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lunes, 8 de enero de 2024

Sin visitantes: una hipótesis extraterrestre no boba para nuestros tiempos bobos

 

Sin visitantes: una HET no boba para nuestros tiempos bobos

Por Eric Wargo (post original en el blog The Nightshirt)

Traducción: Mazzu




“En la actualidad, utilizando el principio de parsimonia, mi 'suposición de investigación' es... que estamos lidiando con visitas extraterrestres como núcleo central del problema”. Jim Lorenzen

“La evidencia de que la Tierra está siendo visitada por vehículos controlados inteligentemente desde fuera de la Tierra es abrumadora”. Stanton Friedman

“Creo que estos vehículos extraterrestres y sus tripulaciones visitan este planeta desde otros planetas”. Gordon Cooper

 

La hipótesis extraterrestre o HET fue una deducción natural para los observadores del fenómeno OVNI de mediados del siglo XX, incluyendo a militares y astronautas respetables como Gordon Cooper, quienes, al mismo tiempo que reconocían la realidad de los platillos voladores, afirmaban con seguridad que se trataba de naves tripuladas por seres de otros planetas. La ciencia y la ciencia ficción de esa época hicieron inevitable tal hipótesis. Pero si bien la ciencia ha avanzado, esa visión retro de ciencia ficción ha demostrado ser exasperadamente duradera; hasta el día de hoy, el público escucha “OVNI” y todavía ve en su mente una nave espacial con un piloto extraterrestre detrás del volante... posiblemente estrellándose y muriendo en el desierto estadounidense. Con el tiempo, el HET, bastante sensata, se convirtió en AET, aceptación extraterrestre, que lamentablemente ya no es tan sensata.

AET ha perjudicado a la ufología no sólo limitando la imaginación de la gente sino también facilitando a los escépticos a parodiar todo el tema OVNI o reducirlo a una simple opción: o son enanitos verdes (o grises) de otros planetas que vuelan desde miles de años luz para llegar hasta aquí en pequeñas naves desvencijadas o son sólo producto de imaginaciones hiperactivas. Lo absurdo de la primera imagen ha llevado a muchas personas inteligentes a la segunda posición por defecto, sin darse cuenta de que en realidad hay una gran e interesante área gris (¿entienden? ¿área gris?) llena de un verdadero zoológico de diferentes posibilidades científicamente plausibles, que escritores desde John Keel y Jacques Vallée hasta Mac Tonnies y muchas personas menos conocidas han explorado en una literatura vasta y a menudo reflexiva.



Incrustado en la simplista AET hay un corolario que actúa como un grillete igualmente fuerte para la imaginación y es una munición igualmente poderosa en el arsenal del escéptico: la suposición de que los encuentros con OVNIs (en caso de ser reales) representarían algún tipo de visita. Esa nave espacial imaginaria con el piloto ET al volante sólo tiene sentido en el contexto de seres que realmente viven en otro lugar, realizan largos y traicioneros viajes a nuestro mundo para espiarnos o estudiarnos, y tienen la intención de regresar a casa después. En cuanto a las conjeturas OVNI, Rich Reynolds puso recientemente en perspectiva la tontería de esa idea al señalar la insignificancia de la Tierra en el esquema galáctico de las cosas y la verdadera inmensidad de las distancias cósmicas. Somos un páramo, dice, y por esta razón, cualquier noción de que nuestro planeta y su civilización dominante sean objeto de visitas activas e interesadas es ridícula.

Fue en parte esta suposición (que los extraterrestres estarían aquí para “visitarnos”) lo que alejó a Jacques Vallée de la hipótesis extraterrestre a finales de los años 1960: el gran número de encuentros registrados (y mucho menos estimados) es enorme, y se remonta demasiado atrás en la historia, como para representar algún tipo de programa espacial estilo Apolo de misiones espaciales ET para volar aquí, recolectar algunas muestras de suelo y rocas, obtener algunos espermatozoides y óvulos de desventurados terrícolas y luego regresar a casa. También vale la pena señalar que, si bien Carl Sagan siempre jugó para el equipo escéptico, su imaginación, totalmente de acuerdo con la existencia de extraterrestres “allá afuera”, siguió una lógica similar cuando se trataba de la cuestión de las visitas: pasarían a visitar para echar un vistazo, pero sólo cada unos tantos miles de años más o menos. De alguna manera eso sería suficiente para reunir la información necesaria.

Es difícil no estar de acuerdo con Reynolds: las visitas extraterrestres son ridículas. Pero también creo que la hipótesis (no la aceptación) ET tiene mucho mérito residual siempre y cuando descartemos toda la noción de “visita”, revisemos radicalmente nuestra noción de lo que entendemos por “ET” y acerquemos nuestra imagen de posibles motivos y métodos extraterrestres más a nuestra comprensión actual de la ciencia, la exploración espacial y nuestra propia evolución futura.



Que seres de carne y hueso piloteen naves espaciales a través de vastos años luz para visitarnos es realmente una tontería, y nos haríamos un favor si educáramos al público en general que eso no es lo que queremos decir con “OVNIs”. Por otro lado, la idea de que máquinas locales permanentemente arraigadas (drones) que llevan a cabo una vigilancia desapasionada a largo plazo en nombre de una o más civilizaciones extraterrestres avanzadas (probablemente muy antiguas) con fines tanto científicos como de seguridad (o lo que he llamado “antropología profunda”) no es tan tonta como hipótesis. Para ver por qué, simplemente necesitamos pensar de manera realista sobre nuestra propia presencia futura en el espacio y al mismo tiempo tener en cuenta los modelos matemáticos que muestran que las primeras civilizaciones de la galaxia ya deberían tener presencia, de algún tipo, en todo ella.

 

La verdadera paradoja de Fermi

Enrico Fermi preguntó a sus colegas de Los Álamos durante un almuerzo en 1950: “¿Dónde están?”. Esta pregunta presupone dos cosas: que “ellos” (ET) tendrán algún motivo para venir aquí, y que “ellos” aún no están aquí. Era una pregunta sensata en aquel momento: los matemáticos sofisticados como Fermi sabían que era poco probable que estuviéramos solos; y también calcularon que, incluso dadas las enormes distancias que implicarían los viajes interestelares y la colonización, en un universo “de cierta edad” (como podríamos decir cortésmente), deberíamos ser como recién llegados a una metrópolis cósmica ya ruidosa y bulliciosa. Algunos han tomado los diversos modelos matemáticos que muestran que nuestra galaxia, incluido nuestro páramo, ya debería estar colonizada por las civilizaciones que surgieron por primera vez como evidencia de que puede haber algo mal en nuestras suposiciones. En efecto. Yo reformularía la paradoja de Fermi con la siguiente hipótesis: ya están aquí y (paradójicamente) nunca salieron de casa.

El problema es asumir que los viajes de ida y de expansión son un camino inevitable o incluso probable para una especie tecnológica avanzada. Los seres mortales, frágiles, tienen el impulso de formar familias numerosas, crecer y extenderse, colonizando nuevos territorios en nombre del Lebensraum, la “sala de estar”. La mayor parte de la historia humana registrada encaja en esa imagen, por lo que era natural proyectar tal suposición en nuestro propio futuro y, por extensión, en los extraterrestres. Pero como han prometido innumerables futuristas y escritores de ciencia ficción más recientes, nos estamos acercando a una especie de cúspide: una tormenta tecnológica y social perfecta que, incluso en sus versiones más conservadoras, cambiará el juego en todo tipo de formas que simplemente no podrían haberse previsto o imaginado hace 65 años. Cuando se reconoce que una sociedad debe evolucionar a la par de su tecnología, esa suposición de expansión “en la carne” parece cada vez menos plausible.



La capacidad del vuelo espacial sólo surgirá junto con avances proporcionales en la informática y la robótica, y junto con ellos, avances masivos en la producción de energía, manipulación de la materia (por ejemplo, impresión 3D y nanotecnología) y, lo más importante, avances biotecnológicos como la ingeniería genética y todas las “ómicas” de la ciencia médica y de la salud de vanguardia actual (por ejemplo, genómica, proteómica, transcriptómica, etc.). En conjunto, estos desarrollos combinados no sólo tenderán a automatizar el negocio de la exploración espacial sino que también extenderán radicalmente nuestras vidas, lo que desincentivará los tipos de migración interestelar y colonización (y construcción de imperios) que la generación de Fermi no tenía motivos para dudar y que generaciones de escritores de ciencia ficción dramatizaron en sus óperas espaciales. Hicieron grandes historias, pero esos futuros son tremendamente irreales desde el punto de vista de la “futurología existencial”.

