viernes, 19 de diciembre de 2014

Fragmento de "The Real Frank Zappa Book" (V Parte)



Nuevo fragmento del libro "The Real Frank Zappa Book" (de F.Z. y Peter Occhiogrosso). Acá pueden leer la PRIMERA, SEGUNDA, TERCERA, Y CUARTA PARTE

Traducción: Mazzu


¿Ya la Estamos Pasando Bien?




Durante los primeros días, cuando Paul Buff aún era dueño del estudio, conocí a Ray Collins. Ray había cantado en varios grupos de R&B desde mediados de los años cincuenta, y había grabado con Little Julian Herrera and the Tigers. En 1964, se ganaba la vida trabajando como carpintero, y los fines de semana cantaba con un grupo llamado the Soul Giants en un bar en Pomona llamado the Broadside.

Al parecer se metió en una pelea con su guitarrista, Ray Hunt, le dio un puñetazo, y el guitarrista dejó el grupo. Necesitaban un sustituto, así que me sumé para los fines de semana.

The Soul Giants eran una banda de bar bastante decente. Me gustaba especialmente Jimmy Carl Black, el baterista, un indio cherokee de Texas con un interés casi antinatural por la cerveza. Su estilo me recordaba al baterista con gran ritmo en los viejos discos de Jimmy Reed. Roy Estrada, que era mexicano-estadounidense y también había sido parte de la escena de R&B de Los Angeles desde los años cincuenta, era el bajista. Davy Coronado era el saxofonista y líder de la banda.

Toqué durante un tiempo, y una noche sugerí que empezáramos a componer material original para así poder conseguir un contrato de grabación. A Davy no le gustó la idea. Le preocupaba que si tocábamos material original nos despedirían de todos los buenos bares en los que estábamos trabajando.

Las únicas cosas que los dueños de los clubes querían que las bandas tocaran en aquel entonces eran “Wooly Bully”, “Louie Louie” y “In the Midnight Hour”, ya que si la banda tocaba algo original nadie bailaba, y cuando se no baila, no se bebe.

A los otros tipos de la banda les gustó mi idea del contrato de grabación y querían probar el material original. Davy abandonó la banda. Resultó que Davy tenía toda la razón - no podíamos mantener ningún trabajo. Uno de los lugares de los que fuimos despedidos fue el Tomcat-a-Go-Go en Torrance. Durante ese período de la Historia Musical Americana, cualquier cosa que terminara con “a-Go-Go” estaba realmente a la moda. Todo lo que se requería de uno, si uno era un músico que deseaba un trabajo estable, era tocar cinco tandas de canciones de ritmo fuerte por noche, mientras las chicas con vestidos de flecos bailaban el twist, como si ese movimiento corporal en particular resumiera toda la estética preferida del bebedor de cerveza serio.

Los grupos que acaparaban la mayoría de los trabajos eran los que simulaban ser ingleses. A menudo eran bandas de surf que usaban pelucas para que pareciera que tenían el pelo largo, o añadían la palabra Beatles en alguna parte del nombre de la banda – ya me entienden. Había grupos de clones de los Beatles por todas partes. Nosotros no teníamos el pelo largo, no teníamos uniformes para la banda y éramos más feos que la mierda. Éramos, en el sentido bíblico de la palabra, INCONTRATABLES.

Una ex tienda de zapatos con licencia para vender cerveza en Norwalk también nos despidió. Por supuesto, la paga no era muy buena: quince dólares por noche, dividido entre cuatro.

No tenían escenario, así que nos pidieron que tocáramos en un rincón, rodeado por mesas sobre las que tres mujeres de mediana edad (el orgullo de Norwalk - tal vez parientes del propietario), con cancanes color canela oscuro que ocultaban lo que parecía ser queso Roquefort moldeado en la forma de piernas humanas, zarandeaban sus pútridos flecos en nuestras caras mientras tocábamos (así es, lo han adivinado) “Louie Louie”.


Cómo Conseguimos Nuestro Primer Manager




Mientras vivía en el bungalow donde mi estómago casi explotó (1964), me encontré con Don Cerveris de nuevo. En esa ocasión, Don me presentó a un amigo suyo llamado Mark Cheka, un ‘artista pop’ del East Village de Nueva York. Mark tenía unos cincuenta años y usaba boina. Vivía en West Hollywood con una camarera del Ash Grove llamada Stephanie, que también tenía pinta de beatnik.

El foco principal de su trabajo era un grupo de pinturas grandes que se parecían a los blancos que usa la policía en el departamento de tiro, diseñados para ser vistos bajo luces parpadeantes, que daban la ilusión de que las siluetas saltaban de un lado al otro. Esto me pareció un poco desconcertante - pero ¿qué carajo sé yo de arte? Pasamos el rato y nos reímos bastante, a pesar de los blancos.

Yo había llegado a la conclusión de que la banda necesitaba un manager, y había pensado (¡Ay! ¡Cómo iba a lamentarlo!) que la persona requerida para esta importante tarea tenía que ser alguien con cierta ‘base artística’. Sólo de esa manera, pensé, nuestra estética sería comprendida, y, una vez que hubiéramos adquirido un manager con dicha sensibilidad, nuestro éxito futuro en el mundo del espectáculo estaría asegurado.

Así que convencí a Mark para que realizara el misterioso viaje a Pomona (ochenta kilómetros al este), donde podría escuchar a the Mothers, en vivo, en el Broadside. ¿Qué sabía yo sobre ser manager? Le pregunté si quería manejar el grupo y conseguirnos algunas fechas para seguir adelante.

Él realmente no sabía cómo hacerlo. ¿Qué sabía él sobre ser manager? Trajo a un tipo llamado Herb Cohen, que manejaba algunos grupos folk y folk-rock y andaba buscando otras bandas. Con el tiempo se convirtieron en managers conjuntos de nuestra banda, con un contrato negociado ‘en nombre del grupo’ por el hermano de Herb, un abogado llamado Martin (Mutt) Cohen.

De repente teníamos a un Verdadero Manager de Hollywood - un profesional de la industria que había conseguido fechas para grupos en Verdaderos Clubes Nocturnos de Hollywood durante años, y que presumiblemente haría lo mismo por nosotros. Después de haber sido forzados (a un alto costo) a anotarnos en la Unión de Músicos (local 47), empezamos a cobrar un poco mejor; sin embargo, nuestro nuevo equipo de managers altamente cualificado estaba tomando el quince por ciento de la paga. Casi de un día para el otro pasamos del nivel de muertos de hambre al nivel de pobreza estándar.


La Temprana Escena Freak de L.A.





En el Día de la Madre de 1964, el nombre de la banda fue cambiado oficialmente a The Mothers. Habíamos empezado a construir un pequeño grupo de seguidores en el circuito subterráneo psicodélico.

