miércoles, 21 de noviembre de 2012

EL LENGUAJE DEL ESPACIO

Del libro La Dimensión Oculta de Edward T. Hall
 
 
 
Fue Franz Boas el primer antropólogo que puso de relieve la relación entre lenguaje y cultura. Lo hizo del modo más sencillo y llano: analizando el léxico de dos lenguajes y revelando las distinciones hechas por las personas de diferentes culturas. Por ejemplo, para los norteamericanos que no son fanáticos del esquí la nieve es sólo una parte del tiempo que hace, y su vocabulario se limita a dos palabras, snow (nieve) y slush (aguanieve). Los esquimales tienen muchas palabras, cada una de ellas para indicar un estado o condición diferente. Esto revela claramente que cuentan con un vocabulario preciso para describir no meramente el tiempo que hace sino un importante estado ambiental. Desde los tiempos de Boas, los antropólogos han ido aprendiendo más y más acerca de esa importantísima relación entre lenguaje y cultura, y han llegado a manejar los datos relativos al lenguaje con gran maña.
 
Los análisis de léxico suelen ir asociados con estudios de las culturas llamadas exóticas. En Language, thought and reality, Benjamin Lee Whorf fue más lejos que Boas e indicó que todo lenguaje desempeña un papel de primera importancia en el moldeamiento efectivo del mundo perceptual de las personas que lo emplean.
Disecamos la naturaleza de acuerdo con lineamientos establecidos por nuestra lengua materna. Las categorías y los tipos que aislamos del mundo fenomenal no los hallamos en él… por el contrario, el mundo se presenta en una corriente caleidoscópica de impresiones que nuestra mente ha de organizar; y esto lo hace en gran parte mediante el sistema lingüístico que tenemos en la cabeza. Cortamos en pedazos la naturaleza, los organizamos en conceptos y les atribuimos significados principalmente porque son partes de un convenio para organizarlos de ese modo, convenio que es el mismo en toda nuestra colectividad lingüística y que se cifra en las normas de nuestro lenguaje. El convenio es, naturalmente, implícito y no declarado,
Pero sus términos son absolutamente obligatorios; no podemos hablar de ningún modo sino aceptando la organización de la clasificación de los datos que dispone el convenio.
 
A continuación, Whorf señala puntos de importancia para nuestra ciencia contemporánea:
 
Ningún individuo es libre de describir la naturaleza con absoluta imparcialidad y se ve obligado a ciertos modos de interpretación, aunque al hacerlo se crea enteramente libre.
 
Whorf pasó años estudiando el hopi, lengua de los indios que viven en las mesetas desérticas del norte de Arizona. Pocos o ningún hombre blanco pretenden haber dominado el lenguaje hopi hasta hablarlo con toda fluidez, pero algunos lo hacen mejor que otros.  Whorf descubrió parte de la dificultad cuando empezó a comprender los conceptos hopis de tiempo y espacio.
En hopi no hay palabra equivalente a nuestro "tiempo". Como tiempo y espacio están inextricablemente contenidos uno en otro, la eliminación de la dimensión temporal altera la espacial también. "El mundo mental hopi -dice Whorf- no tiene un espacio imaginario. . . no puede ubicar el pensamiento relacionado con el espacio real sino en el espacio real, y no puede aislar el espacio de los efectos del pensamiento." Es decir: el hopi no puede, como nosotros, "imaginar" un lugar como el cielo o el infierno de los misioneros. No parece tener espacio abstracto que llenar con los objetos. Tampoco entiende de imágenes espaciales como "agarrar la onda" o "coger la delantera", o "caer en la cuenta" de una argumentación, que para él no tiene sentido.
Whorf comparó también el vocabulario, inglés y el hopi. Aunque los hopis construyen casas reales de piedra, tienen gran escasez de vocablos para designar los espacios tridimensionales; pocas son las palabras equivalentes de cuarto, cámara, sala, pasillo, cripta, sótano, ático, etc. Observó además que "la sociedad hopi no revela ninguna propiedad individual ni relación de habitaciones". Al parecer, la concepción de recinto del hopi se parece algo a un pequeño universo, porque "los espacios huecos, como cuarto, cámara o sala, no se nombran en realidad como si fueran objetos, sino que más bien se sitúan; es decir, se especifica la posición de otras cosas para hacer ver su ubicación en ese espacio hueco".