Ya podemos ver que a medida que aumenta la longevidad, el tamaño de la familia disminuye. Los humanos de hoy, afortunados de vivir en sociedades avanzadas y prósperas y de tener una esperanza de vida de más de 80 años, no tienen tantos hijos como sus ancestros de vida más corta. Siga la curva: la vieja noción estándar de grupos familiares humanos que se extienden por la galaxia en vastas oleadas de colonización representa una incapacidad para imaginar la promesa más radical (y probablemente realista) de la Singularidad: la inmortalidad parcial o total a través de alguna combinación de bioingeniería y el perfeccionamiento con máquinas. No necesariamente sucederá a mediados de este siglo, como prometen los rapturólogos nerds más entusiasmados, pero probablemente sucederá al menos en el próximo. La inmortalidad niega cualquier visión del futuro que se parezca a nuestra sociedad actual; reducirá radicalmente, entre otras cosas, la familia y la reproducción, y así, en última instancia, eliminará la necesidad de expandirse más allá del planeta acogedor y seguro o, al menos, del sistema solar radicalmente terraformado (o con esfera de Dyson).

Consideremos la visión literaria más rica y coherente desde el punto de vista sociológico de una sociedad interestelar en un futuro lejano: la serie Dune de Frank Herbert. Es muy significativo que el creciente imperio galáctico de Herbert requiriera un ingenioso recurso literario (una antigua y estricta prohibición de las computadoras) para hacer plausible su visión de un futuro lejano. Sin la Jihad Butleriana, todos los aspectos dramáticos y emocionantes del universo Dune – humanos mortales que viajan a través del espacio, participando en políticas feudales sangrientas que involucran cuestiones de escasez de recursos, protegiendo y alimentando líneas de sangre genéticas a través del sexo, librando cruentas guerras interplanetarias y todo el resto —, en realidad no tendrían ningún sentido. Un futuro lejano tecnológicamente avanzado no se parecerá al universo Dune, ni al imperio galáctico de la Trilogía de la Fundación de Asimov, ni al universo Star Wars, ni al universo Star Trek. Es probable que se parezca mucho más a las culturas más “avanzadas” (y aparentemente aburridas) del Señor de los Anillos de Tolkien. Esto se debe a que, además de eliminar cualquier necesidad o motivo para los viajes interestelares “en la carne”, la inmortalidad también eliminará o redefinirá ese preciado rasgo redentor de los “hombres mortales condenados a morir”, es decir, el coraje.

 


El futuro de la valentía

Uno de los primeros principios de la futurología existencial es que, contraintuitivamente, el valor de la vida aumenta con su duración. Una existencia desagradable, brutal y corta alienta no sólo a tener muchos bebés sino también a arriesgar la vida y la integridad física por un mañana mejor para esos bebés, lo que incluye a veces subirse a embarcaciones chirriantes y emigrar a costas extrañas y futuros inciertos, con el entendimiento de que esta vida es sólo un breve y doloroso esfuerzo en el camino hacia la otra vida. Por el contrario, nuestros descendientes de larga vida probablemente serán personas que se queden en casa, materialistas en su perspectiva y extremadamente celosos de su seguridad y salud, no muy diferentes de las razas élficas de Tolkien (o, menos atractivamente, como Howard Hughes). Al igual que los elfos, generalmente se contentarán con dejar que seres inferiores hagan el trabajo sucio de exploración y aventuras en su nombre. Para nosotros, esos 'seres menores' serán nuestras máquinas.



Los viajes espaciales, no importa cuán avanzados sean, seguramente serán un dolor de cabeza peligroso y aburrido. Es difícil imaginar que los futuros Galadriels y Elronds estén interesados ​​en viajes arriesgados a través del espacio interestelar en persona. Realmente tendrían pocos motivos, porque podrían explorar e interactuar con el cosmos, e incluso en cierto sentido “habitarlo”, por medio de extensiones mecánicas de ellos mismos: la otra promesa realista de la rapturología nerd. Al esparcir drones autorreplicantes (sondas Von Neumann) para cubrir el universo y todos sus mundos, los humanos del futuro traerán el universo hacia ellos y nunca tendrán que abandonar la comodidad y seguridad de sus Lothloriens y Rivendels. Por “máquinas” y “drones”, por supuesto, no me refiero a nada que ahora podamos reconocer como tal: estos sensores y efectores remotos podrían parecer orgánicos, luminosos, microscópicos o invisibles. Quién sabe. ¿Recuerdan la famosa tecnología de Clarke indistinguible de la magia? De eso estoy hablando. (Y es también por eso que deberíamos leer los libros de Tolkien como ciencia ficción, no como fantasía... pero estoy divagando).

Incluso con los cuadricópteros actuales controlados por iPhone, ya estamos en el camino hacia este tipo de expansión cyborg del yo. En uno o dos siglos, drones rápidos, sensibles y poderosos que son en cierto sentido extensiones de nuestros cuerpos y mentes explorarán, tocarán e interactuarán con el mundo en general para nosotros, siendo nuestros ojos, oídos, manos y pies errantes. Cuando ahora, a través de Internet, disfrutamos de las últimas imágenes y transmisiones de los exploradores de Marte y los robots de aguas profundas, solo estamos obteniendo una mínima muestra de lo que ese sensorio ampliado implicará algún día como una forma de “habitar” otros entornos. Con el tipo de tecnología robótica que nos ofrecerá el próximo siglo, ¿por qué nos arrojaríamos – nosotros, nuestras familias y nuestras cosas – a una colonia de mierda, estrecha e incómoda en Titán, o incluso en Marte o la Luna, cuando podemos ir a todos esos lugares virtualmente, incluso a todos a la vez (el futuro de la multitarea)? El cuerpo y sus necesidades orgánicas, incluida su ubicación en el espacio, definirán y limitarán cada vez menos la calidad y el alcance de nuestra experiencia.

 

La paradoja de Fermi debería reformularse: ya están aquí y (paradójicamente) nunca salieron de casa.

La velocidad de la luz, por supuesto, limitará la “inmediatez” de nuestra conexión con nuestros servidores proxy más remotos a distancias planetarias y (especialmente) interestelares y, por lo tanto, nuestros ojos y manos drones deberán ser IA completamente autónomas, que tomen decisiones por sí mismas, se reparen y se repliquen y que participen no sólo en la observación pasiva sino también en la recopilación activa de conocimientos e incluso en la experimentación. En otras palabras, los drones que enviemos a lo largo y ancho de la galaxia serán en realidad plataformas científicas totalmente autoguiadas, que recopilarán datos paciente e incansablemente para generar ricas simulaciones en su mundo natal. Estos representantes serán los elegantes e inteligentes descendientes de la Voyager o el rover Curiosity, pero serán capaces de tomar sus propias decisiones, aunque (y este es un argumento demasiado grande para este artículo) no sean sensibles. Experimentaremos y habitaremos el universo a través de esa tecnología, sin necesidad de “visitas”.

Es una hipótesis razonable que la misma trayectoria tecnológica/social básica se aplicará a cualquier civilización tecnológica que haya surgido “allá afuera” y, por lo tanto, cualquier presencia extraterrestre aquí será una presencia automatizada y mediada por máquinas. No habría “visitantes”, porque las visitas riesgosas a través de vastos años luz por parte de criaturas que dan un gran valor a sus vidas simplemente no tienen sentido. Nuestros parientes mayores y avanzados, los patriarcas y matriarcas cósmicos, no dejarán de vernos como unos fulanitos atrasados ​​aquí en nuestro páramo; se quedarán en casa, como la abuela y el abuelo, prefiriendo (si hay alguna visita) que los jóvenes vengan a ellos, tal vez a través de alguna tecnología exótica como los agujeros de gusano... que de hecho podrían ser lo que son algunos OVNIs. Las “visitas” aparentes de tales seres serían, a lo sumo, simulaciones o avatares, no “presencia real” en el sentido en que la entendemos nosotros, los que todavía estamos atados a la carne.