Había una ‘escena’ evolucionando en LA en ese momento - algo muy diferente a la ‘escena’ de San Francisco. San Francisco a mediados de los años sesenta era muy chovinista, y etnocéntrico. Según la manera de pensar de los friscoides, todo lo que venía de su ciudad era verdaderamente artístico e importante, y cualquier cosa que viniera de cualquier otro lugar (especialmente de L.A.) era una mierda. La revista Rolling Stone ayudó a promover esta ficción en todo el país. Una de las razones por la cual los músicos se mudaban a San Francisco era para ser certificados como parte de la Onda Verdadera. La otra era el ‘bono de Kool-Aid’ en los recitales de Grateful Dead.

La escena de Los Angeles era mucho más extraña. No importa cuán ‘paz-y-amor’ intentaran ser las bandas de San Francisco, finalmente tenían que venir al sur, hasta el viejo y malvado Hollywood, para conseguir un contrato discográfico. Mi recuerdo es que el adelanto en efectivo más alto pagado por el contrato de un grupo durante ese tiempo fue para Jefferson Airplane - unos sorprendentes y asombrosos veinticinco mil dólares, una suma de dinero inaudita.

Los Byrds eran el alfa y el omega del rock de Los Angeles por ese entonces. Eran ‘La Banda’ - y luego un grupo llamado Love fue ‘La Banda’. Había unos cuantos grupos ‘psicodélicos’ que en realidad nunca llegaron a ser ‘La Banda’, pero que aún podían encontrar trabajo y obtener contratos discográficos, incluyendo la West Coast Pop Art Experimental Band, Sky Saxon and the Seeds y the Leaves (conocidos por su versión de “Hey, Joe”).

Cuando fuimos por primera vez a San Francisco, durante los tempranos días de Family Dog, parecía que todo el mundo usaba la misma ropa, una mezcla de barbarismo y viejo oeste - tipos con bigotes franceses, chicas con vestidos estilo polisón con plumas en el cabello, etc. Por el contrario, el vestuario en LA era más aleatorio y extravagante.

Musicalmente, las bandas del norte tenían un estilo un poco más country. En L.A., era folk-rock a morir. Todo tenía aquel puto acorde Re al fondo del mástil, donde uno mueve el meñique como en “Needles and Pins”.

El blues era aceptable en San Francisco, pero no lo era en absoluto en Hollywood. Me acuerdo de la Butterfield Blues Band tocando en The Trip. Gustaban en todas partes del país, pero la gente de LA hubiera preferido escuchar “Mr. Tambourine Man”.

Gente Normal

Yo había visto a Lenny Bruce varias veces en el Canter Deli, donde solía sentarse en una mesa de adelante con Phil Spector a comer knackwurst. En realidad no hablé con él hasta que abrimos para uno de sus shows en el Fillmore West en 1966. Lo conocí en el vestíbulo y le pedí que firmara mi tarjeta de reclutamiento. Me dijo que no - no quiso ni tocarla.

En ese momento Lenny vivía con un tipo llamado John Judnich. John se ganaba la vida a tiempo parcial alquilando equipos de sonido a los grupos locales. El sistema de vanguardia por entonces constaba de dos parlantes Altec A-7 alimentados por un amplificador de 200 vatios, y sin sistema de monitoreo (aún no había sido inventado - los magos del audio de la vieja escuela habían convencido a todo el mundo de que era imposible poner un micrófono tan cerca de los altavoces). Los vocalistas no tenían forma de saber lo que estaban cantando - sólo podían oír sus voces rebotando en la pared del fondo, saliendo de los parlantes principales. Nosotros usamos los equipos de Judnich para tocar en el Shrine Exposition Hall (de cinco mil asientos). John solía visitarnos de vez en cuando, y fue en una de esas ocasiones que nos presentó a “Crazy Jerry”, (el Loco Jerry).




Jerry tenía unos treinta y cinco o cuarenta años, y había estado entrando y saliendo de instituciones psiquiátricas durante años. Era adicto a las anfetas. Cuando era niño, su madre (que trabajaba para el Departamento de Libertad Condicional) le regaló una copia de la Anatomía de Gray. Lo leyó obedientemente y notó que en algunas de las ilustraciones de los músculos decía, “tal músculo y tal otro músculo, cuando están presentes...”, y así fue que Jerry se propuso desarrollar esos músculos “supuestamente presentes” en el cuerpo humano. Él inventó ‘aparatos de ejercicio’ para aquellas “áreas especiales” que no habían estado ocupadas por tejido muscular desde que el libro fue escrito.

No se veía como un culturista, pero era muy fuerte. Podía doblar barras de acero torsionado (las varillas que se utilizan para reforzar el hormigón) colocándolas en la parte posterior de su cuello y empujando hacia adelante con los brazos. Como resultado de esta experimentación personal, le habían brotado bultos extraños en todo el cuerpo - pero eso sólo era el comienzo.

En algún momento, Jerry descubrió que amaba la electricidad - tal vez incluso era adicto a ella –. Le encantaba recibir descargas, y había sido arrestado varias veces cuando algunos vecinos desprevenidos de los suburbios lo habían encontrado en sus patios, con la cabeza apretada contra el medidor de electricidad - sólo porque quería estar cerca del aparato.

Él y un amigo una vez saltaron la cerca de la subestación de energía de Nichols Canyon por la misma razón. El amigo casi muere electrocutado. Jerry escapó.

Vivió un tiempo en Echo Park, con un tipo llamado “Wild Bill el Coge-Maniquíes” en una casa llena de maniquíes de tienda. Wild Bill era un químico que fabricaba anfetas. Jerry solía transportar enseres e ingredientes por la empinada colina hasta el laboratorio, a cambio de alojamiento y drogas gratuitas.

Wild Bill tenía un hobby. Los maniquíes en la casa habían sido pintados y equipados con prótesis de goma de modo que pudiera cogérselos. En ocasiones festivas, invitaba a las personas a “cogerse a su familia” - incluyendo un pequeño maniquí de niña (llamada Caroline Cuntley).




Jerry quería ser músico, así que aprendió a tocar el piano utilizando un espejo. Me dijo que miraba sus manos en un espejo, ya que esto hacía que la distancia entre las teclas se viera más pequeña, y le resultaba mucho más fácil aprender de esa manera. También llevaba un sombrero de metal (un colador invertido) porque tenía miedo de que las personas trataran de leer su mente.

Una mañana, mi esposa Gail y yo despertamos y encontramos al Loco Jerry colgando de sus rodillas - como un murciélago - de la rama de un árbol en nuestro patio trasero, justo frente a la ventana del dormitorio. Más tarde esa noche, en el sótano, hice una grabación de su historia de vida.

Él no tenía ni un diente, así que le era difícil hablar, pero en el transcurso de un par de horas nos enteramos de que, una vez, cuando estaba en “La Institución” y le estaban inyectando Thorazine, pudo escapar, saltar una valla de tres metros, y burlar a los guardias.

