Por Mazzu
Quinta (y última) parte
de esta serie de notitas sobre Los Cazafantasmas (1984); nos metemos en
un terreno aún más pantanoso que el del ocultismo que hablamos en las entradas anteriores…
¿acaso hay un terreno más pantanoso que el del ocultismo? ¡Claro que
sí!: la política
Ya hemos mencionado que, en
la película, la galopante popularidad que lograron los Cazafantasmas tras
lograr sus primeras “atrapadas”, no solo atrajo la atención de la prensa, sino
que también atrajo al gobierno, en la figura de Walter Peck
(William Atherton) de la Agencia de Protección Ambiental (EPA, por
la sigla en inglés de Environmental Protection Agency). Walter Peck llega
al cuartel Cazafantasma tratando de inspeccionar las instalaciones de
almacenamiento, pero Venkman no se lo permite.
La riña del Estado contra
la PyME se hace patente cuando, después de ese primer choque, Peck cae con la
policía y los trabajadores municipales con una orden para arrestar a los
Cazafantasmas y desactivar la unidad de contención, lo que provoca una
explosión que libera a los fantasmas capturados. Esto expone, en parte, el
tropo del “David emprendedor contra el Goliat estatal” que tiene de trasfondo
la película. Digo “en parte” porque no sé si realmente es tan así. Como dijo
Frankenstein, vamos por partes:
El planteo de “el empresario independiente contra el malvado estado” es la línea central del argumento de La Rebelión de Atlas, la novela más famosa de Ayn Rand, publicada en Estados Unidos en 1957 y volumen de cabecera de figuras políticas actuales argentinas como Javier Milei y Mauricio Macri. La Rebelión de Atlas trata sobre una rebelión de los grandes empresarios contra el gobierno y los políticos de Estados Unidos, que realizan un lockout, paralizando el país como forma de protesta.
La sociedad
estadounidense en la novela está dividida en dos clases: los “saqueadores” y
los “no saqueadores”. Los primeros están representados por la clase política y
los cultos religiosos (la casta), quienes creen que toda actividad
económica debe ser regulada y sometida a una fuerte imposición fiscal. Los
segundos son los emprendedores, los CEOs de empresas e intelectuales que
piensan que la solución es lo contrario.
En inglés, el título de
la novela es Atlas Shrugged, Atlas se encogió de hombros. La idea
del libro es que los empresarios son como el titán Atlas: sostienen al mundo
sobre sus hombros, y ¿qué pasaría si el titán se encogiera de hombros? El mundo
caería, se desmoronaría. Los empresarios son los que sostienen al mundo, nos
dice la Señora Rand. Presenta de esta manera a los empresarios, poderosos,
millonarios, usureros y capitalistas en general como víctimas del estado
malévolo y salvadores del mundo.
Alisa Zinóvievna
Rosenbaum (1905-1982), más conocida como Ayn Rand, nació en Rusia y luego fue
nacionalizada estadounidense. Llamó objetivismo
al sistema “filosófico” que desarrolló. Rand defendía el egoísmo, el
individualismo y el capitalismo y rechazaba el socialismo, el altruismo y la
religión, un sistema que defendía, claramente, a los privilegiados.
Ayn Rand era la hija mayor
de Zinovy Zakharovich Rosenbaum, un farmacéutico, padre de una familia burguesa
judía de San Petersburgo en el, por entonces, Imperio Ruso. Ella tenía 12 años
cuando la revolución bolchevique cambió la vida de su familia. La farmacia de
su padre fue expropiada por los revolucionarios y la familia huyó a Crimea, bajo
el control del Ejército Blanco durante la Guerra Civil Rusa. Después de
graduarse de la escuela secundaria en 1921, regresó con su familia a Petrogrado
(como se llamaba entonces San Petersburgo), donde (según ella) pasaron hambre.
