Por
Rebecca Savastio para Las Vegas Guardian Express.
Nota original: KKK Member Walks up to Black Musician in Bar-but It’s Not a Joke, and What Happens Next Will Astound You
Traducción: Mazzu
Daryl
Davis no es un músico común y corriente. Ha tocado con el presidente Clinton y
recorre el país tocando el piano al estilo “ardiente
boogie woogie”, compartiendo estilos musicales inspirados por grandes
figuras como Fats Domino, Chuck Berry y Jerry Lee Lewis. Es un artista muy
respetado y electrizante que actualmente integra The Legendary Blues Band
(antes conocida como la Muddy Waters Band) y rockea los escenarios de toda la
nación.
Los
viajes de Davis, por supuesto, siempre le han dado la oportunidad de conocer a una
gama amplia y diversa de personas, pero tal vez nada pudo prepararlo para el
momento que iba a cambiar su vida.
Era
1983 y Davis estaba tocando música country
western en un salón con público exclusivamente blanco. Él era el único
músico negro en el lugar y cuando su show hubo terminado, un hombre se le
acercó. “Él vino y me dijo que le gustaba mi forma de tocar el piano”, dice
Davis, “y luego me dijo que era la primera vez que escuchaba a un hombre negro
tocando tan bien como Jerry Lee Lewis”. Davis, un tanto divertido por esto,
explicó al hombre: “Jerry Lee aprendió a tocar escuchando blues negro y gracias
a pianistas negros de boogie woogie, y es amigo mío. Él mismo me dijo dónde
aprendió a tocar”. Al principio, dice Davis, el hombre se mostró escéptico
sobre el hecho de que Jerry Lee Lewis hubiera sido educado por músicos negros,
pero Davis pasó a explicarle esto con más detalle. “Estaba fascinado”, dice
Davis, “pero no me creía. Entonces, me dijo que era miembro del Klan”.
Daryl
Davis posa con su amigo Jerry Lee Lewis.
La
mayoría de la gente de hoy en día probablemente habría dado la vuelta y huido
de aquel viejo bar, pero no Davis. Él se quedó y habló con el hombre del Klan
durante largo rato. “Al principio pensé ‘¿por qué diablos estoy sentado con
él?’ Pero entablé una amistad y fue la música la que nos unió”, dice.
Esa
amistad conduciría a Davis por un sendero casi inimaginable para la mayoría de
la gente. Hoy en día, Davis no sólo es un músico: es una persona que se hace
amiga de los Klansmen y, como
resultado, recoge las túnicas y capuchas de los miembros del KKK que optan por
abandonar la organización debido a su amistad con él.
El
camino hacia estas amistades íntimas y auténticas, dice Davis, requirió mucho aprendizaje
de su parte. Había tenido experiencias con el racismo y hacía tiempo que quería
escribir un libro sobre las relaciones raciales, pero no había tenido la
oportunidad de sentarse a hablar con un miembro del Klan. Su educación fue muy
diversa, y su primera experiencia con el racismo organizado fue un shock.
Explica:
“Me crié en el
extranjero, en escuelas integradas. Yo había tenido una experiencia con el
racismo, pero no sabía que había personas que se organizaban en grupos cuya
premisa era ser racista y excluir a otras personas. Era algo incomprensible para
mí. Mis padres estaban en el Servicio Exterior
y yo era un mocoso de la embajada americana que iba a las escuelas internacionales
en el extranjero. Mis aulas estaban llenas de chicos de otras embajadas: japoneses,
alemanes, franceses, italianos. Era multicultural, pero ese término no existía en
aquella época. Para mí era una norma. Cada vez que volvía (a los EE.UU.),
también veía a las personas separadas por la raza. Cuando mi padre me hablaba de
sobre eso (sobre el KKK) a la edad de 10, no tenía ningún sentido para mí.
Siempre me había llevado bien con todo el mundo”.
Cuando
Davis decidió que necesitaba escribir un libro sobre el Ku Klux Klan, sabía que
tenía que encontrar al amigo que había hecho en aquel bar. Davis lo localizó
ocho años después de aquel encuentro. “Fui a su apartamento sin avisar”, dice
Davis. “Abrió la puerta, me vio y me dijo ‘¡Daryl! ¿Qué estás haciendo aquí?’
Él salió de su apartamento y yo entré. Me preguntó ‘¿qué pasa? ¿Sigues tocando?’
- Le dije ‘tengo que hablar contigo sobre el Klan’.”
Al
principio su amigo se resistió, diciendo que no le daría la información que
estaba buscando. “Él no quería hacerlo porque tenía miedo”, dice Davis. “Pensó
que iban a asesinarme. Yo dije ‘bueno dame el número y la dirección del tipo’.
