jueves, 29 de febrero de 2024

Algunas notas sobre Ghostbusters (1984) Segunda Parte

 


Por Mazzu

Segunda parte de este… ¿análisis? – no, “análisis” suena demasiado pretencioso – digamos, reseña de fan. Ver Primera Parte.

 

Dana Barrett (Sigourney Weaver), del 550 Central Park West, tiene una experiencia paranormal en su departamento: huevos que saltan fuera de sus cajas y se fríen solos en la mesada de la cocina, y la aparición de un paisaje extradimensional en su heladera, dentro de la cual se ve un templo flotante con una bestia (un “Perro del Terror”) que pronuncia la palabra “Zuul”. Dana acude a los Cazafantasmas (a los que vio en una publicidad televisiva) y les pide ayuda. Los Cazafantasmas hacen algunas pruebas para determinar que no está loca mientras relata la experiencia. Venkman aprovecha la oportunidad para acercarse románticamente a Dana y la acompaña al apartamento. Usando un gracioso medidor electromagnético (el “Ghost Sniffer” u “Oledor de Fantasmas”), revisa el lugar y no encuentra nada en la sala principal ni en el dormitorio. Luego, Dana lo dirige hacia la cocina, donde encuentra huevos que se cocinaron solos en la mesada, pero tampoco obtiene lecturas significativas.

Primera captura

Mientras agotan sus últimos fondos al cenar comida china, Janine recibe una llamada de un cliente serio y hace sonar la alarma. Los Cazafantasmas corren, bajan por el tubo de bomberos, se visten y salen en el Ecto-1. Llegan al Hotel Sedgewick y el gerente del hotel les dice que están teniendo problemas con un fantasma residente. Después de encender con resquemor el equipo (que no habían probado adecuadamente antes, “cada uno lleva un acelerador nuclear en la espalda”), se separan para buscar al espantajo en el hotel. Venkman encuentra el fantasma (conocido como Slimer, o Pegajoso en Latinoamérica), que lo baña en ectoplasma. 



Spengler llama a Stantz para decirle que el fantasma está ahora en el salón de baile. Al intentar capturarlo, destruyen el salón haciendo tremendo batifondo (“¡por supuesto, serán totalmente discretos!”, había prometido Janine al cliente). Finalmente logran capturar al fantasma y se convierten en una sensación de la noche a la mañana, tanto en la ciudad de New York como en todo USA. A medida que aumenta la cantidad de llamadas, el equipo debe contratar a un cuarto miembro, Winston Zeddemore (Ernie Hudson). Su galopante popularidad atrae también al gobierno, en la figura de Walter Peck (William Atherton) de la Agencia de Protección Ambiental (EPA, por la sigla en inglés de Environmental Protection Agency). Llega al cuartel Cazafantasma tratando de inspeccionar las instalaciones de almacenamiento, pero Venkman no se lo permite.

Spengler está preocupado porque la cantidad de “energía psicokinética” de New York ha crecido a niveles alarmantes, y teme una oleada de fenómenos paranormales de proporciones colosales. Esa noche tormentosa, vemos cómo el edificio del 550 Central Park West atrae los relámpagos cual pararrayos.  Un par de gárgolas de piedra – llamadas “Perros del Terror” en el guión de Aykroyd y Ramis – toman vida.



En los 90s comencé a leer la obra de H. P. Lovecraft, y uno de los primeros libros que leí fue Los Mitos de Cthulhu, de Alianza Editorial, antología compilada por Rafael Llopis. Allí hay un cuento de Frank Belknap Long, colaborador y amigo de Lovecraft, llamado Los Perros de Tíndalos, que trata sobre unas criaturas interdimensionales que, si bien no son literalmente perros, “olfatean” y dan caza al desgraciado protagonista desde más allá del tiempo y el espacio hasta nuestra dimensión, cual sabuesos sobrenaturales. Desde que leí este cuento, no dejo de pensar que los Perros del Terror de Aykroyd y Ramis están inspirados en los Perros de Tíndalos de Belknap Long. Al comienzo del relato, a un amigo del protagonista incluso le llama la atención la mezcla de “ciencia y magia” que emplea el mismo, y exclama “¡me sorprende esta coexistencia de Einstein con John Dee!”, algo no muy alejado del universo de los Cazafantasmas con su mezcla de aceleradores de protones y espectros sumerios.


Dana entra a su departamento y habla por teléfono con su madre. Después de colgar, unas garras que salen de un sofá la atrapan y llevan a la cocina, donde Zuul la posee. Mientras tanto, Louis Tully (Rick Moranis), un contador residente del edificio, está en su fiesta de cumpleaños junto a sus clientes cuando un perro (también descrito como un oso y un jaguar, pero en realidad un Perro del Terror) ataca, y lo persigue fuera del edificio hasta un restaurante donde lo posee. Por cierto, si bien los comensales del restaurante ven y oyen gritar a Louis, nadie parece ver al Perro del Terror, insinuándose así que no es un ente totalmente físico.  

Peter va a visitar a Dana, que lo ha dejado plantado en su cita, y rápidamente se da cuenta de que ha sido poseída por Zuul, “la Guardiana de la Puerta de Gozer”, o “La Guardabarrera de Gozer” en Latinoamérica. Absolutamente cambiada por su posesión, Dana intenta seducirlo agresivamente, pero termina gruñendo ferozmente y levitando sobre su cama con frustración después de que él rechaza repetidamente sus avances.