Fue a la casa de su madre para esconderse. Las puertas estaban cerradas, así que se arrastró por debajo de la casa y entró a la cocina a través del cajón del pan. Se metió en la cama y se durmió. Su madre, la oficial de libertad condicional, llegó a casa, lo encontró y lo entregó de nuevo.

En comparación con Jerry y Bill, Lenny Bruce era bastante normal. En ese momento, según Judnich, Lenny solía permanecer despierto toda la noche vestido con ropas de doctor, escuchando marchas de Sousa y trabajando en sus declaraciones legales. El sur de California era bastante colorido en aquellos días - pero luego vinieron un par de administraciones republicanas y ¡puf!

¿Duque de Qué?





En 1965 sólo había tres clubes en Hollywood que lo eran todo términos de ser visto por un representante de alguna compañía discográfica, todos ellos propiedad de la misma ‘organización étnica’.

Uno se llamaba The Action, otro The Trip, y el otro era el Whisky-a-Go-Go.

The Action era un lugar donde los actores y personalidades de la televisión iban a pasar el rato con prostitutas; el Whisky era la residencia permanente de Johnny Rivers, quien tocó allí durante años; y The Trip era el gran escaparate donde tocaban todos los grupos que ya habían grabado cuando venían a la ciudad - Donovan, la Butterfield Blues Band, Sam the Sham and the Pharaohs; bandas como esas tocaban allí.

Había algunos otros clubes en la ciudad, pero no tenían el mismo estatus que esos lugares. Un nuevo grupo que venía a insertarse en el circuito debía iniciarse en the Action; entonces, tal vez durante el día libre de Johnny Rivers, podía tocar en el Whisky (pero no conseguían que su nombre figurara en la marquesina, que aún diría “Johnny Rivers”), y, si lograban firmar un contrato discográfico, llegaban a tocar en the Trip. Eventualmente nosotros conseguimos una fecha en The Action.

En la noche de Halloween de 1965, durante el descanso antes del último set, yo estaba sentado en los escalones del frente del lugar, con pantalones de trabajo color caqui , sin zapatos, una camisa de baño de 1890 y un sombrero hornburg negro con la parte superior abierta hacia arriba.

John Wayne llegó vestido de esmoquin, junto a dos guardaespaldas, otro tipo y dos mujeres con vestidos de noche - todos muy borrachos.

Al subir los escalones, me agarró, me levantó y me empezó a palmear la espalda, gritando: “te vi en Egipto y estuviste genial. . . ¡y luego me arruinaste!

Sentí una aversión inmediata hacia el tipo. Recuerden, todo tipo de gente del espectáculo iba a este club, desde Warren Beatty a Soupy Sales, por lo que no era raro que alguien como “el Duque” apareciera. El lugar estaba lleno. Cuando me subí al escenario para comenzar el último set, anuncié: “Señoras y señores, como ustedes ya saben, es Halloween. Íbamos a tener algunos invitados importantes aquí esta noche - esperábamos a George Lincoln Rockwell, jefe del Partido Nazi Americano – pero, por desgracia, no pudo venir - pero aquí está John Wayne.

Tan pronto como dije eso, él se levantó de la mesa, tambaleó hasta la pista de baile, y empezó a hacer un discurso. Incliné hacia el micrófono hacia abajo para que todos pudieran oírlo; decía algo en la línea de “... y si me eligen, prometo...” En ese momento, uno de sus guardaespaldas lo agarró y lo hizo sentarse. El otro empujó el micrófono de nuevo al escenario y me dijo que me tranquilizara o iba a tener GRANDES  PROBLEMAS.

Al final del espectáculo, el gerente del club se me acercó y me dijo: “Sé amable con el Duque, porque cuando se pone así comienza a lanzar billetes de cincuenta dólares alrededor”.

Tuve que pasar al lado de su mesa cuando bajé del escenario. Mientras pasaba, él se levantó y aplastó mi sombrero de un golpe. Me lo quité y lo acomodé. Al parecer, esto le molestó, mientras gritaba, “¿no te gusta mi forma de arreglar los sombreros? He estado arreglando sombreros durante cuarenta años”. Puse el sombrero de nuevo en mi cabeza y él volvió a aplastarlo. Le dije: “ni siquiera voy a darte la oportunidad de pedir disculpas”, y me fui.

Cómo Llegamos a Nuestro Primer Contrato Discográfico

No mucho tiempo después de eso, Johnny Rivers se fue de gira y fuimos contratados como reemplazo temporal en el Whisky-A-Go-Go. Por casualidad, Tom Wilson, un productor de la MGM Records, estaba en la ciudad. Estaba en otro club, en The Trip, mirando un ‘grupo grande’. Herb Cohen lo convenció de hacer una visita rápida al Whisky. Él llegó mientras estábamos tocando nuestro ‘GRAN BOOGIE’ - el único que sabíamos, totalmente no representativo del resto de nuestro material.

Le gustó y nos ofreció un contrato de grabación (pensando que había contratado a la banda de blues blanca con los tipos más feos del sur de California), y un avance de dos mil quinientos dólares.

El presupuesto normal de un LP por aquellos días era de seis a ocho mil dólares. La mayoría de los álbumes consistían en los lados A y B del hit del artista, además de otras siete u ocho “canciones de relleno” - lo suficiente para satisfacer el tiempo mínimo contractual por lado (quince minutos).

La otra norma industrial era que la mayoría de los grupos no tocaban realmente sus propios instrumentos en las pistas básicas de sus álbumes. Llegaban colocados y tocaban la canción un par de veces, después el productor o el tipo de la A&R la cortaban, y a continuación, los músicos de estudio se la aprendían y la tocaban de manera afinada, y con “buen ritmo”. Había un montón de “especialistas de sesión” que hacían las veces de fantasmas de los actos principales en aquella época (los Monkees eran el ejemplo clásico de uno de estos actos).

Nosotros tocamos todas nuestras pistas básicas en Freak Out!, con el agregado de los músicos de estudio sólo para el color orquestal.

Freaks Hambrientos

Wilson tenía su base de operaciones en Nueva York, y había vuelto allí después de reservarnos las fechas para las sesiones. Nosotros estábamos en la quiebra. MGM no nos había dado el adelanto de inmediato - el dinero iba a venir después. El productor de Run Home Slow, Tim Sullivan, todavía me debía algo de dinero por la banda sonora. Cuando finalmente lo pude ubicar, él estaba trabajando en un edificio en Seward Street, en Hollywood (las antiguas instalaciones de Decca).

No tenía dinero en efectivo, pero, en lugar del pago, nos dejó utilizar su lugar para ensayar. Teníamos la mejor sala de ensayos que cualquier banda podía desear, pero estábamos muertos de hambre. Recogíamos botellas de refresco y las vendíamos, utilizando las ganancias para comprar  pan blanco, mortadela y mayonesa.

