sábado, 13 de junio de 2020

Los 30 Aethyres enoquianos y los 30 Eones gnósticos


Los 30 Aethyres enoquianos de John Dee y los 30 Eones del Pleroma Valentiniano

Por Mazzu



Hace unos días, escuchando el podcast The Hermetic Hour conducido por Poke Runyon, autor ocultista estadounidense y fundador en 1970 de la O.T.A. (Ordo Templi Astarte), di con un dato que me interesó. Allí, Poke Runyon presenta una lectura sobre el presunto origen gnóstico valentiniano de los 30 aethyres o planos del sistema de magia enoquiano del famoso dúo de ocultistas renacentistas John Dee, y Edward Kelley.

Siempre me pareció que había una especie de bifurcación en el mundo ocultista con respecto a la magia enoquiana: un grupo la defiende como un sistema realmente efectivo desde lo operativo y funcional (por ej. la Golden Dawn y los Thelemitas de varias ramas), y otro que expresa que “son puras patrañas” – extrañamente desde la magia del caos, con representantes tan actuales como Gordon White –. Dentro de esta división hay otra división más: quienes suponen que el sistema fue realmente “revelado” por el contacto de Dee y Kelley con entidades sobrehumanas y quienes se decantan por que fue un invento de ellos – o de Kelley. La visión del sistema “revelado” fue en general la postura más común dentro del mundillo esotérico de los siglos XIX y XX.

El nacimiento de la magia enoquiana tiene sus raíces en el renacimiento, en la figura de John Dee (1527-1608/9), el matemático, astrólogo, alquimista y consejero de la Reina Isabel. La vida de Dee es fascinante, y lo sería de igual manera aún si no hubiera incurrido en la magia. Fue catedrático de matemáticas y astronomía, era un cartógrafo experto en navegación y alentó a las expediciones británicas que realizarían descubrimientos y conquistas; se dice que fue él quien acuñó el término “imperio británico”, y fue el modelo original de James Bond, agente de la Corona Británica: en sus mensajes privados enviados a la Reina Isabel, Dee firmaba con la cifra 007.


John Dee


Durante casi treinta años, el tercio final de su vida, John Dee experimentó con la magia. El objetivo de dichos experimentos era hacer contacto con los ángeles. Desde alrededor de 1580 hasta su muerte en el invierno de 1608/9, Dee empleó al menos cinco videntes (scryers) para ayudarlo en esta búsqueda observando la bola de cristal o el espejo negro. En 1582 Dee conoció al vidente Edward Kelley (1555-1597); Kelley era un personaje algo oscuro, muchos lo tachan de charlatán y aprovechador (supuestamente había sido condenado por falsificación y le habían cortado una o las dos orejas, razón por la cual siempre usaba el cabello largo o gorro), sin embargo, sus dotes de vidente impresionaron profundamente a Dee. La relación entre Dee y Kelley duró siete años muy intensos, desde 1582 a 1589, y juntos recorrieron Londres, Cracovia, Praga y otras importantes ciudades europeas, como dice Egil Asprem en Arguing With Angels:

(...) en una Europa marcada por la intriga política, el creciente conflicto religioso y los fuertes fervores apocalípticos. En este contexto, Kelley le presentó a Dee una galería de seres angelicales y paisajes celestiales que, aparentemente apareciendo en el cristal, derramaron gotas de secretos divinos y esotéricos al ansioso filósofo. Entre las maravillas estaban el lenguaje perdido de Adán, el conocimiento de las jerarquías angelicales y los secretos sobre el inminente apocalipsis.

El lenguaje perdido de Adán al que refiere Asprem es, por supuesto, el famoso enoquiano (bah, famoso dentro de los círculos ocultistas). Mediante el uso de una colección de diferentes bolas de cristal y espejos especiales, Kelly decía haber establecido comunicación con inteligencias angelicales. Dee dirigía las ceremonias, y anotaba cuidadosamente los resultados. De esta manera se originó el sistema mágico llamado Enoquiano: el lenguaje y las 21 letras del alfabeto enoquiano o angelical, el sistema de treinta Aethyres o planos, los nombres de las jerarquías angelicales de esos planos, y el sistema mágico ritual para acceder a ellos, las llamadas o llaves enoquianas. A pesar de los esfuerzos que Dee y Kelley hicieron para recopilar todo el sistema (desde 1582 a 1589), parece que posteriormente no lograron muchos avances con el mismo – en efecto, no se sabe bien en cuánta extensión Dee y Kelly utilizaron el sistema que crearon (o que recibieron, si nos atenemos al lenguaje ocultista), y la opinión general es que lo pusieron en práctica muy pocas veces.

