conmigo. Unos pocos meses
después, Motorhead visitó a Kenny y, sólo por los viejos tiempos, echó un
vistazo a la vasija del garaje. Levantando la tabla que la cubría, contempló
varios ‘habitantes’ nadando en la orina – ‘cosas’ desconocidas que parecían
algo así como renacuajos.
Kenny
pescó uno de ellos y lo dejó caer sobre un banco. Tenía cola, y una cabeza que
Kenny describió como “tan grande como la
uña de su dedo meñique - blanca, con un punto negro en el centro...”
Motorhead
lo pinchó con un clavo y “una cosa clara
salió de adentro”. Orgullosos de su descubrimiento científico, informaron a
Dink. Posteriormente fueron instruidos por el desconcertado vendedor de muebles
a “verter toda esa maldita cosa por el inodoro”, que es lo que hicieron - y
hasta la fecha, amigos, en algún lugar de las profundidades del sistema de
alcantarillado de Ontario, horribles gusanos de jalea gorgotean y se
multiplican – a la espera de su momento de “heavy
rotation” en la MTV.
“Let's Make the Water Turn Black” del álbum We're In It Only for the Money, 1968