Hungry Freaks, Daddy



Gracias, Jesse




Finalmente, llegó el día de la primera sesión – a eso de las tres de la tarde en un lugar llamado TTG Recorders, en el Sunset Boulevard de la Avenida Highland.

El representante contable de MGM Records era un viejo avaro llamado Jesse Kaye. Jesse caminaba con sus manos detrás de la espalda, marcando el ritmo en el piso mientras estábamos grabando, asegurándose de que nadie se pasara más allá de las tres horas asignadas para cada sesión. Durante un descanso, fui a la cabina de control y le dije: “Mira, Jesse, tenemos un pequeño problema. Nos gustaría cumplir los horarios. Nos gustaría tener todo listo en tres horas – estas tres gloriosas horas que nos has dado para hacer este disco - pero no tenemos dinero y estamos hambrientos. ¿Podrías prestarnos diez dólares?

Había un restaurante drive-in en la planta baja del estudio, y pensé que diez dólares (era 1965) serían suficientes para alimentar a toda la banda y así continuar con la sesión. Bueno, la reputación de Jesse era tal que, si alguien lo había visto prestar dinero a un músico, era porque estaba realmente arruinado. No dijo que sí pero tampoco dijo que no. Me alejé, pensando que eso era todo - no iba a preguntarle nada más. Volví a entrar en el estudio y me preparé para la siguiente toma. Jesse entró. Tenía las manos detrás de su espalda. Se acercó a mí, de manera casual, y fingió darme la mano. Había un billete de diez dólares enrollado en la palma de su mano. Trató de dármelo, pero yo no me di cuenta de lo que estaba pasando, y el dinero cayó al suelo. Puso una cara como de “¡Oh, mierda!” y lo recogió rápidamente, esperando que nadie lo hubiera visto, y lo puso en mi mano. Sin este acto de bondad de Jesse, el álbum Freak Out! no habría existido.






martes, 16 de diciembre de 2014

James Randi: Desacreditando al Rey de los Desacreditadores (Por Will Storr)

James Randi: Desacreditando al Rey de los Desacreditadores[1]

Por Will Storr

Traducción: Mazzu



Hay pocas figuras públicas que hayan tenido décadas de prensa positiva casi perfecta como James Randi. El desmitificador de lo paranormal de 87 años de edad, era Richard Dawkins antes de que Dios inventara a Richard Dawkins - enojado, verbalmente agresivo, un héroe para la clase de personas que no creen en Pie Grande y son lo suficientemente racionales como para perder horas de sueño debido a la furia causada por la estupidez los idiotas que sí lo hacen.

El autor y pensador Isaac Asimov afirmó una vez que “las cualidades de Randi como ser humano racional son incomparables”, mientras que el New York Times lo ha llamado “nuestro desmitificador vivo más célebre”. Más recientemente, ha sido el protagonista de un galardonado documental que cuenta su increíble historia.

Como mago y escapista fue conocido como El Asombroso Randi, y desde joven se entregó a la tarea más seria de exponer a los estafadores y los auto-engañados que dicen poseer poderes sobrenaturales. Ha dedicado su larga vida y su carrera a la búsqueda de la verdad por encima de todo lo demás. La película An Honest Liar (Un Mentiroso Honesto) narra dramáticamente sus brillantes desmitificaciones de dobladores de cucharas y curanderos célebres. El film nos dice que Randi está en una “cruzada para tratar de cambiar el mundo” y que está “enamorado de la verdad”.

Él mismo explica que “los magos son las personas más honestas en el mundo. Ellos te dicen que te van a engañar y lo hacen”. Pero hay otra cara de la leyenda que será bastante menos evidente para el espectador medio. James Randi, el mentiroso honesto, ha sido atrapado siendo todo lo contrario.

Esto se me hizo evidente en el transcurso de varios meses durante los cuales investigué su vida para escribir un libro acerca de las creencias irracionales. Habiendo pasado bastante tiempo con creacionistas, homeópatas y personas que juran que uno puede encontrar extraterrestres con pelucas jugando a la ruleta en los casinos de Las Vegas, empecé a notar que también había un montón de gente dentro del movimiento escéptico-ateo que parecía sufrir de los mismos sesgos y accidentes de razonamiento que los excéntricos.

Decidí tomar la historia del pionero del movimiento como una especie de caso de estudio. ¿Sería cierto que el mismísimo icono del movimiento escéptico, el fetichista de la verdad, era un mentiroso?

Randi ha sido sin duda una figura controversial. Escuché rumores de que una vez había declarado sus dudas sobre la ciencia aplicada detrás del estudio del cambio climático, lo que me pareció demasiado. Y luego estaban sus comentarios alarmantemente intolerantes sobre los usuarios de drogas. En su blog, Randi anunció ser pro-legalización, ya que “el principio de la supervivencia del más apto se demostrará draconianamente por sí mismo”. Los que decidieran drogarse, escribió, “simplemente lo harán y morirán” y “cualquier llanto y lamento por los pobres chicos que mueran” serán “lágrimas de cocodrilo, en mi opinión”.

Pero lo primero que descubrí sobre El Asombroso Randi es que sin duda fue asombroso. Nacido en Toronto en 1928, la vida de Randall James Hamilton Zwinge cambió a los 12 años cuando vio a un mago llamado Harry Blackstone Senior. Se sintió electrizado. Pero fue Harry Houdini quien realmente encendió su fuego competitivo.

Como escapista Randi se zafó de una camisa de fuerza colgando sobre las cataratas del Niágara, llamó por teléfono a su madre desde el interior de un ataúd en el puerto de Halifax y, en 1974, logró un récord mundial Guinness por yacer desnudo en un bloque de hielo durante 43 minutos y ocho segundos. A medida que su fama crecía, hizo una gira con Alice Cooper y una aparición especial junto a The Fonz en Happy Days.

Aparición de Randi en Happy Days (captura de pantalla tomada de An Honest Liar)


Pero su verdadera fama le llegó, no como el mago talentoso que sin dudas era, sino como desmitificador. Su participación durante la aparición de Uri Geller en el Tonite Show Starring Johnny Carson en 1973 fue típica en su brutal eficacia. Geller era tal vez el mago más famoso del mundo en ese momento, conocido por doblar cucharas y arreglar relojes con los poderes de su mente, los cuales - insistió en varias ocasiones - eran reales. Randi fue invitado para asesorar al personal del programa antes del truco de Geller, que en parte consistía en mover su mano sobre una serie de latas de metal y sentir cuál de ellas contenía agua.

Randi le dijo a la producción que debían utilizar sus propios accesorios y protegerlos de manera absoluta contra Geller y su gente. Geller comenzó su truco mientras Carson se inclinaba sobre su escritorio, fascinado. No pasó nada. “Estoy pasando un tiempo difícil con ustedes”, dijo Geller. Siguió intentándolo. Su rostro se puso sombrío. “Déjame descansar un minuto”. Apoyó la barbilla en sus manos y lanzó una mirada fulminante a las latas. Cortaron para una pausa publicitaria. Cuando regresaron, delante de millones de espectadores, Geller se había rendido.