 

Antropología profunda

Si imaginamos civilizaciones ET post-escasez capaces de enviar máquinas científicas autorreplicantes que se multiplican y propagan a todos los rincones de la galaxia hogar, copiándose a sí mismas y recabando datos a largo plazo dondequiera que encuentren cosas interesantes, y también imaginamos (como dictan las matemáticas) que las primeras civilizaciones de este tipo habrán surgido hace miles de millones de años, entonces el dos más dos es igual a cuatro del asunto es este: las plataformas científicas extraterrestres probablemente ya estén aquí, y probablemente ya estuvieran aquí incluso antes de que fuéramos musarañas arbóreas... tal vez incluso antes de ser algas. Estas máquinas serían tan avanzadas que probablemente ni siquiera sabríamos que están aquí... excepto, claro está, cuando el propósito de un experimento o intervención específica lo requiera.

En este panorama, es crucial recordar que una carrera espacial avanzada, incluyéndonos a nosotros mismos en los próximos siglos, no se limitará a los tipos de recolección de datos escasos permitidos por las misiones Apolo o incluso el rover Curiosity. La informática y la robótica permiten aumentos exponenciales en la cantidad de datos que un programa espacial puede recopilar, transmitir, almacenar y analizar, todo con un mínimo de participación humana directa. Y el principio fundamental de la ciencia básica (aprende todo lo que puedas, tenga o no beneficios previsibles en el mundo real) dicta que no existen límites deseables para ese aprendizaje. Aprender no es sólo observar, es realizar experimentos controlados con muestras grandes y luego repetirlos muchas veces para lograr un alto nivel de predicción y control. Cuando los recursos lo permitan y pueda ser totalmente automatizado, cualquier programa espacial científico intentará “saber todo lo que se puede conocer”, como V'ger en Star Trek: The Motion Picture, ignorando la cuestión de la aplicación. Esto genera lo que hoy se llama “big data”.



Hace un par de años sostuve en este blog que la noción de ciencia de “cortes finos” implícita en el importante artículo de Vallée de 1989 en contra de la HET no sólo se ha vuelto obsoleta por los avances en computación y robótica de las dos décadas y media desde entonces, sino que también se vuelve poco realista por la forma en que se conducen las ciencias sociales y la psicología actuales. Para producir resultados válidos y útiles, cualquier estudio de nosotros por parte de una entidad extraterrestre (máquina o no) tendría que ser un proyecto de experimentación longitudinal, activo y abierto, no muy diferente de los escenarios que se desarrollan en los laboratorios de psicología de cualquier campus universitario, aunque en una escala inconmensurablemente amplia: interacciones extrañas diseñadas para probar hipótesis extrañas, realizadas con muestras de personas lo suficientemente grandes como para producir resultados estadísticamente significativos (junto con grupos de control igualmente grandes para comparar), y luego repetidas con otras muestras prístinas para replicar los hallazgos, y luego seguido con diferentes permutaciones del experimento (y nuevos grupos de control) para probar diferentes hipótesis que surjan, y así sucesivamente, hasta el infinito.



Cuando revisamos nuestra imagen de la 'Tierrología extraterrestre' como un proyecto de psicología masivo, en su mayor parte sigiloso y verdaderamente interminable, conducido por máquinas científicas artificialmente inteligentes pero insensibles, que nunca se aburren y están programadas para saber todo lo que es cognoscible —incluido lograr un alto grado de poder predictivo sobre el comportamiento colectivo e individual de una especie inteligente impredecible y en continua evolución—, entonces los millones de “aterrizajes” en la historia comienzan a parecer cada vez menos excesivos. De hecho, todo empieza a parecerse mucho al “sistema de control” que el propio Vallee postuló. Sin querer, creo que es Vallee, con su comprensión más matizada del fenómeno OVNI, quien brinda el mayor apoyo a la hipótesis básica que consideraba desafiante su propio trabajo: un origen extraterrestre plausible para al menos una parte de los millones de Encuentros con OVNIs a lo largo de los siglos.

 

En el Noöverso, a todos les chupa un huev#

A través de las máquinas de Von Neumann, un programa automatizado y autónomo de “saber todo lo que se puede conocer” puede explorar los sistemas estelares y planetarios del universo sin el gasto de ninguno de los recursos de Lothlorien o Rivendell y sin ningún esfuerzo o cuidado mental por parte de sus habitantes (si es que siguen vivos después de todo este tiempo). Por lo tanto, no deberíamos sentirnos especiales: incluso si la Tierra está bajo un microscopio (o un millón de microscopios), también lo están todos los demás planetas, probablemente incluso aquellos en los que no hay nada más interesante que las musarañas y las algas. Tal vez incluso todos los cinturones de asteroides y las nubes de Oort tengan sondas que recorren y mapean pacientemente cada trozo de polvo y hielo que deriva lentamente.

Esta imagen da un nuevo significado al “universo conocido”. Basándonos únicamente en las matemáticas de la materia, el universo debería ser plenamente conocido, multiplicado por tecnologías antiguas y muy avanzadas, si no por los seres sintientes que las crearon originalmente. Incluso podríamos llamarla noöverso, por este motivo. (Hace un par de años me pregunté si las montañas de datos que esto generaría podrían ser tan enormes que la información pudiera explicar la masa faltante de los modelos cosmológicos actuales, de alguna manera secuestrada en el tejido mismo del espacio-tiempo por los antiguos V'gers que rastreaban las galaxias. Un lector versado en computación cuántica me corrigió amablemente: el almacenamiento de información tiende a ser minúsculo; por lo tanto, sea lo que sea la materia oscura, no son servidores ni discos duros vastos y antiguos).

Ésta no es ni la única ni la mejor respuesta al problema OVNI, pero creo que es una versión más madura (e interesante) de la HET que es al menos plausible tanto exotecnológica como exosociológicamente y, por lo tanto, digna de ser puesta a consideración y debate junto con los diversos contendientes anti-HET en competencia (e igualmente meritorios), incluidos los interdimensionales (Vallee), criptoterrestres (Tonnies), ultraterrestres (Keel) y varias otras hipótesis psicológicas o esotéricas. Sólo necesita reemplazar la narrativa fácilmente trivializada del “piloto de OVNI visitante” que la cultura popular y los medios (y desafortunadamente también algunos en la comunidad ufológica) todavía no parecen poder superar. (Y no, no espero que las tan esperadas “Diapositivas de Roswell” vayan a cambiar mi evaluación; sea lo que sea lo que hay en esas imágenes, dudo que sean extraterrestres).

Con el debido respeto a los defensores de las visitas extraterrestres del siglo pasado, otra parte de lo que hace que el viejo escenario del “piloto de OVNI” sea cada vez más difícil de comprender hoy es precisamente, como dijo Reynolds en su blog, nuestra propia pequeñez en nuestra atmósfera cósmica cada vez más amplia. Imagen: En una galaxia de 400 mil millones de soles que probablemente ha albergado, en ocasiones, muchas civilizaciones avanzadas y debe estar completamente repleta de flora y fauna sorprendentemente diversas, sin mencionar una geología cool y exóticos objetos estelares y planetarios de todo tipo, es terriblemente antropocéntrico imaginar que las antiguas eminencias o sus máquinas sucesoras se preocupan mucho por nosotros y nuestro pequeño planeta azul, por muy edénico que nos guste imaginarlo. Venir aquí es ridículo: ¿por qué molestarse en enviar drones aquí? En un universo enorme y fascinante, ¿ese nivel de atención no supone un nivel de importancia que es, como mínimo, neurótico, o incluso demencial?



En realidad, no es así. Con las máquinas de Von Neumann, lo que no te chupa un huevo se puede automatizar y subdelegar a tecnología no sensible (léase: que sí te chupe un huevo) que se multiplica como conejos y hace ciencia por iniciativa propia. Y hay otra muy buena razón, bastante alejada del imperativo científico básico (es decir, conocer todo lo que se puede conocer), para mantener un ojo automático constante sobre lo que sucede alrededor de cada uno de esos 400 mil millones de soles, y esa es la seguridad. Ese mismo primer principio de futurología existencial ya mencionado (el valor de las vidas largas) también predice que los extraterrestres inmortales establecerían una vasta red de vigilancia mecánica, que en última instancia abarcaría toda la galaxia, simplemente como medida de seguridad. La mirada es, seguramente, bastante desapasionada, pero para ser eficaz tendría que ser también muy amplia y de largo alcance.