Louis, igualmente poseído por Vinz Clortho, “el Maestro de Llaves de Gozer”, o el “Amo y señor de Gozer” en Latinoamérica, tambalea por Central Park, asustando a la gente y buscando a “la Guardabarrera de Gozer el Destructor”, hasta que encuentra un caballo de carruaje y lo confunde con el Guardián. Cuando el cochero le indica que el caballo solo tira del carro y el que hace los tratos es él, Louis responde con los ojos rojos y gruñéndole. Más tarde, la policía lleva a Louis al cuartel de los Cazafantasmas y le preguntan a Spengler si lo aceptaría, ya que muestra un comportamiento extraño. Egon reconoce que Louis está poseído. Más tarde, Venkman llama a Egon para contarle que Dana está poseída por Zuul, también conocido como el “Guardián”.

 


Una cuestión de Estatuas

Vamos ahora al tema estatuario. La película está repleta de estatuas. Desde el comienzo al final, ya desde la “dama de la antorcha” del logo de Columbia Pictures, representando a la “diosa” Columbia (una personificación femenina de los Estados Unidos de América) y su similitud con la Estatua de la Libertad (con un gran protagonismo en Ghostbusters II, 1989), a la mismísima primera escena de la película: lo primero que vemos son las seis estatuas del frente de la Biblioteca Pública de New York, figuras alegóricas que representan  a la Historia, el Romance, la Religión, la Poesía, el Drama y la Filosofía, diseñadas por el artista escultor Paul Wayland Bartlett y talladas por los Hermanos Piccirilli (renombrada familia italiana de escultores de mármol que tallaron muchas de las esculturas de mármol más famosas de los Estados Unidos incluido, en 1920, el colosal Abraham Lincoln del Lincoln Memorial, Washington, D.C., diseñado por Daniel Chester French).



Desde ese comienzo con las seis estatuas, mientras suena una música ambiental tenebrosa, la cámara se desplaza hacia abajo desde el cielo (¿descenso de lo etéreo a lo material?). Una bandada de palomas asustadas vuela como un mal presagio, y nos instalamos en la estatua del león, sobre la que se posan algunas palomas. Este león guardián (en realidad son dos, también diseñados por Paul Wayland Bartlett y tallados por los Hermanos Piccirilli) parece un presagio de las gárgolas “guardianes de Gozer”: el descenso de las palomas sobre el león como una alegoría del descenso de los espíritus que animarán a las gárgolas más adelante. Con una sola toma, de manera magistral, Reitman nos presenta el género del film (gracias a la música), nos da una ubicación geográfica – la ciudad de Nueva York – y también establece las bases para algunos tropos y temas que serán importantes posteriormente en la película. La arquitectura juega un papel significativo en Ghostbusters; la primera imagen de la película nos muestra la renovación en curso del frente de la Biblioteca que vaticina, de manera muy sutil, la importancia de la arquitectura y la construcción del edificio de Ivo Shandor.



Luego de la escena donde la bibliotecaria se topa con el espectro en los pasillos atiborrados de libros, aparece el logotipo de los Cazafantasmas (junto a la canción homónima de Ray Parker Jr.) sobre la nuca de una estatua frente al campus de la Universidad de Columbia. Es una escultura de bronce de Daniel Chester French (a quien ya mencionamos en conexión con los Hermanos Piccirilli) que se encuentra en las escaleras de la Biblioteca Low Memorial en el campus de la Universidad de Columbia, en el Morningside Heights de Manhattan, Nueva York. French diseñó la estatua en 1901 y fue instalada en septiembre de 1903. Es una personificación del Alma Mater, que representa a Columbia en su papel como institución educativa (otra vez Columbia… hmmm). Alma Mater es una expresión latina que significa “madre nutricia” y que se usa para referirse metafóricamente a una universidad, aludiendo a su función proveedora de alimento intelectual. La estatua le da la espalda al logotipo de los Cazafantasmas, un adelanto al hecho de que la institución académica que antes cobijaba a Venkman, Spengler y Stantz les dará la espalda en muy breve o, como decía Guillermo Nimo, por lo menos, así lo veo yo.



Reitman nos hace otro guiño con las estatuas: desde un plano superior nos muestra cómo la gárgola vigila a Dana cuando llega al edificio en taxi, luego de hacer las compras y justo antes de su primera experiencia paranormal en la cocina.



Estatuas que “cobran vida”

Hoy en día no se habla casi para nada de las estatuas animadas en el ámbito del ocultismo moderno, pero en la antigüedad, la antigüedad tardía, la edad media e incluso hasta en el renacimiento, era un “hot topic” del mundo esotérico.

Los papiros mágicos griegos (PGM, por la sigla en latín de Papyri Graecae Magicae) son una colección de textos, escritos la mayoría en griego antiguo (pero también en copto, egipcio demótico, etc.), hallados en los desiertos de Egipto, que contienen hechizos, rituales, conjuros y otras prácticas del sincretismo mágico-religioso del Egipto grecorromano y su área circundante con influencias religiosas griegas, egipcias, judías e incluso babilónicas y cristianas. La mayoría de los papiros datan del siglo I a.C. al siglo IV d.C., aunque algunos datan incluso del siglo VII. Allí encontramos – por ejemplo – en el Papiro V, cap. 8, una fórmula para “conseguir la animación de una estatua de Hermes”, donde el practicante, con los ingredientes especificados y la ayuda de “un niño puro”, debe moldear – durante un período astrológico puntual (“cuando la luna esté saliendo en Aries o Leo, Virgo o Sagitario”) – una estatuilla del dios mensajero, a la cual debía insertarle una fórmula mágica de “nombres Bárbaros” escrita en un papiro hierático y en la vejiga de un ganso para lograr la animación. La utilidad de esta estatua animada, nos dice desde el pasado el autor del fragmento del papiro, es la de obtener ayuda oracular de parte de Hermes: el dios manifestaría su oráculo a través de la figurilla. Muy parecido al golem hebreo, ¿no? Otro ejemplo llamativo (y que viene al caso, como veremos) es el del papiro XII, cap. 2, que lleva por título “Consejero Eros” y que busca la animación de una estatua de cera de Eros mediante un complejo ritual, utilizando el pneuma de aves asfixiadas – esto es, sacrificadas – a la imagen. Una práctica similar de animación de estatuas mediante la asfixia de aves describe Porfirio en su Vida de Plotino.