A pesar de todo, pudo estudiar en el terciario público gracias a que la
revolución abrió las universidades a las mujeres (algo vedado a ellas antes, durante
el régimen zarista). En 1925 consiguió una visa para viajar a EEUU. Allí
conoció al actor Frank O'Connor, con quien se casó en 1929, convirtiéndose así
en residente permanente y luego ciudadana estadounidense en 1931. En estados
Unidos se convirtió en una furiosa defensora del individualismo “heroico” y
capitalista.
Así como nuestro actual presidente
Javier Milei dice que prefiere a los narcos antes que al Estado, Ayn Rand decía
que el ser humano ideal era William Edward Hickman, un asesino serial cuyo desmembramiento
de una niña de 12 años llamada Marion Parker en 1927 conmocionó a todo EEUU.
Es bastante difícil eludir
la lectura randiana de Ghostbusters; la película es definitivamente fan
del libre mercado. The National Review, una publicación
ultraconservadora estadounidense (fundada nada más y nada menos que por WilliamF. Buckley Jr.), dijo sobre Ghostbusters: “te tiene que gustar una
película en la que el malo es un bufón de la EPA, feliz con la regulación, y la
solución a la amenaza pública viene de la mano del sector privado”.
Con respecto a la ideología de los escritores y del director, tenemos lo siguiente: Ramis nunca fue tímido con sus opiniones liberales (liberal en el sentido estadounidense de progresismo o centroizquierda, no en el sentido que le damos acá de liberalismo económico o capitalismo salvaje).
“Entré a la universidad justo cuando la gente estaba en el desenfreno de fraternidades posterior a la Guerra de Corea”, dijo una vez al New York Observer. “Todo parecía genial, Kennedy, Camelot, nuestra generación dominando el mundo y, de repente, mi segundo año de universidad comienza con Kennedy asesinado, y todo se va al infierno... Yo cantaba canciones populares cuando todos los demás cantaban rock and roll, me podía indignar por los problemas sindicales en los ferrocarriles y las minas de carbón a finales del siglo XIX”. Aunque menos explícito sobre la política, Dan Aykroyd se describe a sí mismo como “un liberal (de vuelta, liberal en el sentido de centro-izquierda) canadiense incondicional”; por su parte, Ivan Reitman dice: “siempre he sido una especie de conservador-libertario”; la huida de su familia de la Checoslovaquia comunista probablemente influyera en su perspectiva al igual que en el caso de Ayn Rand. De cualquier manera, los tres eran donadores frecuentes de campañas demócratas. Por lo tanto, es difícil interpretar a Los Cazafantasmas como algo de ultra-derecha, incluso cuando un ente gubernamental (la EPA) es el villano. Cuando uno examina la película más fríamente, ve que tal vez no es exactamente el individuo contra el Estado sino el individuo contra las instituciones.
La primera pista que
tenemos sobre esto es el choque de Venkman, Stantz y Spengler con la
Universidad de Columbia (UC). Columbia es un ente privado, no estatal. Ellos
son expulsados de mala manera del laboratorio de Estudios Paranormales del
Weaver Hall del Departamento de Psicología de la UC por su enfoque “poco
ortodoxo”:
Venkman:
presumo nos pasarán a niveles superiores en la Universidad
Deán Yeager: no, serán removidos fuera
de ella; la mesa directiva ha decidido remover su beca, tendrán que desalojar
este edificio de inmediato.
Venkman:
esto es absurdo, exijo una explicación.
Deán
Yeager: de acuerdo, esta universidad no continuará más aportando fondos de
ningún tipo para sus actividades de grupo.
Venkman:
¿y si somos aceptados?