En otras palabras, exactamente por la misma razón por la que nadie nos “visita” en persona, también es una hipótesis realista que no hay ningún planeta apartado que sea demasiado modesto ni ninguna especie semiinteligente que utilice herramientas que sea tan tonta como para no ser el objetivo de enjambres de cámaras CCTV discretas (me gusta imaginarlas como orbes pequeños y suavemente brillantes, pero es cosa mía) que vigilan de cerca cómo se está desarrollando esa especie y cuáles son sus probables acciones futuras. Toda esa experimentación psicológica obsesiva tiene la misma recompensa de seguridad a largo plazo: predicción y control totales en caso de que nosotros o nuestras máquinas alguna vez representemos una amenaza en algún momento dentro de miles o millones de años.

En una publicación posterior, desarrollaré esta segunda parte del argumento: la cuestión de la seguridad a largo plazo tal como se aplica a los extraterrestres inmortales, por qué no debemos temer la invasión extraterrestre, pero también por qué, en un noöverso, no podemos tener expectativas de privacidad.



jueves, 12 de octubre de 2023

El Sistema de Control de Jacques Vallée

 

Fragmento del libro Dimensiones (1988) de Jacques Vallée



El sistema de control

 

Contacto o Control

Después de cuarenta años de perplejidad, tenemos muchos datos para documentar el impacto del fenómeno OVNI en nuestra sociedad. Sólo tenemos que mirar a nuestro alrededor y examinar el cambio que se está produciendo ahora mismo en las mitologías humanas. Basta observar hasta qué punto se ha puesto de moda el tema del contacto con vida extraterrestre. Es probable que hoy encontremos mención de ello en los argumentos de los científicos como en las declaraciones de los adivinos. En un extremo del espectro académico, nuestros radioastrónomos sugieren que deberíamos escuchar las estrellas para descifrar en el ruido galáctico el posible murmullo de sociedades recién nacidas o las sabias advertencias de culturas desaparecidas hace mucho tiempo. El astrónomo Carl Sagan, que durante mucho tiempo ha desacreditado los ovnis, publicó recientemente una novela llamada Contacto. En el otro extremo del espectro, Jeanne Dixon es citada por un tabloide (que la  llama "la mejor psíquica de los EE. UU.") profetizando un cambio inminente en nuestra comprensión de los ovnis, "y traerá un gran beneficio a la humanidad", dice. Según una entrevista con Dixon publicada en mayo de 1974, los OVNIs están pilotados por mujeres piloto y proceden de un planeta situado más allá de Júpiter pero aún no descubierto: "La gente de los OVNIs está interesada en nosotros, pero hasta ahora ha evitado ponerse en contacto con nosotros porque No  estamos mentalmente preparados".

Como sociedad, estamos desarrollando una gran sed de contacto con mentes superiores que proporcionen orientación a nuestro pobre, vapuleado y agitado planeta. Creo que podemos estar dispuestos a caer en una trampa, tal vez en un escollo amable y benévolo. Creo que cuando hablamos de avistamientos de ovnis como casos de visitas espaciales estamos viendo el fenómeno en el nivel equivocado. No estamos ante oleadas sucesivas de visitas desde el espacio. Estamos ante un sistema de control.

Los termostatos que regulan la temperatura de tu casa en verano e invierno son un ejemplo de sistema de control. En verano, un termostato permite que el aire se caliente hasta alcanzar un cierto límite y luego se activa el sistema de refrigeración. Pero en invierno, cuando la atmósfera exterior se vuelve fría y la temperatura desciende por debajo de otro límite, entra en juego un mecanismo diferente, la calefacción, que calienta la casa. Un observador ingenuo podría intentar explicar todo esto suponiendo que el calor es "bueno" y el frío es "malo". Él o ella tendría razón la mitad de las veces. Otro observador ingenuo de la escuela opuesta podría adoptar una visión contraria y decidir que lo cálido es "malo". Él o ella también tendría razón la mitad de las veces. Para comprender todo el fenómeno es necesario comprender el concepto de control y estar preparado para comprender que necesita dos principios opuestos para su función. Propongo que existe un sistema de control espiritual para la conciencia humana y que los fenómenos paranormales como los OVNIs son una de sus manifestaciones. No puedo decir si este control es natural y espontáneo; si es explicable en términos de genealogía, de psicología social o de fenómenos ordinarios - o si es de naturaleza artificial, bajo el poder de alguna voluntad sobrehumana. Puede estar enteramente determinado por leyes que aún no hemos descubierto. A esta idea me lleva el hecho de que, en cada caso del fenómeno OVNI que he podido estudiar en profundidad, he encontrado tantos elementos racionales como absurdos, tantos que podría llamar amistosos como hostiles. Esto es lo que me dice que estamos trabajando en el nivel equivocado. ¡Y también lo están todos los creyentes, y esto definitivamente incluye a los escépticos, porque creen con tanta fuerza que pueden explicar los hechos como el converso más entusiasta de la visión de las Amazonas Júpiterianas de la Sra. Dixon! Hay formas de acceder al nivel de referencia de cada sistema de control. Incluso un niño, si es lo suficientemente inteligente o atrevido, puede subirse a una silla, cambiar el dial de un termostato y provocar una respuesta. (La respuesta en cuestión podría ser una buena nalgada de su padre, por supuesto. El camino hacia el conocimiento superior posee tales escollos.) Debe ser posible acceder al control del fenómeno OVNI, olvidar los espíritus y las bromas y las afirmaciones de contacto extraterrestre y hacer algo de ciencia real. Pero será necesario un enfoque muy inteligente y muy atrevido.


Un cronograma de refuerzo

El psicólogo B. F. Skinner ha demostrado en qué condiciones un organismo, al reaccionar ante un fenómeno externo, aprende un nuevo comportamiento. También sabemos bajo qué condiciones este aprendizaje es irreversible. Estas condiciones son precisamente similares al patrón que el fenómeno OVNI ha seguido a lo largo de los años: actividad intensa seguida de períodos de calma en los que parece haber desaparecido por completo. ¿Está tratando de enseñarnos algo? Con cada nueva ola de avistamientos, el impacto social se vuelve mayor. Cada vez más personas están fascinadas con el espacio, con nuevas fronteras en la conciencia. Aparecen más libros y artículos, cambiando nuestra cultura hacia una nueva imagen del hombre.

Skinner lleva medio siglo trabajando para estudiar la conducta y el proceso de modificación de la misma. Sus experimentos, que suscitan acalorados debates, se han centrado en observaciones de ratas, palomas y otros animales colocados en situaciones de refuerzo. (Estoy en deuda con el Sr. Fred Beckman de la Universidad de Chicago y con el Profesor Douglas Price-Williams de UCLA por la sugerencia de que estas  investigaciones podrían tener relación con una discusión sobre las reacciones humanas a los OVNIs.)

El uso tecnológico de programas de refuerzo se está expandiendo rápidamente... Las técnicas que implican programas se han adaptado a una amplia gama de especies. Se han demostrado comportamientos sorprendentemente similares, particularmente bajo programas complejos, en organismos tan diversos como la paloma, el ratón, la rata, el perro, el gato y el mono. En el nivel humano, el análisis de cronogramas ha resultado útil en el estudio de la conducta psicótica y en el diseño de técnicas educativas para sujetos humanos normales... Otras aplicaciones al problema del control de la conducta humana, como en derecho y penología, la religión, la industria y el comercio ofrecen considerables promesas.

Lo anterior aparece en un volumen altamente técnico llamado Patterns of Reinforcement de Charles Ferster y B. F. Skinner que informa sobre investigaciones patrocinadas por la Oficina de Investigación Naval. Aunque el diseño de sus experimentos es complejo, los hallazgos de Ferster y Skinner se pueden resumir en unas pocas líneas. Se puede lograr una modificación drástica del comportamiento de un animal (incluido el hombre) reforzando selectivamente ciertas acciones, por ejemplo, dando comida a una paloma sólo cuando presiona una determinada palanca. Sin embargo, ciertas formas de reforzar la conducta conducen a un mejor aprendizaje que otras. Si el entrenamiento es demasiado uniforme y monótono, el sujeto puede detener su desarrollo o incluso volver a un estado anterior. El mejor programa de refuerzo es aquel que combina periodicidad con imprevisibilidad. El aprendizaje es entonces lento pero continuo. Conduce al más alto nivel de adaptación. Y es irreversible. Es interesante observar que el patrón de oleadas de OVNIs muestra la misma estructura que un programa de refuerzo.

