Mi deuda con H.
P. Lovecraft
Por
Robert Anton Wilson
Publicado originalmente en Crypt of Cthulhu º 12, vol. 2, No 4, Eastertide, 1983
Traducción: G.
Mazzucchelli
La
influencia de H.P. Lovecraft en mi ficción es bastante obvia - sobre todo
porque nunca he tratado de ocultarlo. El mismo HPL aparece como personaje en La Manzana Dorada (de la Trilogía Illuminatus). Algunos de sus Primordiales asoman en ese libro, así
como en Leviatán y en Las Máscaras de los Illuminati. Este
último está escrito en una variedad de estilos, ya que James Joyce es uno de
sus personajes principales y me pareció artísticamente apto presentar a Joyce a
su propia manera, mediante el cambio rápido de "estilos" y voces
narrativas como él hizo en Ulises;
sin embargo, una de las voces es, por supuesto, la del típico narrador de Lovecraft,
perpetuamente preocupado por los secretos "innombrables" o "blasfemos"
que están a punto de ser revelados. Incluso mi ensayo autobiográfico, Disparador Cósmico, comienza con un
párrafo que es una parodia deliberada de las introducciones estándar de Lovecraft.
Más
sutilmente, mi estructura típica - lo que yo llamo ontología de guerrilla -
está diseñada para mantener al lector en la duda sobre qué es real y qué no lo
es. Eso deriva en parte de Borges, por supuesto, de Joyce, y de mis clases de
semántica y psicología de la percepción de mis años universitarios, pero todo
empezó cuando yo tenía trece años y comencé a leer a HPL. La "clásica"
lista de libros de Lovecraft, en la que son citadas obras verdaderas como La Rama Dorada al lado del Necronomicon, es el germen a partir del
cual ideé los rompecabezas laberinticos que han hecho que tantos lectores me pregunten
con dolorosa sinceridad: "Oye, en serio, ¿cuánto de todo eso es una sólo
una broma?". Mi respuesta es siempre deliberadamente ambigua, ya que, a
diferencia de HPL, no estoy satisfecho asustando a mis lectores, ni estoy
satisfecho haciéndolos reír; trato de despertar su curiosidad hasta el punto de
que la intriga los impulse a pasatiempos tan peligrosos como la investigación
por cuenta propia y el pensamiento independiente. En el fondo, supongo que soy
didáctico.
La
historia de Lovecraft, por lo general, es la revelación gradual, a través de
una serie de pistas cada vez más explícitas, de algún horrible secreto que el
mundo no debe saber. Yo uso este recurso constantemente, pero nunca en la forma
en que HPL lo utilizaba. En lugar de construir hacia el horror, yo construyo
tanto hacia el horror como hacia el humor, y el clímax nunca está centrado en
el secreto último, sino en una nueva ambigüedad. Esto refleja la diferencias de
filosofía y temperamento entre HPL y yo. Él era racionalista y materialista,
por lo que, naturalmente, creía que había alguna "explicación" final, alguna verdad última. Dado que se especializó en el horror, siempre era una
verdad horrible. Yo, por otro lado, soy agnóstico y un "místico" (de
algún tipo) y no creo en ninguna verdad final. Al igual que Nietzsche, creo que
detrás de cada máscara engañosa hay otra máscara engañosa. El aforismo de
Nietzsche: "La verdadera naturaleza de las cosas es una profunda
ilusión", resume mi actitud mejor que cualquier otra fórmula que haya
leído.
Al
igual que Colin Wilson (sin parentesco, hasta donde sé), yo también soy
temperamentalmente incapaz de escribir el típico final Lovecraftiano - la sombría
nota de desesperación cósmica que hace de HPL extrañamente afín a la línea
principal de la ficción de nuestros días con sus héroes siempre derrotados y un
universo constantemente hostil. Yo uso el horror de Lovecraft, porque creo que
es un aspecto de la verdad, un mito poético que dice algo real acerca de
nuestra situación como mamíferos conscientes de nuestra propia fragilidad y
mortalidad. No puedo limitarme a la perspectiva horrible, porque creo que es
sólo un aspecto de muchos. Una vez más me hago eco de Nietzsche al vernos a
mitad de camino entre el primate y algo más allá de toda naturaleza anterior.
