sábado, 23 de noviembre de 2013

Daryl Davis: el músico negro que 'desprograma' a miembros del KKK


Por Rebecca Savastio para Las Vegas Guardian Express.
 

Traducción: Mazzu

 
 
Daryl Davis no es un músico común y corriente. Ha tocado con el presidente Clinton y recorre el país tocando el piano al estilo “ardiente boogie woogie”, compartiendo estilos musicales inspirados por grandes figuras como Fats Domino, Chuck Berry y Jerry Lee Lewis. Es un artista muy respetado y electrizante que actualmente integra The Legendary Blues Band (antes conocida como la Muddy Waters Band) y rockea los escenarios de toda la nación.

 

Los viajes de Davis, por supuesto, siempre le han dado la oportunidad de conocer a una gama amplia y diversa de personas, pero tal vez nada pudo prepararlo para el momento que iba a cambiar su vida.

 

Era 1983 y Davis estaba tocando música country western en un salón con público exclusivamente blanco. Él era el único músico negro en el lugar y cuando su show hubo terminado, un hombre se le acercó. “Él vino y me dijo que le gustaba mi forma de tocar el piano”, dice Davis, “y luego me dijo que era la primera vez que escuchaba a un hombre negro tocando tan bien como Jerry Lee Lewis”. Davis, un tanto divertido por esto, explicó al hombre: “Jerry Lee aprendió a tocar escuchando blues negro y gracias a pianistas negros de boogie woogie, y es amigo mío. Él mismo me dijo dónde aprendió a tocar”. Al principio, dice Davis, el hombre se mostró escéptico sobre el hecho de que Jerry Lee Lewis hubiera sido educado por músicos negros, pero Davis pasó a explicarle esto con más detalle. “Estaba fascinado”, dice Davis, “pero no me creía. Entonces, me dijo que era miembro del Klan”.

 

Daryl Davis posa con su amigo Jerry Lee Lewis.


 

La mayoría de la gente de hoy en día probablemente habría dado la vuelta y huido de aquel viejo bar, pero no Davis. Él se quedó y habló con el hombre del Klan durante largo rato. “Al principio pensé ‘¿por qué diablos estoy sentado con él?’ Pero entablé una amistad y fue la música la que nos unió”, dice.

 

Esa amistad conduciría a Davis por un sendero casi inimaginable para la mayoría de la gente. Hoy en día, Davis no sólo es un músico: es una persona que se hace amiga de los Klansmen y, como resultado, recoge las túnicas y capuchas de los miembros del KKK que optan por abandonar la organización debido a su amistad con él.

 

El camino hacia estas amistades íntimas y auténticas, dice Davis, requirió mucho aprendizaje de su parte. Había tenido experiencias con el racismo y hacía tiempo que quería escribir un libro sobre las relaciones raciales, pero no había tenido la oportunidad de sentarse a hablar con un miembro del Klan. Su educación fue muy diversa, y su primera experiencia con el racismo organizado fue un shock. Explica:

 

“Me crié en el extranjero, en escuelas integradas. Yo había tenido una experiencia con el racismo, pero no sabía que había personas que se organizaban en grupos cuya premisa era ser racista y excluir a otras personas. Era algo incomprensible para mí. Mis padres estaban en el Servicio Exterior y yo era un mocoso de la embajada americana que iba a las escuelas internacionales en el extranjero. Mis aulas estaban llenas de chicos de otras embajadas: japoneses, alemanes, franceses, italianos. Era multicultural, pero ese término no existía en aquella época. Para mí era una norma. Cada vez que volvía (a los EE.UU.), también veía a las personas separadas por la raza. Cuando mi padre me hablaba de sobre eso (sobre el KKK) a la edad de 10, no tenía ningún sentido para mí. Siempre me había llevado bien con todo el mundo”.

 

Cuando Davis decidió que necesitaba escribir un libro sobre el Ku Klux Klan, sabía que tenía que encontrar al amigo que había hecho en aquel bar. Davis lo localizó ocho años después de aquel encuentro. “Fui a su apartamento sin avisar”, dice Davis. “Abrió la puerta, me vio y me dijo ‘¡Daryl! ¿Qué estás haciendo aquí?’ Él salió de su apartamento y yo entré. Me preguntó ‘¿qué pasa? ¿Sigues tocando?’ - Le dije ‘tengo que hablar contigo sobre el Klan’.”