El pneuma era la sustancia conectiva entre cuerpo y alma, entre lo inmaterial y lo material… bastante similar a la idea del ectoplasma que tenían los espiritistas. Aristóteles mantenía la dicotomía platónica entre cuerpo y alma, pero consideraba un tercer intermediario: el espíritu – el pneuma. El pneuma es tan sutil que se acerca a la naturaleza inmaterial del alma; y sin embargo es un cuerpo que puede entrar, como tal, en contacto con el mundo material. Sin esta especie de “cuerpo astral”, cuerpo y alma serían completamente inconscientes uno del otro. El pneuma se aloja en la sangre, a través de la cual el alma transmite su vitalidad al cuerpo mediante el proton organon, el corazón. Gracias al pneuma conectivo de la sangre, el cuerpo abre al alma una ventana al mundo a través de los cinco sentidos; al pasar por el proton organon éste traduce el contenido de los sentidos a un idioma que el alma puede comprender: phantasia o sentido interno, el alma no puede captar nada del mundo que no sea convertido en una secuencia de fantasmas. En pocas palabras, parafraseando a Ioan Coulianuno se puede comprender nada sin fantasmas.

El proceso de “animar una estatua” es antiquísimo, y se remonta al antiguo Egipto, Caldea y la región mesopotámica en general. En el caso de los egipcios, la creencia era que el ba del dios habitaba en la estatua, lo que resultaba en la unión del ba del dios con su imagen, algo que los seres humanos también deseaban para sus seres queridos tras la muerte. Los textos de Edfu explican que “el dios descansa en su augusto santuario después de que su ba se une con la imagen de su ka. Los griegos, por su parte, llamaban empneumatosis al rito de animación de estatuas por el cual viene a ser ocupada por el pneuma del dios. Jámblico, en De Mysteriis, ataca estos ritos considerándolos de baja magia, y no de alta Teúrgia. Estas estatuas animadas tenían diferentes propósitos: guardianes o protectores (contra ladrones, contra daemones maléficos, contra enfermedades), oráculos o augurios (también para atraer fortuna) y otras más (atraer el amor, hacer que las personas obedezcan al dueño de la estatua, etc.)

Sarah Iles Johnston, de la Johns Hopkins University, en el excelente artículo Animating Statues: a case study in ritual (2008), escribe (el énfasis en cursiva es mío):

Eran creencias griegas y romanas que las estatuas poseían la capacidad de hacer cosas, en particular de proteger contra demonios, enfermedades, piratas y todo otro tipo de males. (…) los griegos y los romanos entendían que las estatuas estaban literalmente llenas de lo que representaban: que se suponía que las estatuas de dioses en realidad contenían a los dioses. Aunque griegos y romanos creían que los dioses podían entrar espontáneamente en sus estatuas y animarlas, desde los primeros tiempos frecuentemente también realizaban rituales para asegurar que se produjera la animación: rituales para asegurar que el dios estaría presente en la estatua en un momento dado para escuchar oraciones, recibir sacrificios y realizar acciones milagrosas.

Ahora, bien ¿cómo era una estatua animada? ¿Los antiguos creían que realmente tomaba vida y se movía y realizaba trabajos para ellos? No tan así. El autor Jeffrey S. Kupperman, en su libro Living Theurgy: A Course in Iamblichus’ Philosophy, Theology, and Theurgy, responde de manera adecuada a esa pregunta:

¿Qué es una “estatua animada”? El término evoca cualquier cosa, desde gigantes parecidos a golems hasta los animatrónicos de Disneylandia. La palabra latina “ánima”, de la cual se deriva el término alma, puede traducirse como aliento, vida, alma o espíritu. El ánima anima o da vida. La palabra griega pneuma también significa espíritu. Una estatua animada no es necesariamente una que se mueve, sino una que está animada o conectada a un vehículo pneumático de uno de los [dioses].

En una palabra, una estatua animada es una especie de talismán, una agalma en el sentido literal de la palabra (N del T: agalma, del griego, significa tanto estatua como santuario). Sin embargo, las estatuas de los dioses no son meros talismanes. Un talismán se crea para un propósito específico y cumple con esa aplicación particular. Es decir, un talismán está a las órdenes del teúrgo en su demiúrgica. Una estatua animada está a las órdenes del dios que la llena de pneuma. La estatua tiene alma y los teúrgos la llaman agalma empsychon, un santuario con alma.