 


Una columna en un periódico comentó sobre la aparente falta de realidad de todo el fenómeno OVNI:

"No nos ataca. No afecta nuestra vida diaria. No nos ayuda con nuestros muchos problemas. No nos ha aportado nada de valor. Puede que haya asustado a algunas personas aquí y allá, pero eso también lo hacen las tormentas eléctricas y los tornados. Todo esto, como cuestión social, no tiene ninguna importancia". El periodista que escribió esta columna tenía razón superficialmente, por supuesto. Pero olvidó otro hecho: la vida humana no se rige por la yuxtaposición de ejercicios de resolución de problemas. La vida humana está regida por la imaginación y el mito; estos obedecen a leyes estrictas y también se rigen por sistemas de control, aunque ciertamente no del tipo hardware. Si los OVNIs actúan a nivel mítico y espiritual, será casi imposible detectarlos mediante  métodos convencionales. Si la actividad OVNI opera de manera similar al refuerzo de Skinner, que es el menos susceptible de extinción, entonces el aprendizaje llevará tiempo pero nunca será olvidado. Y es posible que nunca  encontremos a nuestros profesores. ¿Cómo podemos verificar si tal condicionamiento está realmente funcionando? Deberíamos establecer firmemente los efectos primarios. Deberíamos seguir analizando huellas de aterrizaje, entrevistando a testigos y "abducidos", alimentando a las computadoras con detalles de avistamientos y escudriñar los cielos con cámaras y radiotelescopios. Pero esta actividad será completamente inútil si no se relaciona con una investigación del impacto secundario, el cambio en nuestra visión del mundo que produce el fenómeno. Un fenómeno que se niega a sí mismo, que aniquila la evidencia de sí mismo, no puede ser dominado mediante la ingeniería de la fuerza bruta. Si la lógica del fenómeno OVNI es metalógica, no sirve de nada reunirse por las noches alrededor de una cuchara doblada por un psíquico y esperar en la oscuridad mensajes cósmicos. Sin duda, más utensilios de cocina se volverán inútiles y, sin duda, habrá mensajes cósmicos. Pero cualquier expectativa de una sabiduría superior pronto se verá frustrada por su loca incoherencia o su calculada falacia. Si el fenómeno nos obliga a pasar por una curva de aprendizaje, entonces no tiene más remedio que engañarnos. Cuando Skinner diseña una máquina que alimenta a una rata sólo cuando se presiona la palanca derecha, esto es extremadamente engañoso para la rata. Pero si la rata no presiona la palanca correcta, siente mucha hambre. El hombre tiene hambre de conocimiento y poder, y si hay una inteligencia detrás de los OVNIs, debe haber tenido en cuenta este hecho. También tendemos a olvidar que tampoco tenemos otra opción: eventualmente debemos estudiar los OVNIs, y ese estudio, inevitablemente, contribuirá a su vez al refuerzo mismo.

Una civilización como la nuestra, orientada hacia lo que considera progreso técnico, no puede permitirse ignorar durante mucho tiempo la aparición en el cielo de objetos que desafían las leyes de su física y el rendimiento de sus aviones cohete. Dentro de algunos años, los países avanzados dedicarán a este problema, abiertamente o en secreto, sus mejores físicos, sus mejores especialistas en inteligencia, sus mejores informáticos. Como mencioné al principio de este libro, el proyecto de defensa de Star Wars hace que el estudio de los OVNIs sea una tarea de máxima prioridad. Pero nuestros científicos pueden ser impotentes para utilizar su experiencia, porque el fenómeno no encaja en ninguna de las categorías habituales. Los OVNIs no pueden analizarse mediante las técnicas de investigación habituales, si son el medio a través del cual se reorganizan los conceptos del hombre. Todo lo que podemos hacer es rastrear sus efectos en los humanos y esperar que eventualmente encontremos algún principio que explique su comportamiento.

¿Cuál es la variable que se controla en este sistema de control? Los termostatos controlan la temperatura, los giroscopios controlan la dirección en la que vuela un cohete. ¿Qué podría controlar un fenómeno paranormal? Sugiero que es la creencia humana la que está siendo controlada y condicionada.

Mito y civilización

Mi especulación es que existe un nivel de control de la sociedad que es un regulador del desarrollo humano, y que el fenómeno OVNI debería verse en este nivel. ¿Qué explicaría esto? Sin duda, eso explicaría por qué no hay contacto abierto. El contacto directo impediría un aprendizaje genuino. También explica algunas de las declaraciones de los ovoniautas ("debes creer en nosotros pero no demasiado"; "no hablarás sabiamente sobre esta noche"). Explica lo absurdo de muchos casos en los que las reacciones al fenómeno pueden haber sido evocadas en términos de conciencia no verbal más que en términos "lógicos". Esto explicaría por qué tantos testigos son incapaces de encontrar palabras para describir lo que han visto. Y explicaría los aspectos sexuales y genéticos, que refuerzan la señal codificándola con las emociones más poderosas de las que hombres y mujeres son capaces y con la violación de los tabúes humanos. A la misma idea llegaron de forma independiente dos escritores soviéticos de ciencia ficción, Boris y Arkady Strugatsky, en su encantadora novela Decididamente tal vez. Ante una serie de extrañas coincidencias y absurdas aberraciones comunicativas, un grupo de científicos teoriza que sin sospecharlo, hemos pisado los callos de alguna supercivilización y ésta ha decidido regular nuestro progreso como mejor le convenía.

Pero otro científico de la novela tiene una teoría diferente: Vecherovsky introdujo el concepto de universo homeostático: "el universo conserva su estructura", ese era su axioma fundamental.

Cuando hablo de un sistema de control espiritual no me refiero a que alguna supercivilización superior nos haya encerrado dentro de las limitaciones de una cárcel espacial, monitoreados de cerca por entidades que podríamos llamar ángeles o demonios. Lo que quiero decir es que la mitología gobierna en un nivel de nuestra realidad social sobre el cual las tendencias políticas e intelectuales normales no tienen poder real. En ese nivel, los plazos son largos y la evolución lenta. Los medios de comunicación, que están diseñados para ofrecer imágenes de ruido transitorio en fracciones de segundo (cuanto más ruidoso, mejor), pasan por alto esta señal por completo. Una sociedad con un lapso de atención de minutos (el intervalo entre dos pausas comerciales de televisión) no puede tener idea de los acontecimientos que comenzaron cuando mi abuelo aún no había nacido y que terminarán después de la muerte de mi nieto. Pero existen cambios a largo plazo. Dominan el destino de las civilizaciones. Los mitos definen el conjunto de cosas en las que pueden pensar los académicos, políticos y científicos. Son operados por símbolos, y el lenguaje que estos símbolos forman constituye un sistema completo. Este sistema es metalógico, pero no metafísico. No viola ninguna ley porque es la sustancia de la que están hechas las leyes. La teoría no explica cómo se hacen aparecer los OVNIs ante nosotros, aunque respalda una idea sobre ellos: que se construyen como naves físicas (un hecho que durante mucho tiempo ha parecido para mí innegable) y como dispositivos psíquicos cuyas propiedades exactas aún están por definirse. Como foco de fenómenos psíquicos, el OVNI evoca una profunda reacción emocional en el espectador, pero el desarrollo lógico de una investigación se ve impedido o excluido por las aparentes violaciones de la causalidad que lo rodean y por el clima sociológico que se crea. Los científicos pueden estar dispuestos a entrevistar a testigos que hayan visto una nave aterrizar, pero es posible que no deseen hablar con ellos. O un testigo puede ofrecer como "prueba" de su experiencia un par de panqueques que le dieron extraterrestres, o una recitación de mensajes sin sentido, o una historia de contacto sexual con un ser del espacio exterior. Se desaconseja la prosecución del estudio racional del caso. Los aspectos espeluznantes de muchas de estas historias hacen improbable su examen serio, y esto a su vez refuerza el papel de los rumores como folklore secreto, rico en nuevas imágenes.