 

Al principio su amigo se resistió, diciendo que no le daría la información que estaba buscando. “Él no quería hacerlo porque tenía miedo”, dice Davis. “Pensó que iban a asesinarme. Yo dije ‘bueno dame el número y la dirección del tipo’. Finalmente me dio el número y la dirección de Roger Kelly, pero me dijo: 'No vayas a su casa, reúnete con él en un lugar público’.” Davis inmediatamente comenzó a planear un encuentro con Kelly, quien en ese momento era el líder del KKK en Maryland.

 

“Mi secretaria lo llamó,” dice Davis, “y le dije, ‘no le digas a Roger Kelly que soy negro. Sólo dile que estoy escribiendo un libro sobre el Klan’. Quise que llamara ella porque es blanca. Yo sabía lo suficiente acerca de la mentalidad del Klan, y nunca se les ocurriría que una mujer blanca trabajara para un hombre negro. Ella lo llamó y él no preguntó de qué color era yo, así que quedamos en vernos en un motel”.

 

Esa reunión, dice Davis, estuvo cargada de tensión desde el principio. Kelly llegó al motel con un nighthawk – un guardaespaldas vestido con traje de fajina estilo militar, y armado -.

 

“Nos encontramos en un motel, y envié a mi secretaria por algo de hielo y refrescos, así podría ofrecer al Sr. Kelly algo de beber. La habitación, por coincidencia, estaba dispuesta de manera tal que si se abría la puerta, no se podía ver quién estaba dentro... Justo a tiempo golpearon la puerta. Entró un guardaespaldas vestido con uniforme militar, boina del KKK, y una pistola en la cintura. El Sr. Kelly estaba detrás de él, y vestía un traje azul oscuro. Al verme, el guardaespaldas se quedó congelado. El Sr. Kelly chocó contra él como si fueran fichas de dominó.

 

Vi la aprehensión así que me levanté, me acerqué y le dije: ‘Hola Sr. Kelly, venga, entre’. Me dio la mano, el guardaespaldas me dio la mano, y entraron. El señor Kelly se sentó y el guardaespaldas se situó a su derecha. Él me pidió identificación y le entregué mi licencia de conductor. Dijo ‘ah, usted vive en Flack Street en Silver Spring’. Bueno, no quería que fuera a mi casa a quemar una cruz o lo que sea, pero allí estaba él diciendo mi dirección. Quise hacerle saber que no debía ir a mi casa así que le dije ‘sí, y usted vive en...’ y le dije su dirección. Lo dejé en claro – ‘vamos a limitar nuestra visita a esta habitación de hotel’.

 

Pero yo no tenía ninguna razón para estar preocupado. Uno de los miembros de su sucursal del Klan vivía justo frente a mi casa. Fue una coincidencia.”

 

Sin embargo, la tensión continuó, dice Davis, y finalmente llegó a un punto álgido.

 

“Cada vez que mi cassette se quedaba sin cinta, me agachaba hasta mi bolso para sacar otro. Cada vez que me agachaba, el guardaespaldas llevaba la mano a su pistola. Él no sabía lo que había en el bolso. Después de un rato se relajó al darse cuenta de que no había nada en el bolso, salvo los cassettes y la Biblia. Después de aproximadamente una hora se produjo un extraño ruido muy fuerte, ominoso, y me produjo recelo. En el fondo de mi mente, oí a mi amigo diciéndome ‘Mr. Kelly te va a matar’. Me levanté y golpeé mis manos sobre la mesa, sintiendo que mi vida estaba en peligro. Cuando mis manos golpearon la mesa, mis ojos se encontraron con los suyos, y él podía leerlos. Nos miramos fijamente a los ojos. El guardaespaldas nos miraba a ambos, pero entonces mi secretaria Mary se dio cuenta de lo que había sucedido.

 

El hielo se había derretido y las latas de refresco se movieron, ¡y eso fue lo que hizo ruido! Todos empezamos a reírnos de lo estúpido que habíamos sido. En retrospectiva, fue una lección muy importante que aprendí. Tuvimos miedo uno de otro todo debido a que una entidad foránea de la cual éramos ignorantes entró en nuestra zona de confort. La lección aprendida: la ignorancia crea odio. Si uno no mantiene el miedo a raya, el miedo se convierte en odio. Si uno no mantiene el odio a raya, se volverá destrucción.”

 

Después de ese momento definitorio, el encuentro fue mucho más relajado. Davis se hizo amigo de Kelly y eventualmente llegó a hacerse amigo de más de 20 miembros del KKK. Ha recogido por lo menos una cantidad igual de túnicas y capuchas, que ha colgado en su armario. También es visto como responsable de desmantelar a todo el KKK en Maryland porque las cosas “se vinieron abajo” después de que comenzó a relacionarse con los miembros de esa localidad.