Aquí voy a hacer un poco de trampa y me voy a adelantar en la trama. Resulta que Egon Spengler descubre – más adelante en la película – que el edificio donde habitaban tanto Dana como Louis, sito en el 550 de Central Park West, había sido construido por Ivo Shandor, un arquitecto que

“también era doctor, realizaba muchas cirugías innecesarias, y después de 1920 inició una sociedad secreta (…) “los Adoradores de Gozer”; después de la Primera Guerra Mundial, Shandor decidió que la sociedad estaba demasiado enferma para sobrevivir… ¡y no era el único, tenía casi mil seguidores cuando murió! Efectuaban rituales sobre la terraza; rituales extraños que pretendían simular el fin del mundo… ¡y ahora creo que está sucediendo realmente!”

Una trama muy lovecraftiana, ¿no creen? Por cierto, aquello de muchas cirugías innecesarias suena a manera implícita de decir que mató a muchas personas… recordemos que los sacrificios eran una forma de “fijar” el pneuma a las esculturas ¿Sacrificios para fijar el pneuma de Zuul y Vinz Clortho a las estatuas de las gárgolas? Muy probable. Y, por supuesto, el fragmento de Spengler, donde dice que los adoradores de Gozer “efectuaban rituales sobre la terraza; rituales extraños que pretendían simular el fin del mundo” nos remite a aquello que señalaba Sarah Iles Johnston en el artículo antes citado, que griegos y romanos efectuaban “rituales para asegurar que el dios estaría presente en la estatua”. Más adelante volveremos con el edificio en sí y su arquitecto Ivo Shandor. Regresemos a las estatuas.

Hay una escena efímera (dura sólo cinco segundos) que, sin embargo, a mí me parece realmente significativa. Está embutida dentro del montaje a modo de videoclip con la canción Ghostbusters de Ray Parker Jr. mostrando las diversas “atrapadas de fantasmas” de los muchachos en diferentes partes de New York y las tapas de las revistas más famosas con ellos como tema central. En una de esas tantas escenas, los dres. Stantz, Venkman y Spengler pasan frente a la estatua de Prometeo. Se trata de una escultura de bronce fundido dorado realizada por el escultor Paul Manship en 1934, ubicada sobre la plaza inferior del Rockefeller Center en Manhattan, Nueva York. En la breve escena, Venkman sostiene en alto una trampa para fantasmas humeante, mientras detrás se ve a la estatua de Prometeo sosteniendo – con la misma mano que Venkman – la llama humeante que robó del Olimpo. Venkman parece estar haciendo una mímica de la estatua.

 


Ahora, desde la visión cientificista de los Ghostbusters, la ciencia parapsicológica desplaza a la magia y la brujería, lo espiritual y lo sagrado es suplantado por lo tecnológico, los fantasmas no son atrapados por sellos o sigilos salomónicos y encerrados en botellas sino atrapados en circuitos electrónicos, redes eléctricas y trampillas automáticas; además de robarle el fuego a los dioses, Prometeo también enseñó al hombre la técnica: dominar el fuego, domesticar a los animales, construir barcos, observar las estrellas, usar y moldear los metales, dominar el arte de contar y escribir, y sanar sus dolencias. Y los Cazafantasmas, cual Prometeo robando el fuego sagrado, le quitan lo sagrado a lo espiritual y lo reemplazan con técnica.



Sigilos vs. circuitos


Gracias al testimonio de Louis, nos enteramos que él y Dana fueron poseídos por Vinz Clortho, “el Maestro de Llaves de Gozer” y por Zuul, “la Guardiana de la Puerta de Gozer el Destructor”. Gozer, en los Mitos de los Cazafantasmas, había sido adorado como dios por los hititas, mesopotámicos y sumerios alrededor del año 6000 a.C. Esta divinidad infernal no tenía género y podía asumir cualquier forma que quisiera. Vinz Clortho, y Zuul, sus mensajeros, eran adorados como semidioses, y eran heraldos de la destrucción y agentes principales de su llegada. Para que Gozer pudiera ingresar nuevamente en nuestra dimensión, el Guardián y el Maestro de Llaves debían abrir un portal.

Egon: Vinz, mencionó hace un momento que espera una señal ¿qué señal espera?

Vinz: ¡Gozer el Viajero! Se convertirá en una de las formas preelegidas. Durante la rectificación de los Vuldronaii, Gozer apareció como un gran y cambiante Torb. Después, durante la tercera reconciliación del último de los Suplicantes de Meketrex, eligieron la forma de un Sloar gigante. Muchos Shubs y Zulls supieron lo que era ser rostizado en las profundidades de un Sloar ese día, y no miento.



Con respecto a la posesión de Dana y Louis, hay un pasaje muy interesante en el ya citado Living Theurgy de Jeffrey S. Kupperman

Las descripciones de la posesión divina que ofrece Jámblico y la academia ateniense son similares a las de las estatuas con alma. Esto lleva a la conclusión de que el teúrgo poseído no sólo es en efecto, sino en realidad, un agalma con alma para el dios poseedor. Agalma significa tanto estatua como santuario, y en esto es precisamente en lo que se convierte el teúrgo poseído.

La animación del dios en el teúrgo se produce por los mismos medios que en una estatua. Al asociarse con las señales y símbolos de un dios en particular, orar a ese dios, contemplar su imagen divina, comer alimentos sagrados e invocar, el teúrgo se convierte en un [templo] viviente del dios. La diferencia es que el teúrgo tiene un alma racional y participa de la mente divina de una manera que los objetos inanimados y los animales no pueden.