La actuación fallida de Uri Geller en "The Tonight Show"


Al profundizar en los vastos archivos de recortes sobre Randi empecé a descubrir una o dos extrañezas. Tomemos, por ejemplo, su vida temprana. Randi afirma haber nacido con un CI de 168, lo que cómodamente lo transformaría en un genio, siendo 125 el límite inferior generalmente aceptado. Él cuenta que era tan inteligente que, cuando era niño, las autoridades le dieron un pase especial que decía que no estaba obligado a asistir a la escuela. En cambio, aprendió de manera autodidáctica en la Biblioteca Pública de Toronto y el Museo Real de Ontario.

A lo largo de muchas entrevistas, Randi dijo a los periodistas que, alrededor de la edad de 12 años, él había aprendido por su cuenta geografía, historia, astronomía, cálculo, psicología, ciencia, matemáticas y jeroglíficos egipcios antiguos.

También descubrí un historial de quejas por la falta de honradez de Randi por parte de las personas contra quienes él, como jefe de la Fundación Educativa James Randi [JREF], había luchado en los últimos años. Entre ellos había homeópatas, investigadores psíquicos, profesores universitarios y un audiófilo que estaba convencido de que podía notar la diferencia entre los cables de los altavoces que cuestan 16.000 dólares y los de un equipo estándar.

Unos lo acusaban de que en sus libros de mayor venta había inventado frases que ellos nunca habían dicho, algunos de que los había descrito de manera errónea y agresiva, y otros lo acusaban directamente de mentiroso.

Uno de los demandantes más conocidos fue el Dr. Rupert Sheldrake, el biólogo de Cambridge cuya controvertida idea de la resonancia mórfica llevaría – al menos de manera teórica – a la demostración de la existencia de la PES (Percepción Extrasensorial). Para probar su idea, Sheldrake publicó una serie de estudios sobre un perro que parecía saber cuándo su dueño iba a volver a casa.

A raíz de la explosión de publicidad de Sheldrake, Randi le dijo a un periodista: “en la JREF hemos puesto a prueba estos postulados. Y fallaron”. Pero cuando conocí a Sheldrake en su casa de Hampstead, hizo una acusación grave. “Randi es un mentiroso y un tramposo”, dijo. “Cuando le pedí los datos, tuvo que admitir que no había hecho ninguna prueba”.

El Asombroso Randi


Según Sheldrake, sus solicitudes directas de datos fueron ignoradas dos veces. Después de apelar a otros en la JREF, Randi finalmente contestó, explicando que no podía suministrar los datos porque la fundación había sido arrasada por una inundación, y los perros en los que había hecho las pruebas ahora estaban en México porque su propietario “había fallecido trágicamente el año pasado en un terrible accidente”.

Randi fue educado, algo inusual en él. “Exageré mi argumentación contra la realidad de la PES canina al basarme en la pequeña cantidad de datos que obtuve”, escribió. “Fue imprudente e impropio de mí hacerlo de esa manera. Me disculpo sinceramente”.

Pero luego, públicamente, Randi atacó a Sheldrake. Sobre su propia ausencia de datos escribió “Una búsqueda en nuestro sitio habría suministrado [a Sheldrake] todos los detalles que posiblemente podría necesitar. Alternativamente, yo podría habérselos suministrado si él los hubiera pedido. Eso es lo que hacemos en la JREF”.

En 2011, viajé a Las Vegas para la convención anual de fans de Randi, The Amaz!ng Meeting, para preguntarle sobre varias de estas quejas por su falta de honradez. Él respondió más bien con negaciones o apelando al hecho de que aquellos eventos habían ocurrido hacía mucho tiempo. En cuanto a Sheldrake, dijo, “¿A qué experimentos específicos te refieres?”

“Los que le dijo a la revista Dog World que había realizado”, le dije. “En Nueva York. El propietario murió, los perros están en México y los archivos se perdieron en una inundación”.

“Esa fue una de las inundaciones del huracán”, asintió con la cabeza

Entonces, ¿qué arrojaron esas pruebas?

“Debo admitir que no recuerdo haber dicho que estas pruebas fueran realizadas. Pero estoy dispuesto a ver la evidencia de ello”.

Le entregué los correos electrónicos presentados por Sheldrake.

“Oh”, dijo.

Presionado sobre la forma en que había tratado a Sheldrake, insistió en que no había mentido porque cuando se ofreció a enviar los datos, los archivos aún no habían sido destruidos por el huracán Wilma. Fue recién después de nuestro encuentro que me di cuenta de que Wilma tuvo lugar cuatro años antes de la fecha en la cual él afirma que los datos estaban disponibles. Pero antes de separarnos, le dije que mi investigación había pintado el cuadro de un hombre inteligente que a menudo tiene razón, pero que tiene cierto elemento en su personalidad que lo lleva a exagerar.

“Oh, sí; estoy de acuerdo”, dijo.

“Y a veces a mentir. Se deja llevar”.

“Oh, sí; estoy de acuerdo. No se trata de eso. No sé si las mentiras son siempre mentiras conscientes”, dijo. “Pero pueden haber falsedades”.

Fue algo valiente y sorprendente. Aún más sorprendente, sin embargo, fue lo que Randi tenía para decir cuando fue objetado su deseo de que “el principio de la supervivencia del más apto se demostrase draconianamente por sí mismo” en los usuarios de drogas. Aquello sonaba demasiado a darwinismo social. “La supervivencia del más apto, sí”, dijo. “El fuerte sobrevive... Creo que debe hacerse un esfuerzo serio en educar a la gente con aberraciones mentales que tienen antecedentes familiares de enfermedades hereditarias; educarlos para evitar que se procreen. Creo que deberían ser congregados en un lugar adecuado y demostrarles lo que significaría su procreación para la raza humana. Sería muy perjudicial”.

Más recientemente he empezado a investigar sobre su fundación educativa, la JREF, que ostenta el estatus de exención de impuestos en los EE.UU. y depende en parte de donaciones públicas. Me preguntaba cuál era el verdadero trabajo educativo que realizaba la organización - que entre 2011 y 2013 tuvo un ingreso promedio de $ 1,2 millones por año. Los documentos financieros revelan que, en promedio, sólo $ 5100 son prodigados en becas.

En su página web hay algunos libros electrónicos, videos, y planes de lecciones sobre temas tales como las hadas. También organizan una convención anual de fans. James Randi, durante ese período, ha cobrado un salario anual promedio de 195.000 dólares. Mis solicitudes de detalles de las actividades educativas de la fundación, en los últimos 12 meses, han sido evitadas y luego ignoradas.