Finalmente me dio el número y la dirección de Roger Kelly, pero me dijo: 'No
vayas a su casa, reúnete con él en un lugar público’.” Davis inmediatamente comenzó
a planear un encuentro con Kelly, quien en ese momento era el líder del KKK en
Maryland.
“Mi
secretaria lo llamó,” dice Davis, “y le dije, ‘no le digas a Roger Kelly que
soy negro. Sólo dile que estoy escribiendo un libro sobre el Klan’. Quise que
llamara ella porque es blanca. Yo sabía lo suficiente acerca de la mentalidad
del Klan, y nunca se les ocurriría que una mujer blanca trabajara para un
hombre negro. Ella lo llamó y él no preguntó de qué color era yo, así que quedamos
en vernos en un motel”.
Esa
reunión, dice Davis, estuvo cargada de tensión desde el principio. Kelly llegó
al motel con un nighthawk – un
guardaespaldas vestido con traje de fajina estilo militar, y armado -.
“Nos encontramos en
un motel, y envié a mi secretaria por algo de hielo y refrescos, así podría
ofrecer al Sr. Kelly algo de beber. La habitación, por coincidencia, estaba
dispuesta de manera tal que si se abría la puerta, no se podía ver quién
estaba dentro... Justo a tiempo golpearon la puerta. Entró un guardaespaldas
vestido con uniforme militar, boina del KKK, y una pistola en la cintura. El
Sr. Kelly estaba detrás de él, y vestía un traje azul oscuro. Al verme, el
guardaespaldas se quedó congelado. El Sr. Kelly chocó contra él como si fueran
fichas de dominó.
Vi la aprehensión
así que me levanté, me acerqué y le dije: ‘Hola Sr. Kelly, venga, entre’. Me
dio la mano, el guardaespaldas me dio la mano, y entraron. El señor Kelly se
sentó y el guardaespaldas se situó a su derecha. Él me pidió identificación y
le entregué mi licencia de conductor. Dijo ‘ah, usted vive en Flack Street en
Silver Spring’. Bueno, no quería que fuera a mi casa a quemar una cruz o lo que
sea, pero allí estaba él diciendo mi dirección. Quise hacerle saber que no
debía ir a mi casa así que le dije ‘sí, y usted vive en...’ y le dije su
dirección. Lo dejé en claro – ‘vamos a limitar nuestra visita a esta habitación
de hotel’.
Pero yo no tenía
ninguna razón para estar preocupado. Uno de los miembros de su sucursal del Klan
vivía justo frente a mi casa. Fue una coincidencia.”
Sin
embargo, la tensión continuó, dice Davis, y finalmente llegó a un punto álgido.
“Cada vez que mi
cassette se quedaba sin cinta, me agachaba hasta mi bolso para sacar otro. Cada
vez que me agachaba, el guardaespaldas llevaba la mano a su pistola. Él no
sabía lo que había en el bolso. Después de un rato se relajó al darse cuenta de
que no había nada en el bolso, salvo los cassettes y la Biblia. Después de
aproximadamente una hora se produjo un extraño ruido muy fuerte, ominoso, y me
produjo recelo. En el fondo de mi mente, oí a mi amigo diciéndome ‘Mr. Kelly te
va a matar’. Me levanté y golpeé mis manos sobre la mesa, sintiendo que mi vida
estaba en peligro. Cuando mis manos golpearon la mesa, mis ojos se encontraron
con los suyos, y él podía leerlos. Nos miramos fijamente a los ojos. El guardaespaldas
nos miraba a ambos, pero entonces mi secretaria Mary se dio cuenta de lo que
había sucedido.
El hielo se había
derretido y las latas de refresco se movieron, ¡y eso fue lo que hizo ruido!
Todos empezamos a reírnos de lo estúpido que habíamos sido. En retrospectiva,
fue una lección muy importante que aprendí. Tuvimos miedo uno de otro todo
debido a que una entidad foránea de la cual éramos ignorantes entró en nuestra
zona de confort. La lección aprendida: la ignorancia crea odio. Si uno no mantiene
el miedo a raya, el miedo se convierte en odio. Si uno no mantiene el odio a
raya, se volverá destrucción.”
Después
de ese momento definitorio, el encuentro fue mucho más relajado. Davis se hizo
amigo de Kelly y eventualmente llegó a hacerse amigo de más de 20 miembros del
KKK. Ha recogido por lo menos una cantidad igual de túnicas y capuchas, que ha
colgado en su armario. También es visto como responsable de desmantelar a todo
el KKK en Maryland porque las cosas “se vinieron abajo” después de que comenzó
a relacionarse con los miembros de esa localidad.