No sé si Aykroyd tenía acceso a este tipo de literatura – a la teúrgia y a los PGM –, pero muchas cosas que transcurren en el guion parecen seguir pautas ocultistas muy específicas. Vemos aquí un patrón: la “animación de estatuas”, y la “posesión” después de que el soporte físico del espíritu se destruyera y éste quedara libre para ocupar un cuerpo humano. La misma duda me asalta con la escena de Prometeo: estoy casi totalmente convencido que se trata de una sincronicidad que solo yo veo de esta manera, pero ¿cómo demostrar que es una sincro y no algo deliberado cuando hay tantas cosas significativas “escondidas” en la peli?

Continuará…

 



 

 

 

 

martes, 27 de febrero de 2024

Algunas notas sobre Ghostbusters (1984) Primera Parte


 


Por Mazzu


Ghostbusters (Ivan Reitman, 1984), o Los Cazafantasmas en este lado del mundo, es una de mis películas favoritas desde mi infancia. ¿Quién, que fuera niño en aquellos tiempos, no jugó alguna vez con una manguera o un Bombero Loco a que el chorro de agua era el rayo del disparador de protones del equipo de los Cazafantasmas y que su amigo/hermano/perro o gato – o quien fuese el blanco del disparo – era el fantasma Pegajoso (Slimer) de la peli? Los Cazafantasmas, en principio un proyecto arriesgado (una comedia sobrenatural) en el que no muchos productores confiaban, acabó siendo un éxito de taquilla y todo un fenómeno cultural. La cuestión es que cada tanto la vuelvo a ver y, a lo largo de tantos años de revisiones, he ido notando detalles muy interesantes – al menos para mí – que me gustaría compartir aquí en el blog.

En la última revisión varias cosas me llamaron mucho la atención: la relación de la película con historia de la parapsicología, la cuestión de las estatuas animadas, la psicogeografía, y la orientación política del film. Los tres primeros ítems ya los venía viendo desde hace rato, y acaso lo nuevo de este último visionado fue descubrir el sesgo político de Ghostbusters, que no es superficial sino fundamental en gran parte de su entramado argumental. Iré de a poco intentando desglosar estas ideas, dejando la cuestión política – que tiene, al menos para mí, mucho que ver con la ideología libertaria que ahora gobierna en Argentina – para el final de esta serie de notitas.

Primero, vienen MUCHOS SPOILERS: si no viste nunca esta peli, no es culpa mía. Salió hace cuarenta años, andá y mirala. ¿No es un tanto infantil esto de ofenderse porque te spoilean una película y tener que poner ALERTA DE SPOILERS para bebés llorones? Vamos, gente, crezcan un poco.

Segundo, podemos comenzar con una breve ficha técnica y un repaso a la sinopsis del argumento antes de ir a los bifes:

 


Ghostbusters (1984)

Los Cazafantasmas, The Ghostbusters, es una película estadounidense de 1984 del género comedia con toques de ciencia ficción y horror, y temática paranormal, producida y dirigida por Ivan Reitman, y escrita por Dan Aykroyd, y Harold Ramis; protagonizada por Bill Murray, Dan Aykroyd, Sigourney Weaver, Harold Ramis, Rick Moranis, Annie Potts, William Atherton y Ernie Hudson. La película fue un éxito de taquilla y se registró como la comedia más taquillera de la década.

Sinopsis

Tres profesores – algo marginales – de investigación parapsicológica, el Dr. Egon Spengler (Harold Ramis), Dr. Raymond Stantz (Dan Aykroyd) y el Dr. Peter Venkman (Bill Murray) se encuentran buscando trabajo después de que la Universidad de Columbia (en New York) cancelara su beca. La primera escena muestra una estatua, la estatua de la Alma Mater de la Universidad de Columbia. Ahora no escribiré sobre ello, pero volveremos al tema de las estatuas más adelante – un tropo muy presente en esta película y en su secuela Ghostbusters II (1989).



En la segunda escena vemos al doctor Venkman (Bill Murray) en el Weaver Hall, el Departamento de Psicología de la Universidad de Columbia, realizando una prueba de percepción extrasensorial (ESP) con cartas Zener. Venkman utiliza un método de la psicología conductista que en vez de premiar los aciertos (refuerzo positivo), castiga los errores, y aquí lo hace mediante leves descargas eléctricas. Estas son suministradas a un joven estudiante nerd cuando erra. Sin embargo, Venkman no castiga a una joven y bella estudiante que realiza el test en paralelo al joven nerd, mostrando así su lado pícaro y tramposo (Venkman es un Bribón, un Trickster, una característica que George P. Hansen asocia fuertemente al mundo de lo “paranormal” en su muy recomendado libro The Trickster and the Paranormal).

 


Ghostbusters nos acerca a la investigación académica de lo paranormal, y a la realidad que esta vivía a principios de la década de 1980. La parapsicología, básicamente, es el estudio de dos fenómenos: la percepción extrasensorial (ESP por sus siglas en inglés extra-sensorial perception) y la psicokinesis (PK). La ESP es la obtención de información del mundo externo sin el uso de ningún proceso físico conocido; de igual manera, la PK es influenciar algo del mundo exterior sin utilizar ningún método físico conocido.

La ESP, a su vez, generalmente se divide en telepatía (comunicación directa de mente a mente), clarividencia (la percepción mental directa de un objeto o evento) y precognición (conocimiento del futuro). Por su parte, la PK se divide en micro y macro. La micro-PK se refiere a eventos que requieren estadísticas para determinar si ocurrió PK (por ejemplo, alguien que intenta influir en la caída de dados). Los efectos poltergeist son ejemplos de macro-PK; las estadísticas no son necesarias si uno puede ver que el objeto “se mueve solo”. En conjunto, ESP y PK se conocen como fenómenos psíquicos o fenómenos psi.