Nada de esto o sobre las opiniones extremas de Randi es evidente en la película An Honest Liar. Pese a que su mentira deshonesta es insinuada, la película hace silencio sobre algunos de sus juegos de manos. Uno de estos episodios es su “Carlos Hoax” (“la Farsa de Carlos”). En 1988, en un esfuerzo por exponer a los crédulos medios de comunicación, Randi persuadió a Deyvi Peña (quien posteriormente fuera su cónyuge) de fingir que era un médium capaz de canalizar a un espíritu de 2.000 años de antigüedad antes de presentarlo a los periodistas de Australia. Durante décadas, Randi ha afirmado que el truco fue un éxito, diciendo que “demostró que los medios pueden ser voluntariamente seducidos siempre y cuando estén convencidos de que rendirse ante las patrañas aumentará el rating”.

James Randi y Deyvi Peña 


El documental también presenta el engaño como una victoria para Randi. Y sin embargo, los relatos de la época sostienen que, por el contrario, los periodistas en realidad eran muy escépticos con respecto a Carlos. Un reportero de The Skeptic dijo: “la cobertura de los medios no fue crédula; nadie creyó que [Pena] fuera genuino”.

Escribiendo para The Daily Grial, Greg Taylor relata que cuando un investigador telefoneó a Randi para pedirle su opinión sobre Carlos, él se escabulló de la pregunta. “Así que cuando un canal de medios efectivamente consultó al escéptico más prominente del mundo sobre este tema, él básicamente los estafó - y para colmo salió a quejarse de que los medios de comunicación australianos no incluyeron las opiniones de los escépticos al respecto”.

El director de la película, Justin Weinstein, dice que es consciente de esta perspectiva muy diferente sobre el asunto del “Carlos Hoax”. Pero dice también que su documental no es estrictamente un trabajo de periodismo. Más bien, como Randi, es un narrador de historias. “A veces hay verdades más importantes a las que puedes acceder cuando no te adhieres a los hechos”.

Cuando le digo a Weinstein que mi propia investigación me lleva a creer que Randi no puede ser descrito con justicia como “un mentiroso honesto”, dice, “No hay duda de que ha cometido errores. A veces, con el fin de llegar a una verdad uno debe tergiversar la verdad. Y en el caso de Randi a veces ha ido demasiado lejos. La ironía es que él lidera un movimiento escéptico que pone el grito en el cielo cuando otras personas mienten”.

Pero tanto para Weinstein, como para muchos miles de discípulos de Randi, el fin justifica los medios. “Independientemente de los hechos que puedan haber sido tergiversados en el trascurso de la vida de Randi”, dice, “los logros que ha alcanzado en términos de cambiar las vidas de las personas para mejor, es innegable”.






[1] Nota: me tomé la libertad de traducir la palabra “debunker” alternativamente como “desacreditador” y “desmitificador”; originalmente “debunker” tiene un matiz bastante agresivo, dado que “bunk” significa “patraña” “disparate” o, en argentino, “bolazo”. “Desacreditador” contiene ese elemento agresivo aunque tal vez no refleje demasiado bien lo que significa “debunker” y “desmitificador” tal vez es más certero, pero no contiene el elemento agresivo; de ahí que decidí utilizar ambos términos. (“desenmascarador” y “ridiculizador” a pesar de ser palabras medio inventadas, también podrían funcionar)

sábado, 6 de diciembre de 2014

Fragmento de "The Real Frank Zappa Book" (IV Parte)

Nuevo fragmento del libro "The Real Frank Zappa Book"(de FZ y Peter Occhiogrosso).  Acá pueden leer la PRIMERA, SEGUNDA, y TERCERA PARTE

Traducción: Mazzu


Vamos a Hacer una Película




Voy hacia atrás de nuevo... poco después de mudarme al ‘Studio Z’, me enteré de una subasta en el FK Rockett Studios en Hollywood. Se iban a la quiebra y vendían partes de escenarios. Por cincuenta dólares compré más escenarios de los que podía meter en el estudio, incluyendo un ciclorama de doble cara - púrpura de un lado para la noche, azul del otro para el día - una cocina, un interior con una biblioteca, una construcción de exteriores - todo lo que se necesita para hacer una película barata. Cada pieza que entrara por la puerta fue metida, arreglada y repintada.

Terminé durmiendo en el laboratorio de Billy Sweeney. En la parte de atrás del estudio, al lado del baño, construí un cohete bidimensional de cartón totalmente inverosímil.

Pinté todos los escenarios yo mismo y escribí un guión basado en las personas y las instalaciones disponibles en el momento: Captain Beefheart vs the Grunt People. Luego vino la parte difícil - tratar de recaudar dinero para hacer la película.

El Ontario Daily Report publicó un reportaje sobre mí y mi proyecto en su página central del domingo - acerca de cómo un tipo raro estaba tratando de hacer una película de ciencia ficción llamada Captain Beefheart vs the Grunt People en Cucamonga. Probablemente fue esa historia la que hizo que la brigada antivicios del Condado de San Bernardino se interesara en mí.




Esto fue en 1962 – yo tenía el pelo corto por entonces, pero la gente del pueblo pensaba que tenía el pelo largo. El código tácito de vestimenta para un varón cucamongano de ese período, para todas las ocasiones, era camisa deportiva blanca de manga corta con corbata de moño (Pee-Wee Herman habría estado a la moda). Las camisetas eran consideradas de vanguardia. Saqué un aviso de casting para actuar en la película dirigido a la población local. Un hombre vino a la audición para el papel del idiota: el senador Gurney. Más tarde me enteré de que era un miembro del escuadrón de vicios del Condado de San Bernardino, enviado para tenderme una trampa.

La brigada antivicios había abierto un agujero a través de la pared del estudio y me espió durante varias semanas. El subtexto político local para todo esto tenía algo que ver con una mejora inmobiliaria inminente que requería la eliminación de los inquilinos antes de que la avenida Archibald fuera ampliada.

La otra parte del subtexto tenía que ver con una chica que conocí en un restaurante de Hollywood. Tenía un amiga - un chica blanca con un bebé negro. Necesitaban un lugar para quedarse. Siguiente parada, Cucamonga.

Ella y su amiga solían jugar con el bebé en la acera del estudio, a la vista de los Holy Rollers al acecho en la iglesia al otro lado de la calle. Al parecer, esto causó un poco de estrés psicológico en la congregación y, poco después, fui visitado por el hombre de la audición. No obtuvo el papel, pero resultó ser todo un actor.






Unas semanas más tarde regresó, disfrazado (no se rían) de vendedor de coches usados. Me dijo que unos amigos de él iban a hacer una fiesta la semana siguiente. Como tenía un cartel afuera del estudio (comprado en la subasta) que decía “películas de TV”, quería saber si yo podía hacerle una ‘película excitante’ para entretener a sus hermanos.