Daryl
Davis posa con túnicas y capuchas cedidas a él por miembros del Ku Klux Klan .
Él
dice que los miembros del KKK tienen muchas ideas erróneas sobre la gente de
color, ideas que provienen en su mayoría del intenso lavado de cerebro que
comienza en el hogar. Cuando los miembros del Klan lo conocen, dice, se hace
imposible que se aferren a sus prejuicios. Nos explica:
“Un miembro del
Klan y yo paseábamos en mi auto cuando surgió el tema de la delincuencia. Hizo
la observación de que todos los negros tenemos un gen que nos hace violentos.
Dije ‘Gary, ¿de qué estás hablando?’ Él dijo: ‘¿Quiénes protagonizan todos los
tiroteos?’ Dije ‘déjame decirte algo, yo soy tan negro como cualquier otro
negro y nunca he disparado ni un tiro’. Al rato le dije ‘¿sabes?, está
comprobado que todos los blancos tienen un gen que los hace asesinos seriales.
Nómbrame tres asesinos seriales negros’. No pudo hacerlo. Le dije ‘tú tienes ese
gen. Sólo que está latente’. Él dijo ‘bueno, eso es estúpido’, y yo le dije ‘es
tan estúpido como lo que tú me dijiste’. Después de eso se quedó en silencio y
supe que estaba asimilando la idea”
Davis
también se hizo amigo cercano de Robert White, un Gran Dragón del Ku Klux Klan.
“Yo respeto el derecho de una persona a expresar sus opiniones ya sean correctas
o incorrectas”, dice Davis. “Robert White era un Gran Dragón que había ido a la
cárcel en numerosas ocasiones. Le dije que quería hacerle una entrevista para mi
libro. Al principio actuó de manera muy violenta y con mucho odio, pero
hablamos durante mucho tiempo. Con el tiempo, empezó a pensar en muchas de de
las cosas que había hecho y dijo que había estado equivocado. Dejó el Klan.
Hacia el final me dijo que me seguiría hasta el infierno ida y vuelta... Y me dio su
túnica, la capucha, y su uniforme de policía”.
Davis
relata sus experiencias con el Ku Klux Klan en su libro Klan-Destine Relationships. Dice que sus amistades son reales e
íntimas, y que hace cosas típicas con sus amigos que están en el Klan. Incluso
ha servido como portador del féretro en el funeral de un Klansman y asistió a la boda de otro. Cuando se le pregunta sobre
el temor que muchas personas sienten cuando se enfrentan con las imágenes de
los miembros del Ku Klux Klan, él dice que “es sólo algo material. Tienes que
tratar de dirigirte a lo que está en la cabeza de la persona y en su corazón”.
De
hecho, Davis dice que la mejor manera de romper barreras y mejorar las
relaciones raciales entre dos personas que no están de acuerdo entre sí es
sentarse a hablar:
Muchas personas
tienen grupos anti-racistas. Se reúnen, tienen un grupo diverso, pero todo lo
que hacen es sentarse a hablar acerca de lo mala que es la discriminación. Pero
si alguien dice ‘hay un grupo del Klan en la ciudad ¿Por qué no los invitamos a
hablar con nosotros?’ los otros dicen ‘¡Ah, no! ¡No queremos a esos tipos aquí!’
Bueno, estás haciendo exactamente lo mismo que ellos. ¿Cuál es el propósito de
juntarte a debatir con gente con la que ya estás de acuerdo? Encuentra a
alguien que no esté de acuerdo e invítalo a tu mesa.
Invita a tu enemigo
a hablar. Dale una plataforma para hablar, porque entonces va a haber
reciprocidad. Invita a tus enemigos a sentarse y a hablar contigo. Nunca se
sabe; alguna pequeña cosa que dices podría ser alimento para sus pensamientos,
y tú aprenderás de ellos. Establece un diálogo. Cuando la conversación se detiene
es cuando el suelo se vuelve fértil para pelear.
Davis
actualmente está ocupado tocando con su banda y recorriendo el país dando
conferencias. Está planeando un segundo libro como secuela de Klan-Destine Relationships. Dice que no
hay necesidad de tener miedo del KKK, porque al menos ellos comunican
claramente sus objetivos, mientras que el racismo puede manifestarse en
cualquier persona, y a menudo es invisible. Insta a los que desean luchar
contra el racismo a acercarse a aquellos que tienen ideas erróneas acerca del
tema.
“Cuando
dos enemigos están hablando, no están peleando”, dice.
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