Hay ramas de la parapsicología que estudian la hipotética supervivencia del espíritu tras la muerte corporal investigando la mediumnidad, las experiencias cercanas a la muerte, la reencarnación y los fantasmas. Esos fenómenos pueden involucrar ESP.



El desarrollo de la parapsicología comenzó como una rama de la psicología dentro del ambiente universitario. Si volvemos a Ghostbusters, veremos que esto está bien retratado, ya que los protagonistas realizan sus estudios parapsicológicos en el Weaver Hall, el Departamento de Psicología de la Universidad de Columbia. George P. Hansen en The Trickster and the Paranormal, escribe sobre la historia de esta ciencia menospreciada:

Las investigaciones científicas serias sobre los fenómenos psíquicos comenzaron en 1882, con la fundación de la Sociedad para la Investigación Psíquica en Inglaterra. Pero no fue hasta el trabajo de J. B. Rhine en la Universidad de Duke a principios de la década de 1930 que se institucionalizó un enfoque sistemático de laboratorio de manera efectiva. La historia de la parapsicología no puede entenderse sin considerar a Rhine, y desde la década de 1930 hasta al menos la de 1960, fue el líder indiscutible del campo. Rhine era un experimentador incondicional que valoraba mucho la recopilación de datos de calidad, pero tenía poco interés en las teorías. Creía que los experimentos, guiados por hipótesis simples, eventualmente señalarían el camino hacia una teoría.

El trabajo de Rhine y el de sus seguidores se realizó de lleno en el laboratorio. El Journal of Parapsychology, que fundó, publicó muy poco sobre casos espontáneos, mediumnidad o vida después de la muerte (también denominada investigación de “supervivencia”), y esa política continúa hasta el día de hoy. Rhine no menospreciaba ese trabajo, pero creía que con recursos limitados lo mejor era investigar la capacidad psíquica de los vivos. Era necesario delinear los límites de las capacidades humanas antes de explorar los conceptos relacionados con la supervivencia. Esta fue una decisión pragmática por parte de Rhine. Respecto a las ideas espiritualistas, Rhine adoptó una perspectiva psicológica. Si se recibieran mensajes precisos de un médium que supuestamente se comunica con personas fallecidas, la percepción extrasensorial del médium podría explicar los mensajes, y los espíritus comunicantes podrían interpretarse como aspectos inconscientes de la personalidad del médium. Incluso si en última instancia se descubre que los espíritus son la causa de algunos fenómenos, la ESP y la PK, por definición, los subsumen. Muchos comentaristas no han logrado comprender este punto. La ESP es simplemente la obtención de información sin el uso de los sentidos conocidos. Si los espíritus proporcionan información, el proceso aún se realiza sin el uso de los sentidos y, por lo tanto, se clasifica como ESP.

Rhine se hizo internacionalmente famoso por sus pruebas de ESP con cartas conteniendo los todavía famosos símbolos: círculo, cruz, líneas onduladas, cuadrado y estrella. Esos símbolos fueron diseñados por Karl Zener, psicólogo de Duke. Estaban impresos en cartas y dispuestos en mazos de 25, con cinco de cada uno de los cinco símbolos. Los sujetos de Rhine normalmente realizaban series de 25 ensayos. Para los experimentos de telepatía, un remitente barajaba un mazo de cartas Zener, sacaba una, la miraba e intentaba transmitirla mentalmente a un receptor. Luego registraba el orden de las tarjetas en una hoja. El receptor, que estaba en otra habitación o en otro edificio, anotaba sus conjeturas en una hoja similar. Después del experimento, se comparaban las dos hojas para determinar cuántas conjeturas eran correctas. Con las pruebas de clarividencia, el procedimiento era similar, excepto que la persona que hacía el papel del remitente barajaba las cartas, pero no las miraba hasta que el receptor terminaba de adivinar. En los experimentos de precognición, las cartas no se barajaban ni se registraban hasta que el receptor había adivinado. En una serie de 25 intentos, se esperaban cinco aciertos azarosos estadísticos. Si un sujeto era consistentemente capaz de anotar más de cinco aciertos por intento, era evidencia de ESP, y las probabilidades generales contra el azar se calculaban usando estadísticas matemáticas.


J. B. Rhine en su laboratorio

La parapsicología no es un terreno muy transitado hoy en día, pero sí era un área de interés en los 80s – aunque visto con desdén por gran parte del mundo académico. Continúa George P. Hansen en The Trickster and the Paranormal:

La parapsicología es un campo pequeño; En Estados Unidos se podría decir que menos de 50 personas están profesionalmente familiarizadas con los hallazgos científicos. Sólo dos laboratorios en Estados Unidos emplean a más de dos investigadores a tiempo completo, y probablemente no haya más de 10 parapsicólogos profesionales a tiempo completo en Estados Unidos que realicen investigaciones y las informen en revistas arbitradas. Además, algunos profesores y académicos independientes realizan investigaciones. A pesar de su pequeño tamaño, ha habido más de un siglo de investigaciones continuas, profesionales y publicadas sobre estos temas. Dos revistas llevan más de 60 años publicándose y una más de cien. La revista de mayor calidad es la Journal of Parapsychology. La investigación y las teorías se resumen en la serie técnica Advances in Parapsychological Research editada por Stanley Krippner (la última es el Volumen 8, 1997). Otro libro útil y magníficamente documentado es The Future of the Body (1992) de Michael Murphy.

Este es el background de los doctores Spengler, Stantz y Venkman en plena década de 1980, y creo que la peli se ocupa muy bien de retratar el estado de los estudios parapsicológicos en ese momento: vilipendiados por los pares y desfinanciados por las instituciones.