 


La próxima forma de religión

A lo largo de veinticinco años de investigación de fenómenos paranormales se oyen muchas historias. En el pasado, solo publiqué aquellas historias que podía autentificar o que consideraba que cumplían con criterios básicos de confiabilidad. Más allá de estos casos, sin embargo, un cierto número de rumores constantes desempeñan un papel en el desarrollo del mito total. Se trata de historias de contacto entre humanos y supuestos visitantes que residen en la tierra. Algunas de las descripciones son extremadamente detalladas y cuentan con científicos como testigos. Se dice que algunos de los humanos asociados con los casos finalmente desaparecieron. Un espectro de experiencias va desde la abducción o el contacto hasta el encuentro cercano, la exposición de humanoides y, finalmente, los informes de extraterrestres entre nosotros. He pasado horas con Betty y Barney Hill y he tenido la oportunidad de discutir el caso de su abducción con el Dr. Simon. He hablado extensamente con otros abducidos como Travis Walton y Herb Schirmer. También me he familiarizado con las historias de personas que decían que tenían facultades paranormales y afirmaban que derivaban del contacto con OVNIs.

Lo que me interesa no es la probabilidad de tal contacto, sino el hecho de que ahora existe en cada país una subcultura basada en la idea de que la humanidad tiene un destino superior. Encontraremos personas en pueblos remotos de California que literalmente abandonaron la vida urbana (donde ocupaban puestos de responsabilidad y disfrutaban de buenos salarios) porque habían recibido mensajes del espacio instruyéndoles a hacerlo. Muchas de las personas a las que me refiero son de mediana edad, tienen familias y tienen empleos estables. Serían considerados personas perfectamente normales si no fuera porque sus vidas han cambiado gracias a lo que consideran auténticas comunicaciones extraterrestres. Ellos esperan. Y, algo curioso en el estado actual del mundo, parecen perfectamente felices. Podríamos clasificarlos entre las víctimas de las presiones de la ciudad que han buscado el consuelo psicológico de la vida en un pueblo pequeño. Pero también podríamos preguntarnos si no son los precursores de un nuevo movimiento espiritual. ¿Estamos deslizándonos, como ha advertido Aime Michel, hacia una nueva era de lo irracional? Conozco a un hombre que abandonó Los Ángeles con su familia después de que un mensaje que, según él, procedía de otro planeta, le indicaba que buscara un lugar aislado y viviera semirretirado, "proporcionando un centro de paz en el mundo de intensa agitación que estaba por venir". Ahora vive con su esposa en un pequeño pueblo de montaña, no tiene televisor, lee con avidez y espera nuevas instrucciones. Es una de las personas mayores más felices que he conocido en Estados Unidos, un país donde no se encuentran demasiadas personas mayores felices. No estamos tratando aquí con el escapismo; estamos tratando con la próxima forma de religión, con un nuevo movimiento espiritual.

¿Por qué sacar todo esto a la luz? Porque los platillos voladores, reales o no como objetos, introducen claramente un elemento central en un panorama futuro ya de por sí turbulento. Sería demasiado optimista predecir que disminuirán sus peligros. No obstante, es interesante preguntarse qué pasará con nuestra civilización si el siguiente paso en el desarrollo del fenómeno es un cambio masivo de las actitudes humanas hacia las capacidades paranormales y la vida extraterrestre.

 

El mito de la salvación

Una gran celebración en San Francisco: mil jóvenes, núcleo de todo lo psíquico y contracultural del norte de California, se han reunido en un gran auditorio. Hay puestos que venden comida saludable, consejos cósmicos, cursos de yoga tántrico y entrenamiento de conciencia. Una multitud colorida recorre los pasillos y llena las salas de seminarios. La One World Family Commune de Berkeley tiene un restaurante. Está dirigida por Allan el Mesías, que viste un impecable uniforme rojo y anuncia el Evangelio Eterno que le revelan los platillos. Su información indica que la tierra es hueca, con la gente de los platillos en su interior.

"¿Realmente crees eso?" pregunta un amigo mío. "Por supuesto", responde Allan. "Si fueras a hacer un planeta, ¿desperdiciarías toda esa tierra buena?" Me encuentro en un panel con el Dr. Andrija Puharich, Arthur Young, el matemático Charles Muses (Young y Muses son los dos autores de un excelente libro llamado Consciousness and Reality) y un científico del ejército, Tom Bearden. Puharich describe sus últimas experiencias con Uri Geller. Puharich explica a la audiencia que recibe mensajes en su grabadora, provenientes de una misteriosa fuente cósmica. Pero la cinta desaparece con regularidad. No hay nada que pueda hacer para evitarlo y está totalmente comprometido con la idea de que él y Uri ahora están guiados por una fuente muy elevada de sabiduría y que el único camino para la humanidad es poner su destino en "sus" manos. Se concede la palabra a otro orador. La humanidad, dice, está al borde de la catástrofe, al borde de un abismo. ¿Cómo llegaremos al lado seguro? Un platillo volante flota sobre el abismo, nuestra única esperanza: "¿Quieres que te lleve?" pregunta el OVNI, amablemente.

Este tema es familiar en el movimiento de la "Nueva Era". La celebración en 1987 de la llamada "Convergencia Armónica" utilizó temas similares. Salvación del cielo. ¿No deberíamos saber algo más sobre el servicial extraño antes de subirnos a bordo? ¿No deberíamos asegurarnos de que el abismo sea real y de que no podamos salvarlo con nuestros propios recursos? ¿No podemos llegar al otro lado -nuestro futuro- por nuestros propios medios? Cuando se nos pide que suspendamos todos nuestros pensamientos racionales, que olvidemos nuestras facultades críticas "obsoletas", que tira el control por la borda, entonces ha llegado el momento de tomar todos los datos e irte con ellos a un lugar tranquilo para pensar. Mi temor es que los científicos no estudien seriamente el problema hasta que haya comenzado a generar un alto grado de conciencia pública, y entonces el enfoque será completamente clásico: millones de dólares para consultores e institutos de investigación, miles de cuestionarios, investigadores de campo con botellas de vidrio, sociólogos llenando matrices de correlación, personal médico ajustando electrodos sobre los lóbulos frontales de los ganaderos. Esto sólo sería otra arruga en la curva de aprendizaje, otro paso en el condicionamiento.

Hay una extraña necesidad en mi mente: me gustaría dejar de comportarme como si fuera una rata que aprieta palancas, incluso si tengo que renunciar al queso y pasar hambre por un tiempo. Me gustaría salir del laberinto del condicionamiento y ver qué lo motiva. Me pregunto qué encontraría. ¿Quizás una terrible monstruosidad sobrehumana cuya sola contemplación volvería loca a una persona? ¿Quizás una reunión solemne de sabios? ¿O la enloquecedora simplicidad de un mecanismo de relojería desatendido?

 

Conclusión: explorar otras dimensiones

En la primera parte de este libro he intentado documentar, tan completa y cuidadosamente como pude, el registro histórico que conduce al fenómeno OVNI moderno y a la creencia en el contacto extraterrestre. En la segunda parte nos ocupamos de informes de abducciones de varias épocas y países y del componente psíquico y espiritual de la experiencia de contacto. En la tercera parte hemos presentado argumentos a favor de nuevas investigaciones intensas, al mismo tiempo que nos hemos dado cuenta de los factores que inhiben dicha investigación: el triple encubrimiento y las motivaciones políticas. Nos hemos dado cuenta de que estamos ante un auténtico fenómeno nuevo de inmenso alcance. Los OVNIs son objetos físicos reales. Sin embargo, no son necesariamente naves espaciales extraterrestres. Para decirlo sin rodeos, La teoría extraterrestre no es lo suficientemente extraña como para explicar los hechos. Y me sentiría decepcionado si los OVNIs resultaran ser nada más que visitantes de otro planeta.

 


¿Qué más podrían ser?