Deán
Yeager: doctor Venkman: creemos que el propósito de la ciencia es servir a la
humanidad; ustedes, sin embargo, parecen creer que la ciencia es algo así como
un truco o estafa. Sus teorías son las peores boberías del siglo, sus métodos
malos, y sus conclusiones altamente cuestionables; usted es un científico malo,
doctor Venkman
Venkman:
entiendo
Deán
Yeager: y no tiene cabida en este departamento, ni en esta universidad
Podemos decir que más que
anti-estatal, la peli es anti-burocracia, y ¿quién NO está en contra de
la burocracia? La burocracia está instalada en el Estado, pero también está
enquistada en todas las instituciones, sean privadas o públicas. Y creo que ahí
está la cuestión de los Cazafantasmas. Porque los muchachos se saltean una
institución gubernamental (la EPA), para aliarse con el alcalde de New York, y ¿qué
más estatal que eso? Es como pelearte con Milei, pero aliarte con Kicillof…
Nos identificamos con Venkman
y vemos al mundo académico como elitista. Stantz, que está aquerenciado con la
institución, se lamenta de su destino. Pero Venkman ve una nueva oportunidad en
el horizonte, y se llama el sector privado.
Stantz:
Esto es una desgracia. Olvídense del posgrado y de Stanford. Nos verán como a
la peste bovina.
Venkman: no te preocupes por tu reputación.
Einstein se convirtió en prodigio trabajando como marcador de patentes…
Stantz:
¿sabes cuánto gana un marcador de patentes?
Venkman:
no
Stantz:
en lo personal, me gusta la universidad, nos dan dinero y facilidades y no
tenemos que producir nada; nunca hemos salido de aquí, no sabemos cómo es allá
afuera, el trabajo es del sector privado… y esperan resultados
Venkman:
sea cual sea la razón, Ray, llámese suerte, llámese destino, llámese vibraciones,
yo creo que todo sucede por una razón, yo creo que estábamos destinados a que
nos echaran de aquí…
Stantz:
¿con qué fin?
Venkman:
para que destaquemos por nosotros mismos.
Stantz:
el sistema de ectocontención que Spengler y yo tenemos en mente va a requerir
de una fortuna para capitalizarlo, ¿de dónde sacaremos el dinero?
Venkman:
no lo sé… no lo sé
Acto seguido, hipotecan
la casa de Stantz para conseguir fondos para su emprendimiento. Riesgo y
recompensa en el mundo de las altas finanzas: muy Manhattan, muy años 80s. “Los
derechos de franquicia nos darán riquezas superiores al sueño más salvaje”, galantea
Venkman, y la alegre música circunstancial nos lleva a la cuestión inmobiliaria,
el edificio que van a ver tiene un signo de dólar pintado en la ventana. Tienen
que aceptar el alquiler porque, a pesar de que Spengler y Venkman no están
para nada convencidos, Stantz (el que puso la tarasca) está encantado con
el lugar, en una fascinación infantil por los postes de descenso de bomberos.
El que pone la tarasca tiene la última palabra: capitalismo, gente.
“Los niños espectadores
de cine y televisión”, dice David Sirota en Back to Our Future: How the1980s Explain the World We Live in Now, “que vieron el éxito de la
transferencia por parte del gobierno de las responsabilidades de seguridad
municipal a los Cazafantasmas, naturalmente se sentirán menos sorprendidos e
indignados cuando, como adultos, vean al gobierno entregando las mismas
responsabilidades a los colegas de Blackwater que ‘luchan contra el terrorismo’”
¿Peck pidiendo la liberación de los fantasmas equivale al pedido de liberación
de presos políticos de EEUU produciendo un ataque terrorista masivo en New York
que se ve reflejado en la explosión fantasmagórica en la peli?... no sé. Sincronísticamente,
como dijimos en una entrada anterior, la “ola fantasma” parece salir del World
Trade Center…
Por qué digo que no es
antiestatal sino antiburocrática: los Cazafantasmas acuden a ver al alcade de
New York junto al agente de la EPA Walter Peck; allí ellos exponen su teoría de
lo que está sucediendo versus la teoría del agente estatal: Peck dice que
Peck:
estos hombres son actores muy bien adiestrados, usan su cerebro y un compuesto
de gases para inducir alucinaciones; el pueblo piensa que está viendo fantasmas,
y llama a estos payasos que en forma muy conveniente se encargan del problema
con un espectáculo electrónico de efectos falsos.