Deseoso de ayudar (ya que este tipo de oportunidades de realizar entretenimiento para caballeros no suelen presentarse todos los días en esta fascinante profesión), le expliqué que las películas costaban mucho dinero y sugerí, en cambio, hacer una cinta de audio.

Él me dio una lista verbal de todos los diferentes actos sexuales que deseaba que incluyera en la cinta. Yo no lo sabía en ese momento, pero él estaba transmitiendo nuestra conversación a un camión estacionado afuera del estudio a través (no se rían) de su reloj de pulsera.





Le dije que podía hacer una cinta así por cien dólares, y tenerla lista al día siguiente. Esa noche hice la cinta con la ayuda de una de las chicas - alrededor media hora de suspiros y gruñidos falsos y somieres chirriantes. No hubo sexo realmente.

Me quedé despierto toda la noche para editar las risas y luego añadí un poco de música de fondo - una producción completa. Al día siguiente el tipo, cuyo nombre era detective Willis, se presentó y me entregó cincuenta dólares. Le dije que el acuerdo era por cien dólares y me negué a entregarle la cinta - que no cambió de manos. A pesar de eso, la puerta se abrió de golpe, hubo flashes, los periodistas inundaron el lugar y sentí que unas esposas se cerraban en mis muñecas.

La brigada antivicios nos detuvo a la chica y a mí, y confiscó todas las cintas y cada trozo de film que hubiera en el estudio. Se llevaron hasta mi proyector de 8mm como ‘evidencia’.

Yo estaba en la ruina y no podía pagar un abogado. Llamé a mi papá, que había tenido recientemente un ataque al corazón - y tampoco podía pagar un abogado. Tuve que pedir un préstamo bancario para pagar mi fianza.

Una vez que salí, fui a ver a Art Laboe. Él había lanzado algo de material mío a través de su sello Original Sounds (“Memories of El Monte” y “Grunion Run”) y me dio un adelanto por las regalías, que usé para pagar la fianza de la chica.

Memories of El Monte


Grunion Run


Traté de que la ACLU (Unión Estadounidense por las Libertades Civiles) se interesara por el caso, pero no lo hicieron. Dijeron que no era lo suficientemente importante y que, sí, había habido un buen número de casos de detenciones ilegales en esa zona. Por entonces mi papá había sido capaz de contratar a un abogado, quien dijo que mi única esperanza era declarar no lo contendere (no contestaré - o “Estoy tan quebrado que ni siquiera puedo comprar justicia en Cucamonga, así que voy a darle mil dólares a este abogado de aquí y voy a mantener mi puta boca cerrada con la esperanza de que no me den la pena de muerte”).

Antes del juicio, mi experto legal de pelo canoso me preguntó: “¿Cómo pudiste ser tan tonto para dejar que este tipo te engañara? Pensé que todo el mundo conocía al detective Willis. Es el tipo de persona que se gana la vida esperando afuera de los baños públicos para atrapar a los maricas”.

Yo le respondí: “Yo no rondo los baños públicos -. Nunca había oído que hubiera gente a la que se le paga para hacer eso” ¿Qué era todo aquello? ¿Era mi culpa no saber que la escoria como Willis existía, o que alguien en el gobierno tomaba dinero de los impuestos para proporcionar un sueldo y un ‘presupuesto para investigación’ a tipos como él? Iba a tener que esforzar un poco mi imaginación para compensar esta revelación espantosa.

Me acusaron de “conspiración para realizar pornografía”. El cargo por pornografía era, bajo la ley estatal, un delito menor. El cargo de conspiración, por otro lado, era un delito grave - a veces con penas larguísimas.

Así que, ¿cómo es que uno comete una “conspiración para realizar pornografía?” En California, si dos o más personas discuten sobre la posibilidad de cometer cualquier tipo de delito - no importa cuán pequeño sea (como cruzar un semáforo en rojo quizá) - por arte de magia se convierte en una conspiración, y las penas aumentan más allá de la razón. Se presumía que yo había discutido la realización de la cinta con la chica y, por lo tanto, era candidato a penas de diez a veinte años. ¿Aún quieren mudarse a California, amigos?

En un momento del juicio, el juez nos llevó a la chica y a mí a su sala privada, junto con todos los abogados, escuchó la cinta y comenzó a reírse. Era graciosa - aunque no tan extraña como los ruidos vocales incluidos luego en el lado cuatro del álbum Freak Out!






La risa enfureció al fiscal asistente de veintiséis años de edad que procesó el caso. Exigió, en nombre de la justicia, que yo fuera obligado a cumplir una condena por este delito atroz.

El veredicto final: culpable de un delito menor. La sentencia: seis meses de cárcel suspendidos, con la excepción de diez días, y tres años de probation - durante los cuales no podía violar ninguna ley de tránsito ni estar en compañía de ninguna mujer menor de veintiún años sin la presencia de un adulto competente.

La sentencia también disponía la eliminación de mis antecedentes penales - después de un año no habría nada en los libros que dijera que había ido a la cárcel. Después de que la sentencia fuera pronunciada, me pusieron en la celda de detención en la parte trasera del palacio de justicia, a esperar al autobús del sheriff que me llevaría a la cárcel del condado. Estaba leyendo un largo trozo de poesía carcelaria garabateado en la pared (“La balada de Do-Do Mite”) cuando el Detective Willis entró y dijo, “Si me das permiso para decidir cuál de esas cintas que confiscamos son obscenas, te devolveremos el resto de las cintas – borradas”.

Yo le dije: “En primer lugar, yo no tengo la autoridad para convertirlo a Ud. de policía en juez, y además, usted no tiene derecho a hacer nada con esas cintas - el caso está cerrado - y después voy a ir a por usted para recuperarlas”- pero nunca pude recuperarlas, y hasta la fecha no sé qué sucedió con ellas.


Vamos a la Cárcel






Los diez días que pasé en la Celda C de la Cárcel del Condado de San Bernardino fueron muy educativos. A menos que hayan estado en la cárcel, no se pueden imaginar realmente cómo es. Esta no era como la cárcel de Lancaster donde te daban panqueques a la mañana. Esta era una cárcel fea.

Había un enorme hombre negro allí llamado “Slicks” (porque sus labios parecían los grandes neumáticos de carreras lisos llamados ‘cheater slicks’). Él estaba allí por robar cobre. ¿Cobre?






Los vagabundos solían ir a los galpones del ferrocarril de San Bernardino y quitaban los frenos de cobre de los vagones para venderlos como chatarra en el depósito de chatarra en las afueras del pueblo. Slicks pensó que si los chatarreros pagaban bastante bien por trozos pequeños de cobre, pagarían muy bien por una cantidad morrocotuda. Así que planeó entrar a las instalaciones de la compañía telefónica local, donde se almacenaban enormes rollos de cable de teléfono.