Si bien la universidad de Columbia no ha tenido laboratorio de Parapsicología – como en la película –, varias universidades estadounidenses, como la universidad de Virginia, la ya mencionada Duke, la de California, la Atlantic University y la University of Philosophical Research. En Inglaterra hay unas cuantas: la universidad West of England (Bristol), la universidad de Derby, la de Lancaster, la Manchester Metropolitan, la de Northampton, y la de York.



Antes de ser expulsados ​​ de Columbia, Spengler, Stantz y Venkman investigaban un caso en la Biblioteca Pública de la ciudad de Nueva York de la cual huyen despavoridos después de un encontronazo con el fantasma. Allí, a Spengler – el más “técnico” de los tres – se le ocurre la idea de “atrapar” a los fantasmas y encerrarlos en una red de contención laser.

Aquí me gustaría hacer otro paréntesis.

Dan Aykroyd, guionista del film – amén de ser uno de los protagonistas, Ray Stantz –, proviene de una familia de espiritistas, una tradición familiar iniciada por su bisabuelo. Samuel Augustus Aykroyd, nacido en 1855, era doctor en cirugía dental e, investigando sobre anestesias y otras formas analgésicas de calmar el dolor de los pacientes, descubrió el hipnotismo, y esto lo llevó al terreno adyacente del espiritismo, muy de moda en la última mitad del siglo XIX. Fascinado por el tema, comenzó a estudiarlo; mantuvo correspondencia con figuras reconocidas de fines del siglo XIX y comienzos del siglo XX que compartían sus inquietudes sobrenaturales, como Sir Arthur Conan Doyle, y pronto su granja en Sydenham (Ontario, Canadá) se convirtió en sede de las sesiones espiritistas semanales que organizara junto al médium Walter Ashurst. Al igual que harían 90 años más tarde los Cazafantasmas, Samuel quería capturar evidencia espectral – como el hipotético ectoplasma – para demostrar científicamente la existencia de los espíritus. Durante años registró en diarios los resultados de las sesiones espiritistas celebradas en su casa, y recolectó cientos de cartas y artículos periodísticos sobre espiritismo y fenómenos psíquicos.

Samuel Aykroyd falleció en 1933, pero la antorcha espiritualista no se extinguió: su hijo Maurice (el abuelo de Dan) se encargaría de mantenerla encendida. Maurice Aykroyd (nacido en 1891) continuó con las sesiones y, trabajando como ingeniero en la Bell Telephone Company, intentó crear un transmisor de radiofrecuencia que pudiera comunicar a los vivos con los muertos; de hecho, consultó con sus colegas sobre la posibilidad de construir una radio de cristales de alta vibración como método mecánico para contactar con el mundo espiritual. Aquí se puede ver otro paralelismo con los Cazafantasmas: además de inspirarse en el intento de “capturar” fantasmas (o evidencia de ellos) de su bisabuelo Samuel, Aykroyd toma de su abuelo Maurice la idea de fabricar un dispositivo tecnológico para hacerlo.



El padre de Dan, Peter, escribió un libro, A History of Ghosts (2009), basado en los diarios que heredó de Samuel Aykroyd. En el prólogo, Peter Aykroyd escribe:

En las familias, a menudo encontramos ejemplos de generaciones sucesivas de maestros de escuela, personal militar y abogados. Las tradiciones son como dinastías, a menudo la sombra alargada de una sola persona.

En nuestra familia, esta persona era mi abuelo, Samuel Augustus Aykroyd, doctor en cirugía dental, y la tradición que nos legó fue la experimentación con fenómenos psíquicos. Hace cien años, comenzó a escribir diarios, cartas, reseñas y artículos de opinión sobre temas de espiritismo y fenómenos psíquicos, basados principalmente en las sesiones de espiritismo celebradas en su casa utilizando un médium de trance completo.

Todo esto era un territorio familiar para su hijo, mi padre, Maurice J. Aykroyd, que era un experimentador y, como el Dr. Aykroyd, un humanista ético.

Mi hermano Maurice Jr. y yo asistimos a muchas de las sesiones y, en silencio, sentimos que teníamos el privilegio de ser parte de algo más grande que nosotros mismos, pero debido a que el espiritismo tiene pocos dogmas, ninguna liturgia, público poco consistente y es de fácil acceso, nadie sabía de esta influencia en nuestras vidas. No fue hasta que fuimos adultos jóvenes que otras influencias surgieron y resolvieron algunas de las grandes cuestiones de la vida. Mi hermana, Judy Harvie, tuvo la misma tranquila seguridad, y los tres podríamos caracterizarnos como humanistas éticos.

En mis hijos, Dan y Peter Johnathan, la sombra se alargó dramáticamente y en la era electrónica se extendió a todos los rincones del planeta.

En la quinta generación, la sombra está ahí, pero mucho más débil. Todas las dinastías acaban desapareciendo, y lo mismo ocurre con las tradiciones familiares. Eso me lleva a este libro. Cuando los diarios del Dr. Aykroyd cayeron en mis manos, pidieron a gritos que los pusieran en un libro y los difundieran.



Dan Aykroyd escribió el prólogo en el libro de su padre, allí dice:

La gente me pregunta a menudo cómo hice para escribir Los Cazafantasmas. La verdad es que a principios del siglo XX mi familia era parte de un fenómeno cultural y social mundial impulsado por el deseo de establecer contacto con los espíritus de los muertos, lo quisieran o no los muertos.

