Fragmentos de Iluminaciones (Arthur Rimbaud, 1874)
DESFILE
Solidísimos bribones. Muchos han explotado
vuestros mundos. Sin necesidades, y poco dispuestos a poner en práctica sus
brillantes talentos y su experiencia de vuestras conciencias. ¡Qué hombres tan
maduros! ¡Ojos alelados a la manera de la noche de estío, rojos y negros,
tricolores, de acero punteado por estrellas de oro; semblantes deformes,
plomizos, lívidos, incendiados; alocadas ronqueras! ¡El paso cruel de los
oropeles! - Hay algunos jóvenes, - ¿cómo mirarían a Querubín? - dotados de voces
espantosas y de algunos recursos peligrosos. Los envían a pavonearse en la
ciudad, ridículamente ataviados de un lujo repugnante.
¡Oh el más violento Paraíso de la mueca rabiosa! Sin comparación con vuestros Faquires y demás bufonadas escénicas. En trajes improvisados con el sabor del mal sueño representan endechas, tragedias de malandrines y de semidioses espirituales como nunca lo han sido la historia o las religiones. Chinos, hotentotes, zíngaros, necios, hienas, Molocs, viejas demencias, demonios siniestros, mezclan giros populares, maternales, con las posturas y las ternuras bestiales. Interpretarían piezas nuevas y canciones para "señoritas". Maestros juglares, transforman el lugar y las personas y emplean la comedia magnética. Llamean los ojos, la sangre canta, los huesos se ensanchan, las lágrimas y unos hilillos rojos chorrean. Su burla o su terror dura un minuto, o meses enteros.
Sólo yo tengo la clave de este desfile salvaje.
¡Oh el más violento Paraíso de la mueca rabiosa! Sin comparación con vuestros Faquires y demás bufonadas escénicas. En trajes improvisados con el sabor del mal sueño representan endechas, tragedias de malandrines y de semidioses espirituales como nunca lo han sido la historia o las religiones. Chinos, hotentotes, zíngaros, necios, hienas, Molocs, viejas demencias, demonios siniestros, mezclan giros populares, maternales, con las posturas y las ternuras bestiales. Interpretarían piezas nuevas y canciones para "señoritas". Maestros juglares, transforman el lugar y las personas y emplean la comedia magnética. Llamean los ojos, la sangre canta, los huesos se ensanchan, las lágrimas y unos hilillos rojos chorrean. Su burla o su terror dura un minuto, o meses enteros.
Sólo yo tengo la clave de este desfile salvaje.
ANTIGUO
¡Gracioso hijo de Pan! En derredor de tu
frente coronada de florecillas y de bayas tus ojos, bolas preciosas, se mueven.
Manchadas de heces pardas, tus mejillas se sumen. Relucen tus colmillos. Tu
pecho parece una cítara, circulan tintineos por tus brazos rubios. Tu corazón
late en ese vientre donde duerme el doble sexo. Paséate, de noche, moviendo
suavemente ese muslo, ese segundo muslo y esa pierna izquierda.
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