Stantz:
Mire, todo iba muy bien hasta que el aparato de control fue desconectado por
este estúpido (refiriéndose a Peck)
Peck:
¡provocaron una explosión!
Alcalde:
¿es verdad?
Venkman:
sí, es cierto; este tipo no tiene pito (refiriéndose a Peck)
Peck
quiere atacar a Venkman pero es detenido por los policías.
Hay una discusión y un
forcejeo; los Cazafantasmas exponen sus argumentos
Spengler:
¡40 años de oscuridad, terremotos, volcanes
Zeddemore:
¡los muertos saliendo de sus criptas!
Venkman:
¡sacrificio humano! ¡perros y gatos viviendo juntos, la histeria!
Alcalde:
¿y si se equivocan?
Venkman:
¡si me equivoco no pasa nada! Iremos a prisión tranquilamente, sin resistirnos.
Pero si tengo razón, y si podemos detener esto, Lenny, usted habrá salvado la
vida de millones de votantes registrados
A lo que el alcalde y el
obispo responden con una sonrisa y un asentimiento con la cabeza. No hay más
que decir.
Los Cazafantasmas no
hacen tratos con instituciones burocráticas (la universidad privada de Columbia
o el ente estatal EPA), pero sí hacen tratos directamente con el Estado, el
Alcalde de New York. Por esto, repito, no es tanto una cuestión antiestatal
sino una cuestión antiburocrática.
También hay un palito a
las publicaciones que hoy llamaríamos “woke”, y que en aquellos tiempos
llamaban “progres” como The Atlantic que, en el montaje de atrapadas de
fantasmas, pregunta: “¿Tienen los fantasmas derechos civiles?”
Y bien… ¿los tienen? Creo
que es una buena pregunta, más si nos retrotraemos a otra hipótesis sobre la
peli: leí por ahí, en una publicación de que lamentablemente perdí el rastro
hace tiempo, que Ghostbusters podía verse como una alegoría de la
gentrificación sufrida en New York desde la década de los 70s en adelante. Gentrificación,
básicamente, es el proceso de desalojar a la gente pobre de cierto sector de la
ciudad para poner en su lugar residencias de alto valor inmobiliario. New York
es, tal vez, uno de los lugares más emblemáticos del proceso de gentrificación.
Y, entonces quizá no sea casual que los Cazafantasmas tengan lugar justo allí: qué
más indeseado inquilino es el inquilino “invisible”, el fantasma, el “spook”.
Los fantasmas son los
inquilinos menos deseados y los primeros en querer ser desalojados de cualquier
vivienda, aquí, allá o en cualquier lado del mundo. No pagan el alquiler, no
pagan expensas, y encima molestan a los normies, eh, digo a los vivos.
Son la pesadilla del propietario. ¿Puede verse a los fantasmas como una alegoría
de un sector poblacional, étnico o social “indeseado” que debe ser desalojado
de la zona anhelada por el sector pudiente de la ciudad de New York? No, tal
vez es un delirio mío. La “gente de bien”, la gente pudiente, no desea esas
cosas, ¿no? No desea encerrar a los “fantasmas” en una “red de contención”
fuera de la vista para que esas cosas ya no molesten más. Soy un malpensado si
así lo creyera yo.
Lo invisible se va
haciendo cada vez más visible…
Amigos, con esto quiero
cerrar – por el momento – esta breve serie sobre los Cazafantasmas. Espero que
les haya gustado y les haya provocado pensamientos, lo cual era mi intención;
no la de decir “esto es así” sino la de “yo veo todo esto en esta peli, ¿qué les
parece a ustedes?”. De nuevo, gracias, y nos seguimos leyendo.