Edward Kelley y John Dee invocando 
el espíritu de una persona fallecida, 
grabado de 1897; dibujo original de Ebenezer Sibly, 1790


Tras la muerte de Dee, sus diarios y manuscritos de los experimentos enoquianos se dividieron en dos partes: el primer grupo fue vendido a Sir Robert Cotton (1571–1631) junto con la Mesa Sagrada en la que habían trabajado Dee y Kelly. Estos son los documentos que Méric Casaubon editaría y publicaría en 1659 con el título de A true and faithful relation of what passed for many years between Dr. John Dee and Some Spirits. La otra parte permanecería inédita durante cientos de años. Sin embargo, el material enoquiano sobrevivió y fue pasando por diversas bibliotecas privadas; Elias Ashmole (1617–1692) estudió el segundo grupo de diarios y fue uno de los primeros en intentar poner en orden los manuscritos de Dee. De Ashmole, los documentos pasaron a manos del coleccionista Hans Sloane, y terminaron en la colección Sloane de la Biblioteca Británica. Dos siglos después, S.L. MacGregor Mathers estudió el sistema enoquiano[1], organizándolo y adaptándolo para el uso en las ceremonias de la Orden de la Golden Dawn; en dicha Orden es donde Aleister Crowley lo conoció y tomó la posta enoquiana desarrollándola en la práctica aún más que los adeptos de la G.D. Crowley publicó sus exploraciones de los 30 Aethyres en The Vision and the Voice (1911). Posteriormente, Israel Regardie y Lon Milo Duquette son algunos de los autores que han aportado bastante a la estructuración del corpus ritual enoquiano.

El sistema mágico enoquiano es descrito por Poke Runyon en el podcast de manera muy clara y concisa, así que trataré de transcribirlo lo mejor que pueda:

Este programa de Aethyres originalmente era llamado “Victoria Terrestre” (Terrestrial Victory) y sus gobernantes angélicos organizados al estilo kamea tenían asignados los diferentes países de la Tierra; Dee, actuando como un James Bond disidente (...) trató de vender este sistema de “Victoria Terrestre” al gobierno de Polonia como un “motor político-mágico”, pero los polacos no lo compraron; el sistema en realidad está basado en los 30 Eones ascendentes gnósticos valentinianos. Estos Eones o dimensiones están organizados como los aros dentro de una cebolla con la Tierra (...) al centro o núcleo de los círculos concéntricos, formando una esfera. Rodeando este universo esférico, en cada uno de los cuatro cuadrantes, están las Tabletas de las Atalayas (Watchtower Tablets), cuadrículas acrósticas que mapean la estructura elemental de la gran esfera de los Aethyres o Eones concéntricos; estas tabletas están redactadas en el misterioso lenguaje angélico recibido por Edward Kelley y anotado por John Dee; este lenguaje es llamado enoquiano, y no es mera glosolalia (hablar en lenguas), tiene sintáxis y gramática, puede ser traducido y tiene un efecto remarcable en el cerebro humano: genera visiones.


La gran esfera de los Aethyres según John Dee


Luego, Runyon aclara de dónde viene la aparentemente gratuita afirmación de que el sistema de Aethyres de Dee “en realidad está basado en los 30 Eones ascendentes gnósticos valentinianos”:

Nosotros (se refiere a la O.T.A.) no fuimos los que lo descubrimos; la persona que lo trajo a nuestra atención originalmente fue David Allen Hulse, el estudioso del esoterismo que compiló los dos volúmenes llamados The Key of It All, (...) dos volúmenes gruesísimos que todo mago debería tener, porque David Allen Hulse es, como solía decirse en los viejos tiempos, un enciclopedista, alguien que ama comparar cosas: listas, tablas, e hizo un trabajo hercúleo para recopilar estos dos volúmenes (...)

Hacia el final de “la Séptima Clave” de su libro The Western Mysteries (el vol. II de The Key of It All), David Allen Hulse detalla los 30 Eones gnósticos valentinianos tal como los enumera el heresiólogo Ireneo de Lyon en su tratado Contra las Herejías (c.180 d.C.). Al final de la lista de Eones, Hulse escribe:

Estos 30 eones se ven como una escalera de 30 peldaños que se extiende desde la tierra hasta los cielos. El peldaño superior de esta escalera cósmica es el Primer Eón, la fuente de todo, Dios, mientras que el peldaño inferior es el Trigésimo Eón, el mundo material. En cada peldaño había un guardián angelical cuyo nombre y naturaleza tenían que ser conocidos para poder avanzar al siguiente peldaño de la escalera eónica. El segundo modelo eónico era una serie de 30 círculos concéntricos, donde cada círculo era un peldaño de la escalera cósmica. En última instancia, esta división gnóstica de 30 categorías se convirtió en la base del sistema mágico enoquiano del mago isabelino John Dee.




Runyon continúa:

Hasta donde yo sé, el libro de David Allen Hulse es el único lugar donde vi formulada esta afirmación. Realicé un esfuerzo considerable tratando de encontrar otra referencia al sistema de 30 Aethyres de la “Victoria Terrestre” de Dee y Kelley como derivado del sistema valentiniano como dice Hulse, y creo que Hulse tiene razón, y sólo pude encontrar una (...) en el libro John Dee's Five Books of Mystery, compilado y editado por Joseph H. Peterson.