Mi bisabuelo, Samuel Augustus Aykroyd, doctor en cirugía dental, presidía su propio círculo familiar, y los asistentes tenían su propio médium, Walter Ashurst, quien creían que actuaba como conducto de muchas y variadas personalidades del más allá. Ya sea que uno crea o no en este tipo de cosas, mi familia no estaba – ni está – sola en este tipo de actividades. Miles de personas en la sociedad occidental realizan periódicamente sesiones de espiritismo y apoyan a los médiums.

A principios del siglo XX, los médiums y sus posteriores investigadores se convirtieron en grandes estrellas y el espiritismo adquirió un carácter claramente de espectáculo. ¿Hubo falsificaciones? ¿Engaños? Muchos, sin duda, y algunos dirían que todos fueron trucos. Pero el barón Albert von Schrenk-Notzing, el cazador de ectoplasma alemán, Sir Arthur Conan Doyle, escritor de la serie de detectives Sherlock Holmes y Sir Oliver Lodge, eminente científico y filósofo, eran hombres que tenían la esperanza de que algún día la ciencia natural podría abarcar racionalmente lo sobrenatural como un hecho probado.

Parte del atractivo de Los Cazafantasmas se deriva del tono frío, racional y de aceptación de lo fantástico como rutina que Bill Murray, Harold Ramis, el director Ivan Reitman y yo pudimos mantener en la película.

Este elemento surgió del interés de mi bisabuelo por el tema y de los libros que coleccionaba. Se los legó a su hijo, mi abuelo, Maurice. Y su hijo, mi padre, cuando era niño presenció sesiones de espiritismo y heredó los libros familiares sobre el tema. Mi hermano Peter y yo los leímos con avidez y nos convertimos en miembros de por vida de la Sociedad Estadounidense para la Investigación Psíquica, y de todo esto se hicieron Los Cazafantasmas.

Dan y su hermano aprendieron sobre fantasmas gracias a los libros de la biblioteca heredada por su padre. Por eso no parece casual que el primer fantasma que vemos en la película aparece, justamente, entre libros, en la Biblioteca Pública de New York.



En una entrevista, el actor contó:

Mi madre me contó que cuando yo era recién nacido y me estaba amamantando, una pareja de ancianos se apareció al pie de la cama. La imagen se disipó. Sacó un álbum de fotografías y vio que era mi bisabuelo y su esposa, que venían a visitar al nuevo hijo”. 

Al parecer, su madre llamó al padre de Aykroyd, sin embargo, las apariciones se esfumaron del cuarto.

Pero el interés de Dan Aykroyd no se limita solamente a los espectros: es también un apasionado de los OVNIs, miembro vitalicio de la MUFON (Mutual UFO Network) y consultor oficial para Hollywood sobre el tema. En 2005 produjo el documental Dan Aykroyd: Unplugged on UFOs. En una entrevista para la revista Psychic News (18 de abril de 2009), declaró:

He visto cuatro (OVNIs), y no puedo decir que sean naves extraterrestres, pero tampoco que son de la Fuerza Aérea (…) Dos de ellos eran específicamente artefactos aéreos de algún tipo (…) Uno de ellos tenía una luz, y otro tenía un color gris opaco, y eran aeronaves, una de ellas volaba muy lento, y la otra estaba flotando sobre mí

El actor contó que en una ocasión también fue testigo de la aparición de dos Hombres de Negro. En 2002, Aykroyd estaba trabajando como productor en un documental llamado Out There para el canal SciFi con varios nombres reconocidos en el mundo de la ufología, incluidos Colin Andrews, Linda Moulton Howe, Steven Greer y John Mack. Habían filmado ocho episodios de la serie, que estaba pronta a emitirse.

El último día de la filmación, Aykroyd salió a fumar un cigarrillo y respondió una llamada telefónica de Britney Spears que quería hablar sobre un próximo episodio de SNL. Mientras hablaba por teléfono, se giró y miró hacia la calle 42 de Nueva York, donde notó un Sedan negro de patente borrosa con dos hombres dentro. Uno de ellos, un hombre alto vestido de negro, se bajó del vehículo y lo miró mal. Aykroyd lo vio y se giró dándole la espalda, pero cuando volvió a mirar, en cuestión de medio segundo, el vehículo y el hombre habían desaparecido.

Dos horas más tarde le fue informado a él y al elenco que el programa había sido cancelado y nunca saldría al aire. Hasta el día de hoy nunca le fue dada una razón.

En fin, cuando Janine Melnitz (Annie Potts) le lee un cuestionario a manera de entrevista de trabajo a Winston Zeddemore (Ernie Hudson) preguntándole:

¿Cree usted en los ovnis, las proyecciones astrales, la telepatía, la percepción extrasensorial, la clarividencia, la fotografía espiritual, la telekinesis, los médiums, el monstruo del lago Ness y la teoría de la Atlántida?

… en realidad parece estar leyendo una lista de los tópicos de interés de Dan Aykroyd.



Venkman, Stantz y Spengler, fuera ya del circuito académico, toman el asunto en sus propias manos. Inician un negocio llamado “Cazafantasmas”, un “servicio profesional de investigación y eliminación de fenómenos paranormales”, utilizando como base una antigua estación de bomberos, y una ambulancia Cadillac Miller-Meteor de 1959 apodada “Ecto-1”, o “Ectomóvil” para desplazarse por la ciudad y contratando a Janine Melnitz (Annie Potts) para manejar los teléfonos y el trabajo administrativo.

Continuará