Como veterano de los viajes en ácido en los años 60, he visto el Horror Último,
pero también he visto la Broma Cósmica más allá de eso, y al Niño Estelar y el
superhombre y la Mente Única y una variedad de otras perspectivas extrañas,
divertidas y educativas. Como un mandala tibetano, mi ficción muestra tanto a los
demonios coléricos de HPL, como a los Budas Protectores; de manera más circense
también muestra a los payasos y a los héroes que caminan por la cuerda floja
sobre el abismo.
Lo
que más me molesta de las críticas a HPL es la constante reiteración de las
mismas quejas sobre su estilo. A veces, esto me acerca a la desesperación del
profesor de historia en el primer capítulo de Danza de Sátiros de Aldous Huxley, que durante la corrección de los
ensayos de los estudiantes sobre la Italia del siglo XIX, descubre que todos
los alumnos han descrito al Papa León XIII como un hombre de buen corazón y
poca inteligencia. Que ningún estudiante se hubiera preocupado o pensado lo
suficiente como para tener una opinión diferente - que cada uno simplemente hubiera
regurgitado un epigrama de Lord Acton que el profesor había citado en clase -
llevó al profesor a renunciar a toda esperanza de educar a alguien. Se retiró
del mundo académico para convertirse en inventor y seductor.
El
estilo de Lovecraft a veces es bastante horrible, pero eso se aplica a todos
los escritores que corren el riesgo de desarrollar un estilo personalizado y
muy singular. Hemingway suena como una parodia de sí mismo tan a menudo como HPL;
Faulkner suena como una parodia de Faulkner, a veces; lo mismo puede decirse de
Melville, Henry James, Conrad y la mayoría de los clásicos. Me parece que en su
punto máximo, el estilo de HPL hace exactamente eso para lo cual él lo inventó
- se convierte en el medio perfecto para el tipo de efecto mítico que quería
transmitir. También sospecho que hay que ser extremadamente cuidadoso con las auto-parodias
inconscientes "descubiertas" por los críticos. Todo escritor tiene
momentos de ironía en los que recurre a la sutil parodia de sí mismo; estoy
convencido de que Hemingway a veces ha hecho esto de manera consciente, y creo que
también HPL lo hizo. Sus cartas contienen mucho humor, y se han descubierto tantos
chistes ocultos en sus historias, que yo creo que se lo subestima al pensar que
era incapaz de intentar un doble efecto, la creación de una emoción y al mismo
tiempo la parodia de la técnica mediante la cual la logra.
Básicamente,
Lovecraft y Olaf Stapledon me gustan más que ningún otro escritor en los
ámbitos de la fantasía, la ciencia-ficción y la "ficción
especulativa". Esto es debido a que creo que HPL y Stapledon lograron, más
que nadie, la creación de verdaderas perspectivas "inhumanas",
artísticamente sustentadas y emocionalmente convincentes. Que HPL haga que el
enfrentamiento a lo "inhumano" o lo "cósmico" sea algo aterrador
y deprimente, mientras Stapledon hace que sea una fuente de asombro místico combinando
artísticamente la tragedia y el triunfo, simplemente señala que tenían
temperamentos diferentes. Cada uno tuvo éxito a su manera, cada uno logró saltar
más allá de la humanidad y ver más allá del mero humanismo. Las perspectivas
"animales" en mis libros - los gorilas y delfines en El Ojo en la
Pirámide, la "mayoría hexápeda terránea" que comentan tan cínicamente
el comportamiento de nos, los primates "domesticados", en La Trilogíadel Gato de Schrödinger - derivan de la etnología y la sociobiología, por
supuesto, pero también derivan de las perspectivas "inhumanas" o
"trans-humanas" que aprendí de HPL y Stapledon.
En
última instancia, creo que el valor de un escritor se puede medir por cuánto y cómo
expresa sus estados de ánimo idiosincrásicos de alegría o de miseria y su forma
de expresar cosas comunes a toda la humanidad. Siento que HPL y Stapledon
expresaron con mucha fuerza un problema colectivo de nuestra especie - nuestra
desorientación en el espacio y el tiempo, como consecuencia de los
descubrimientos de Copérnico y post-copernicanos, que nos revelaron que la raza
humana no es el centro del universo y no somos los consentidos de los dioses. Muy
pocos escritores "establecidos" han abordado esa conmoción intelectual
y emocional de manera resuelta como han hecho HPL y Stapledon. Por esa razón,
creo que muchos, tal vez la mayoría de los escritores "establecidos",
en última instancia, no son serios. HPL, a su manera terrorífica, y Stapledon,
en su forma (cautelosamente) optimista, sí fueron serios.
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