El pasaje al que Poke Runyon se refiere en el libro de Joseph H. Peterson es el siguiente (el énfasis en cursiva es mío):

En su Mysteriorum Libri Quinque, Dee registra visiones proféticas (por ejemplo, la Armada española), visiones de ángeles, instrucción mágica y enseñanzas religiosas. Algunos de los mensajes clave de los ángeles incluyen: la carne es vil y corrupta (actitud gnóstica o neoplatónica).

Como dice Poke Runyon, en esta actitud gnóstica que señala Peterson hay un vínculo – aunque tenue – de Dee con el gnosticismo valentiniano. Peterson, en la introducción de John Dee's Five Books of Mystery, continúa con un dato muy interesante:

Dee parece haber tenido una fascinación casi obsesiva con los apócrifos perdidos, especialmente el Libro de Enoc, que es mencionado e incluso citado en la Biblia (Judas 14) y Esdras. Los ángeles le dicen que los apócrifos no están perdidos, sino que han sido guardados por los judíos. La mayoría de sus ejercicios místicos se centran en la recuperación de la sabiduría perdida que estos libros representan para él.

Que el Libro de Enoc había sido guardado por los judíos era cierto, había sido preservado por los judíos etíopes, pero no fue redescubierto para los europeos recién hasta 1773 – más de un siglo y medio después de la muerte de Dee. Esta “fascinación casi obsesiva” de Dee por los libros de sabiduría perdida tal vez fue la fuerza motriz que lo impulsó no solo a crear (o recibir”, depende cómo se vea) el sistema enoquiano”, sino también a estudiar minuciosamente una de las pocas fuentes accesibles a la “sabiduría perdida”: los Patriarcas de la Iglesia de los siglos II y III e.c., los heresiólogos gracias a los cuales conocimos fragmentos de libros apócrifos perdidos (algunos descubiertos posteriormente en la biblioteca de Nag Hamadi); continuamos con Poke Runyon:

Lo que Dee probablemente hizo fue tomar sus ideas del sistema valentiniano de los Patriarcas de la Iglesia Ireneo e Hipólito, que escribieron sobre el gnosticismo con la intención de desacreditarlo; pero Dee era un lector, estudioso e investigador omnívoro, y recogió todo el gnosticismo que pudo de ellos (...) Más recientemente, Kieren Barry, autor de The Greek Qabalah, en realidad tomó gran parte de su qabalah griega leyendo la Refutación de Todas las Herejías de Hipólito (...) Uno comprende que Dee hizo lo mismo que Kieren Barry: extrapoló su cosmología de lo que le fue posible de sonsacar del sistema valentiniano de los escritos de Ireneo e Hipólito (...)

Ahora: Dee y Kelley; Dee conocía esta estructura; había leído a Ireneo e Hipólito; probablemente tomó de allí la estructura de 30 planos y se la explicó a Kelley. (...) Kelley no era un erudito como Dee. Dee sabía griego antiguo, hebreo y su latín era fluido. Kelley sabía algo de latín pero no griego ni hebreo. Cuando ellos comenzaron a idear este sistema, creo que es bastante obvio que Dee debió describir en rasgos generales la estructura del sistema valentiniano a Kelley. Y cuando Kelley hacía las videncias, debió hacerlas en base al sistema de 30 eones valentinianos. No utilizaron los nombres de los eones valentinianos, pero Kelley comprendió la estructura del sistema.

A manera de corolario de este artículo, lo que dice Poke Runyon: “aparentemente, los Aethyres no surgieron completamente armados de la frente de Kelley, como Athena de la frente de Zeus. Dee era el erudito y debió haber descubierto el modelo valentiniano en la investigación, dirigiendo así la búsqueda de Kelley.

Esto, en mi opinión, no quita para nada lo interesante de la historia de Dee y Kelley, ni tampoco considero que le quite validez a su sistema para aquellos/as interesados/as en utilizarlo para sus prácticas de magia enoquiana. Creo que la comprensión de la génesis de un sistema siempre aporta nuevas perspectivas y herramientas al practicante, no lo disminuye.

Otro tema a tratar es el idioma enoquiano y su análisis, pero creo que eso merece un artículo aparte, tal vez en algún futuro cercano.







[1] Hay una polémica en el mundo de los estudios académicos del ocultismo sobre el origen de los elementos enoquianos en el sistema mágico de la la Golden Dawn; la historia de la propia Orden afirma que esos elementos estaban incluidos en los “manuscritos cifrados” atribuidos a Ana Sprengel y supuestamente hallados por William Wynn Westcott que serían la base para la fundación de la GD; muchos estudiosos que creen que Westcott y MacGregor Mathers crearon los manuscritos y se los atribuyeron a la Orden Rosacruz de Ana Sprengel para darle credibilidad a la nueva Orden, consideran que los elementos enoquianos del sistema mágico de la la Golden Dawn fueron sumados por MacGregor Mathers, que habría estudiado los manuscritos de John Dee en la colección Sloane. Es un tema largo e intrincado, y no es el punto focal de este breve artículo.

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