Si no son naves espaciales, ¿qué otra cosa podrían ser los OVNIs? ¿Qué marco de investigación puede explicar los efectos físicos, el impacto en la sociedad, la apariencia de los ocupantes y los elementos aparentemente absurdos y oníricos de su comportamiento? ¿Cómo podemos explicar que el fenómeno se haga evidente para las poblaciones rurales pero evite el contacto abierto y prefiera transmitir su mensaje en abducciones extrañas, en incidentes muy raros? La teoría que se sugiere, a medida que analizamos y reanalizamos las fuerzas en juego, va más allá de la noción de que se trata simplemente de vehículos tecnológicos producidos por razas avanzadas de otro planeta.

En cambio, creo que el fenómeno OVNI representa evidencia de otras dimensiones más allá del espacio-tiempo, los OVNIs pueden no provenir del espacio ordinario, sino de un multiverso que está a nuestro alrededor, y cuya realidad inquietante nos hemos negado obstinadamente a considerar a pesar de la evidencia disponible para nosotros desde hace siglos. Esta teoría es necesaria para explicar tanto los casos modernos como las crónicas de Magonia: las abducciones y el componente psíquico.

Creo que hay un sistema a nuestro alrededor que trasciende el tiempo como trasciende el espacio. Otros investigadores han llegado a la misma conclusión. Algunos han salido profundamente desanimados por la comprensión que mejor resumió a principios de este siglo Charles Fort, autor de El libro de los condenados: "Somos propiedad". Los estudiosos de este fenómeno, como el padre Salvador Freixedo en América Latina, John Keel en Estados Unidos y Aimé Michel en Francia, sienten que podemos ser impotentes ante las complejas y absurdas capacidades de una inteligencia extraterrestre que puede hacerse pasar por un invasor marciano, como un dios primitivo, como la Santísima Virgen, como una flota de aeronaves. Si bien reconozco sus observaciones, sigo confiando en que el conocimiento humano es capaz de comprender eventualmente la realidad más amplia que representa el fenómeno. Deberíamos seguir estudiándolo caso tras caso extraño, patrón tras patrón extraño.

El sistema del que hablo, un sistema que domina las dimensiones espacio y tiempo, bien podría localizarse en el espacio exterior. Sin embargo, sus manifestaciones no pueden ser naves espaciales en el sentido ordinario y práctico. Los OVNIs son manifestaciones físicas que simplemente no pueden entenderse al margen de su realidad psíquica y simbólica. Lo que vemos aquí no es una invasión extraterrestre. Es un sistema espiritual que actúa sobre los humanos y utiliza a los humanos. Al intentar encontrar un marco de investigación adecuado, es útil especular sobre variantes de la física actual en la que aparentes milagros podrían ocurrir sin violar las leyes físicas y en la cual los fenómenos psíquicos deberían ser la regla y no la excepción. En tal física, los OVNIs podrían venir de la Tierra sin ser necesariamente inventos humanos, o podrían venir de otra galaxia sin ser necesariamente naves espaciales. Muchos teóricos más calificados que yo ya están trabajando en la construcción de modelos alternativos de este tipo. Para explicar el comportamiento de las partículas elementales y la formación del cosmos, especulan sobre "supercuerdas" y sobre universos con muchas dimensiones más allá de lo familiar marco del espacio-tiempo.

En su libro Beyond Einstein, el Dr. Michio Taku y Jennifer Trainer señalan que incluso en la física actual se necesitan cinco dimensiones para explicar la teoría del Big Bang. En 1919 Albert Einstein, que estaba desarrollando las consecuencias de la relatividad general, recibió una carta de un matemático soviético llamado Franz Kaluza, quien proponía una teoría de la gravedad de cinco dimensiones. Unas semanas más tarde, Einstein escribió a Kaluza: "La unidad formal de su teoría es sorprendente". Otros científicos se sumaron al esfuerzo. ¿Adónde se fue la quinta dimensión? En 1926, el matemático sueco Oskar Klein explicó por qué el mundo parece tener sólo cuatro dimensiones en lugar de cinco al sugerir que la quinta dimensión estaba "acurrucada" como un círculo tan pequeño que estaba más allá de la observación. Klein incluso argumentó que su profundidad correspondería a la longitud de Plank, que es cien billones de billones de veces más pequeña que el núcleo de un átomo. Esta elegante teoría, sin embargo, planteó más preguntas de las que resolvió y tuvo que ser abandonada.

En 1957, Hugh Everett y John Wheeler, de la Universidad de Princeton, propusieron un modelo de " Interpretación de los Muchos Mundos" (IMM) de la mecánica cuántica. Bajo ese concepto, el universo puede verse como ramificándose constantemente a través de realidades alternativas. En los últimos años, nuevas líneas de especulación resultaron aún más fructíferas. Asumieron un número aún mayor de dimensiones. Los resultados más interesantes los produjeron las teorías de supercuerdas, que surgieron en los años 1970. La creencia actual entre muchos físicos teóricos involucrados en la investigación de supercuerdas es que el universo evolucionó a partir de una cuerda de diez dimensiones que era inestable. En palabras de Taku y Trainer, "Seis dimensiones se han hecho un ovillo, dejando intacto nuestro universo de cuatro dimensiones". A lo largo de las décadas podemos esperar que esta nueva línea de especulación sea cuestionada, ampliada y mejorada. Los fenómenos paranormales como los OVNIs pueden proporcionar material valioso para este debate fundamental.

 

Información, Ocasiones, Espacio-tiempo

Otra faceta interesante del fenómeno OVNI tiene que ver con la teoría de la información. Según la física moderna, y en particular para Brillouin, Bagor y Roghstein, la información y la entropía están estrechamente relacionadas. La relación ha sido expresada claramente por Brillouin:

Generalmente se considera que la entropía expresa el estado de desorden de un sistema físico. Más precisamente, se puede decir que la entropía mide la falta de información sobre la verdadera estructura del sistema.

No se puede obtener ninguna información en el curso de una medición física, entonces, sin cambiar la cantidad de entropía en el universo, el estado de desorden del cosmos. Ahora el físico se enfrenta a un nuevo desafío: cómo definir el desorden. Y la tarea, como dice R. Schafroth, no es fácil:

Algunos científicos amontonan papeles y libros en sus estanterías en aparente desorden, pero saben perfectamente cómo encontrar el documento que buscan. Si alguien restablece la apariencia de orden, es posible que el desafortunado propietario de estos documentos no pueda localizar nada. En este caso es obvio que el aparente desorden era en realidad orden, y viceversa.

Especulando sobre la relación entre estas cantidades físicas, el físico francés Costa de Beauregard escribió: "Debe estar en la naturaleza de la probabilidad servir como vínculo operativo entre lo objetivo y lo subjetivo, entre la materia y el psiquismo". Señala que, en la física precibernética, la observación se consideraba un proceso sin misterio, que no requería explicación, mientras que la acción libre, por el contrario, era "considerada como una imposibilidad física y una ilusión psicológica".

En la física moderna estas ideas se han revolucionado.

La mayoría de las teorías avanzadas para explicar los fenómenos paranormales toman prestados los conceptos estándar del espacio y las dimensiones temporales de la física. Estos conceptos me parecen obsoletos. no son apropiados para comprender la telepatía, el movimiento de objetos a distancia, los fantasmas o las abducciones de OVNIs.

Siempre me ha llamado la atención el hecho de que energía e información son una misma cosa bajo dos aspectos diferentes. Nuestros profesores de física nos enseñan esto, pero nunca extraen las consecuencias de esa enseñanza. Quizás sea apropiado sacudirnos de nuestros tobillos teóricos las cadenas del espacio-tiempo. Las coordenadas espaciales y temporales derivan su conveniencia de consideraciones gráficas. La teoría del espacio y el tiempo es un artefacto cultural. Si hubiéramos inventado la computadora digital antes de inventar el papel cuadriculado, hoy en día tendríamos una teoría muy diferente del universo.

La notable historia del diálogo de Cardan con las dos sílfides que no estaban de acuerdo sobre la naturaleza del universo resume bien el problema. Una de las sílfides creía que el mundo había sido creado para toda la eternidad. La otra sílfide expresó una teoría más cercana al ocasionalismo islámico: el universo es un mundo de acontecimientos. Este libro que estás leyendo es sólo una ocasión del libro que escribí. ¿Puedes estar seguro de que es idéntico a todas las demás copias? El bolígrafo que estoy usando para escribir estas palabras no es necesariamente el mismo que estaba usando hace un minuto; puede ser una nueva instancia, una nueva ocasión del mismo bolígrafo.