Daryl Davis posa con túnicas y capuchas cedidas a él por miembros del Ku Klux Klan .

 

Él dice que los miembros del KKK tienen muchas ideas erróneas sobre la gente de color, ideas que provienen en su mayoría del intenso lavado de cerebro que comienza en el hogar. Cuando los miembros del Klan lo conocen, dice, se hace imposible que se aferren a sus prejuicios. Nos explica:

 

“Un miembro del Klan y yo paseábamos en mi auto cuando surgió el tema de la delincuencia. Hizo la observación de que todos los negros tenemos un gen que nos hace violentos. Dije ‘Gary, ¿de qué estás hablando?’ Él dijo: ‘¿Quiénes protagonizan todos los tiroteos?’ Dije ‘déjame decirte algo, yo soy tan negro como cualquier otro negro y nunca he disparado ni un tiro’. Al rato le dije ‘¿sabes?, está comprobado que todos los blancos tienen un gen que los hace asesinos seriales. Nómbrame tres asesinos seriales negros’. No pudo hacerlo. Le dije ‘tú tienes ese gen. Sólo que está latente’. Él dijo ‘bueno, eso es estúpido’, y yo le dije ‘es tan estúpido como lo que tú me dijiste’. Después de eso se quedó en silencio y supe que estaba asimilando la idea”

 

Davis también se hizo amigo cercano de Robert White, un Gran Dragón del Ku Klux Klan. “Yo respeto el derecho de una persona a expresar sus opiniones ya sean correctas o incorrectas”, dice Davis. “Robert White era un Gran Dragón que había ido a la cárcel en numerosas ocasiones. Le dije que quería hacerle una entrevista para mi libro. Al principio actuó de manera muy violenta y con mucho odio, pero hablamos durante mucho tiempo. Con el tiempo, empezó a pensar en muchas de de las cosas que había hecho y dijo que había estado equivocado. Dejó el Klan. Hacia el final me dijo que me seguiría hasta el infierno ida y vuelta... Y me dio su túnica, la capucha, y su uniforme de policía”.

 

Davis relata sus experiencias con el Ku Klux Klan en su libro Klan-Destine Relationships. Dice que sus amistades son reales e íntimas, y que hace cosas típicas con sus amigos que están en el Klan. Incluso ha servido como portador del féretro en el funeral de un Klansman y asistió a la boda de otro. Cuando se le pregunta sobre el temor que muchas personas sienten cuando se enfrentan con las imágenes de los miembros del Ku Klux Klan, él dice que “es sólo algo material. Tienes que tratar de dirigirte a lo que está en la cabeza de la persona y en su corazón”.

 

De hecho, Davis dice que la mejor manera de romper barreras y mejorar las relaciones raciales entre dos personas que no están de acuerdo entre sí es sentarse a hablar:

 

Muchas personas tienen grupos anti-racistas. Se reúnen, tienen un grupo diverso, pero todo lo que hacen es sentarse a hablar acerca de lo mala que es la discriminación. Pero si alguien dice ‘hay un grupo del Klan en la ciudad ¿Por qué no los invitamos a hablar con nosotros?’ los otros dicen ‘¡Ah, no! ¡No queremos a esos tipos aquí!’ Bueno, estás haciendo exactamente lo mismo que ellos. ¿Cuál es el propósito de juntarte a debatir con gente con la que ya estás de acuerdo? Encuentra a alguien que no esté de acuerdo e invítalo a tu mesa.

 

Invita a tu enemigo a hablar. Dale una plataforma para hablar, porque entonces va a haber reciprocidad. Invita a tus enemigos a sentarse y a hablar contigo. Nunca se sabe; alguna pequeña cosa que dices podría ser alimento para sus pensamientos, y tú aprenderás de ellos. Establece un diálogo. Cuando la conversación se detiene es cuando el suelo se vuelve fértil para pelear.

 

Davis actualmente está ocupado tocando con su banda y recorriendo el país dando conferencias. Está planeando un segundo libro como secuela de Klan-Destine Relationships. Dice que no hay necesidad de tener miedo del KKK, porque al menos ellos comunican claramente sus objetivos, mientras que el racismo puede manifestarse en cualquier persona, y a menudo es invisible. Insta a los que desean luchar contra el racismo a acercarse a aquellos que tienen ideas erróneas acerca del tema.

 

“Cuando dos enemigos están hablando, no están peleando”, dice.