El lugar estaba rodeado por una cerca de alambre. Slicks planeaba pasar por encima de la cerca, meter un palo a través de uno de los rollos - como un eje - lanzar una cuerda por encima de la cerca, atarlo al ‘eje’, tirar de la cuerda y dejar que el rollo gigante aplastara la valla. Luego iba a llevarlo al desierto, quemar el aislamiento del cable y vender el cobre.

Él llegó a trepar la cerca y a entrar a las instalaciones antes de que los perros lo atraparan. ¿Es este el Delito del Siglo, o qué?

Había un chico mexicano allí, de unos diecinueve años de edad, que había estado encerrado durante tres semanas, en espera de su extradición a Beverly Hills por cruzar la calle imprudentemente.

Los guardias dejaban las luces encendidas toda la noche para mantenernos despiertos. Hacían unos 40 grados durante el día.

Nos daban una hoja de afeitar por día, y teníamos una pequeña ducha al final del bloque de celdas para cuarenta y cuatro hombres. La mugre en el piso de la ducha era de unos 10 centímetros de espesor. No me afeité ni me duché ni una vez en todo el tiempo que estuve allí.

La comida tampoco era una maravilla. Una mañana encontré una cucaracha gigante en el fondo de mi crema de trigo. La puse en un sobre junto a una carta para la madre de Motorhead. El censor de la cárcel la encontró, y el alcaide me amenazó con confinamiento solitario si alguna vez volvía a intentar algo así.

Había dos tipos a los que llamaban los Chow Hounds (Perros Comilones) porque comían cualquier cosa, literalmente. Ellos esperaban a que todo el mundo probara el primer bocado de comida y la hallara repulsiva, entonces ponían sus bandejas para que los otros internos arrojaran su ‘chop suey’ en ellas, llenándolas hasta el tope de... lo que mierda fuera aquello.

Nos daban media hora para comer antes de que recolectaran las bandejas. Las bandejas de los Chow Hounds siempre estaban limpias.

Esto me permitió echar una verdadera buena ojeada a la ley de California, los abogados de California, y una mirada desde adentro a la industria penal californiana en acción. Desde entonces no he visto nada que me hiciera cambiar de opinión de lo mal que funciona el sistema.

Más Información Acerca de lo que Como

Cuando salí de la cárcel me di cuenta de que iban a derribar el estudio para ampliar la calle, y no había nada que pudiera hacer al respecto. Fue muy triste. Tuve que ir con una pinza para arrancar todos mis equipos y evacuar el ‘Studio Z’. Tuve que dejar toda esa escenografía que había pintado, la nave espacial, el laboratorio del científico loco - todo.

Me mudé de Cucamonga a un pequeño apartamento en el 1819 de la Bellevue Avenue, en la sección de Echo Park de Los Angeles, y conseguí un trabajo en Wallich Music City, una tienda de discos en el centro de Los Angeles. Trabajaba como vendedor en el departamento de singles.

Tenía dinero suficiente para la ida y vuelta en autobús para la primera semana, pero no tenía dinero para la comida. Así que con mi primer sueldo me fui a un pequeño mercado filipino al pie de la colina y compré una bolsa de arroz, una bolsa de frijoles rojos, un cuarto de Miller High Life y algunos condimentos para sazonar el arroz y los frijoles. Fui de vuelta a la casa e hice una gran olla con todo eso para subsistir durante la siguiente semana. Me comí un plato repleto y bebí un poco de cerveza. Mi estómago se hinchó como si estuviera por salir un Alien. Me caí de la silla, retorciéndome de dolor - maldiciendo a la compañía Miller High Life.

Vamos a Conocer a Jesús

Mientras trabajaba en la tienda, un hombre negro llamado Welton Featherstone entró a comprar singles. Nos pusimos a hablar y él me preguntó si alguna vez había ido a la iglesia. Le dije que me había criado como católico, y él dijo: “No, me refiero si has ido alguna vez a una iglesia verdadera

Me habló de un lugar llamado la Iglesia Mundial, que resultó estar a la vuelta de donde yo vivía. Era dirigido por O.L. y Velma Jaggers, una pareja evangélica. Él me dijo, “No lo vas a creer. Esta noche es ‘Noche de Bautismo’-. Tienes que ir allá y echar un vistazo”.

Yo en realidad ya había visto a O.L. Jaggers en la televisión una vez - tuvo un programa ‘religioso’ local por un corto tiempo. Durante el show que vi, él estaba junto a una pizarra y dibujaba diagramas como parte de la ‘respuesta’ a una carta que él afirmaba haber recibido de un espectador profundamente perturbado. La carta solicitaba una explicación teológica de los OVNIs, y el reverendo accedió a responder de esta manera:

“Los platillos voladores no son otra cosa que querubines y serafines. Debido a la gran velocidad a la que viajan, sus diminutos cuerpos comienzan a brillar cuando entran en contacto con nuestra atmósfera...”

Así que fui a la Iglesia Mundial. Era un gran cobertizo cerca de Temple y Alvarado. En lugar de un altar tenía un escenario con flores y adornos de oro falso entre un piano completamente blanco y un órgano también completamente blanco.

Sobre el escenario había una enorme figura de cartón de Jesús, en una posición como la de Superman despegando, sobresaliendo hacia la audiencia.





Estaba iluminado a ambos lados por pequeños grupos de luces rojas y azules - como las que usan en las calzadas de los edificios de apartamentos llamados ‘Kon-Tiki’.

La congregación estaba formada por gente pobre - negros, filipinos, japoneses y mexicanos. Fueron víctimas de tres colectas durante la hora que estuve allí.

El ‘tanque de bautismo’ se extendía a lo largo y al fondo del escenario. Era una especie de acuario alto hasta la cintura, lleno con agua verde. Los participantes bautismales vestían túnicas blancas. Jaggers sumergía a cada víctima en el tanque tomándolo de la solapa y hundiéndole la cabeza bajo el agua. Un tipo no pudo contener la respiración y tuvo arcadas. Fue bastante desagradable.

Cuando estaba a punto de irme, le oí anunciar (con un micrófono Neumann U-87), durante la tercera colecta, “Jesús me acaba de decir que ustedes tienen otros mil dólares en sus bolsillos”. Muchas personas se levantaron de sus asientos y se dirigieron hacia el altar, como zombis, poniendo fajos de billetes en el platón. A medida que volvían a sus asientos, él dijo: “¡Ahora voy a hacer llover el fuego del Espíritu Santo sobre ustedes!” Todo el mundo comenzó a levantar sus manos y a mover los dedos, mientras que el Dr. Jaggers gritaba: “¡¡¡Fuego Fuego Fuego!!!!” (hacia el salón repleto). Y la gente respondía, “¡Ooooo! ¡Woooooo!” como si aquello realmente estuviera cayendo sobre ellos. La organista tocó música tenebrosa y las luces rojas y azules brillaron sobre el Jesús de cartón.