El tiempo y el espacio pueden ser nociones convenientes para trazar el avance de una locomotora, pero son completamente inútiles para localizar información. La aparente excepción es la biblioteca, pero cualquiera que haya intentado encontrar algo en una biblioteca moderna con sus estantes planos a lo largo de paredes verticales volverá a reconocer el problema de distinguir el orden del desorden en coordenadas cartesianas. Los informáticos modernos han reconocido desde hace tiempo que ordenar por tiempo y espacio es la peor forma posible de almacenar una gran cantidad de datos a alta velocidad. En un gran sistema de información basado en computadora, no se intenta colocar registros relacionados en ubicaciones físicas secuenciales. Es mucho más conveniente distribuir los registros por todo el almacenamiento a medida que llegan y construir un algoritmo de recuperación basado en algún tipo de palabra clave o en "hashing", un procedimiento en el que el índice del registro es aleatorizado. La probabilidad sirve como vínculo entre algo objetivo, la ubicación del registro, y algo subjetivo, la solicitud de recuperación. La sincronicidad y las coincidencias que abundan en nuestras vidas sugieren que el mundo puede estar organizado como una base de datos aleatoria (el multiverso) en lugar de una biblioteca secuencial (el universo de cuatro dimensiones de la física convencional).

 

Criaturas del multiverso

 


Si no existe una dimensión temporal como normalmente suponemos, el cerebro humano puede estar atravesando eventos por asociación. Las computadoras modernas recuperan información de forma asociativa. El usuario "evoca" los registros deseados utilizando palabras clave, palabras de poder. Por ejemplo, si solicita la intersección de "microondas" y "dolor de cabeza", puede encontrar veinte artículos cuya existencia en la literatura nunca sospechó. Si vivimos en el universo asociativo del científico del software en lugar del universo secuencial del físico del espacio-tiempo, entonces los milagros ya no son eventos irracionales. La filosofía que podríamos derivar de esta línea de especulación estaría más cerca del ocasionalismo islámico que del universo cartesiano o newtoniano. Y habría que construir una nueva teoría de la información. Una teoría así podría tener cosas interesantes que decir sobre la comunicación con los habitantes de otras realidades físicas, criaturas del multiverso. Podría arrojar nueva luz sobre la experiencia de los abducidos por OVNIs.

¿Debemos creer a los testigos que describen sus experiencias a bordo de los ovnis? Como he señalado a lo largo de este libro, no hay razón para dudar de su integridad personal, su sinceridad y su honestidad. Las palabras del Dr. Simon sobre Betty y Barney Hill siguen siendo claras después de veinte años: "La experiencia, sin duda, fue real para ellos". ¿Significa esto que debemos tomar sus recuerdos literalmente? No lo creo. Estos acontecimientos tuvieron lugar en una realidad que simplemente aún no entendemos; tuvieron un impacto en una parte de la mente humana que no hemos descubierto. Creo que el fenómeno OVNI es una de las formas a través de las cuales una forma ajena de inteligencia de increíble complejidad se comunica con nosotros de forma simbólica: no hay indicios de que sea extraterrestre. En cambio, cada vez hay más pruebas de que tiene acceso a procesos psíquicos que aún no hemos dominado y ni siquiera investigado. Frente a tal interacción a nivel simbólico o mítico, todas las sesiones de hipnosis y la búsqueda de implantes pueden resultar tan inútiles como las preguntas de los inquisidores a las brujas que regresan del aquelarre y la búsqueda frenética de la marca del diablo en sus cuerpos.

Hasta que tengamos mucha más evidencia sobre la naturaleza física del fenómeno OVNI, encuentro repugnante el sondeo indiscriminado de las mentes de los testigos por parte de hipnotizadores aficionados que creen firmemente en su teoría particular de las visitas extraterrestres y están ansiosos por obtener confirmación de ello a cualquier precio.

Estos testigos han tenido una experiencia real y traumática. Están debilitados por ello y dispuestos a creer cualquier explicación que les proporcione alguien con autoridad. En el estado altamente sugestionable creado por la hipnosis, podemos convencerlos fácilmente de cualquier interpretación a medias del fenómeno. Este proceso no es ético y ciertamente no es científico.

En unos pocos casos (como el episodio de Hill), cuando la hipnosis se utilizó con cuidado, bajo supervisión médica y sin preguntas capciosas, ¿cuál fue el resultado? No aprendimos nada útil sobre la vida extraterrestre. Pero aprendimos que nuestros conceptos actuales de espacio y tiempo estaban equivocados, que existía una realidad más amplia, otras dimensiones; y que había llegado el momento de desafiar nuestras opiniones actuales sobre el universo.

Especulemos aún más audazmente. El tema invita a muchas preguntas fundamentales e inquietantes. Si la energía y la información están relacionadas, ¿por qué sólo tenemos una física, la física de la energía? ¿Dónde está la física de la información? ¿Es relevante aquí la vieja teoría de la magia? ¿Son los escritos de Paracelso, con su concepto de "firmas", una fuente de inspiración olvidada? Hasta que se exploren estas cuestiones, puede que sea imposible abordar lo que el físico francés Costa de Beauregard llama "el problema verdaderamente fundamental", el de la relación entre psique y materia. Incluso si consideramos sólo los aspectos operativos de una información, si alguien aprende algo de ella, la teoría física dicta que la entropía del universo debe haber cambiado.

Éstas son preguntas altamente especulativas. Pero en un momento en que empezamos a sospechar que la alta tecnología saca a la luz antiguos desafíos, la especulación creativa es necesaria. ¿Se puede encontrar un camino hacia realidades que no están situadas en planetas lejanos, sino que están a nuestro alrededor, fuera de nuestra conciencia normal? ¿Es esto lo que les pasó a abducidos como Helen y Kathy, o Travis Walton? En lugar de un suceso físico dentro de una nave espacial, ¿experimentaron una traducción temporal de su conciencia a una realidad alterada seguida de visiones de criaturas arquetípicas? ¿Es posible promover coincidencias y efectos peculiares de naturaleza aparentemente paranormal creando estructuras físicas protegidas del ruido cotidiano y que sirvan como singularidades informativas?

Si el mundo que nos rodea es un mundo de eventos informativos, las manifestaciones simbólicas que rodean los informes de ovnis deben verse como un factor importante. Si consideramos el mundo físico como un universo asociativo de eventos informativos, la conciencia ya no es simplemente una función local en el cerebro humano. En cambio, propongo definir la conciencia como el proceso mediante el cual se recuperan y atraviesan asociaciones informativas. La ilusión del tiempo y el espacio sería simplemente un efecto secundario de la conciencia cuando atraviesa asociaciones. En tal teoría, se esperarían fenómenos  aparentemente paranormales, y se considerarían incluso comunes, así la visión remota y la precognición, y los OVNIs perderían gran parte de su cualidad extraña. Estos fenómenos serían aspectos naturales de la realidad de la conciencia humana. Sostengo que los informes sobre "contactos" extraterrestres deben estudiarse a este nivel, incluso si estamos muy, muy lejos de poder canalizar nuestras especulaciones hacia las ecuaciones formales de una nueva física.

Durante muchos años, los fenómenos OVNI han servido de soporte a la imaginación humana, de marco para la tragedia humana, de tejido de los sueños humanos. Reaccionamos ante ellos en nuestras películas, nuestra poesía, nuestra música, nuestra ciencia ficción. Y reaccionan ante nosotros. No intentan comunicarse con unos pocos individuos, con ningún grupo, con ningún gobierno. ¿Por qué deberían hacerlo? Los fenómenos funcionan como un sistema operativo de comunicación simbólica a nivel global. Hay algo en la raza humana con lo que interactúan y aún no sabemos qué es. Son parte del medio ambiente, parte del sistema de control de la evolución humana. Pero sus efectos, en lugar de ser sólo físicos, también se sienten en nuestras creencias. Influyen en lo que llamamos nuestra vida espiritual. Afectan nuestra política, nuestra historia, nuestra cultura. Son una característica de nuestro pasado. Sin duda, son parte de nuestro futuro.